Siempre apoyándolo desde que fue alcalde de Medellín y me dio en la cafetería de Derecho de la Bolivariana su volante.
Debe estar en una encrucijada después de la primera vuelta presidencial. Primero porque los de la coalición (sus amigos) se dividieron en el apoyo a los candidatos a segunda ronda y segundo porque ambas opciones conllevan inminentes peligros. Pero en esta ocasión no estamos para lavarnos las manos y debemos comprometernos con el país como único norte. Usted debe estar ahí donde más pueda aportar y con la opción que representa mejor perspectiva.
Puede que usted tenga decidido el asunto pero le voy a compartir mi proceso mental con el ánimo de contribuir. Pero antes diagnosticar sucintamente los dos candidatos.
Por una lado tenemos a Rodolfo Hernández. Un personaje contradictorio; impulsivo; agresivo; procaz; de ideas polémicas y sobretodo sin ningún basamento de filosofía política. Queda retratado de cuerpo entero con su idea de decreto de conmoción interior en la que entrevera desdén por la corte constitucional y las cortapisas republicanas. Una auténtica amenaza para la institucionalidad democrática, que fantasea con manejar el Estado como a un equipo de fútbol.
Por otro lado tenemos a otro demagogo, pero este ya de corte estatista, que amenaza con espantar el capital con una propuesta tributaria que si se puede sostener un año, no lo puede hacer dos. Que las cuentas no le cuadren es lo de menos. Lo peligroso es que su socialismo de corte latinoamericano es un freno a la competitividad. La guerra a la riqueza nunca va a ser una buena idea.
Teniendo diagnosticado el peligro que representan ambos candidatos estamos abocados a decidir un mal menor o más manejable.
¿De adónde partir?
En este punto hay que apuntar a qué Rodolfo es una amenaza mayormente institucional y que Gustavo es una amenaza mayormente económica. Eso sin desmedro de que una amenaza institucional tenga efectos económicos y una amenaza económica tenga efectos institucionales. Sin embargo, Marx nos puede servir de ayuda en el discernimiento de qué tipo de amenaza puede tener efectos más profundos en las estructuras sociales.
Él decía que las relaciones económicas que conformaban la infraestructura determinaban las superestructuras (dónde se encuentran las instituciones políticas) y no al contrario. Esto que se ha revaluado desde los sociólogos franceses de hace más de 50 años aún conserva cierta vigencia en el sentido de que la economía puede ser más influyente. Hoy se tiene por cierto que la estabilidad institucional es condición del éxito económico como lo formula Daron Acemoglu y James A. Robinson en su best seller "Porque fracasan los países" pero una intervención directa en las libertades económicas pueden ser más sensibles en el orden grande de las cosas.
Por otro lado el candidato Rodolfo, si bien es difícil de tipificar en un área del espectro político por sus constantes contradicciones y cambios de opinión, esto más que motivo de susto debe ser visto como una oportunidad. La oportunidad de aportar con buen consejo a alguien que está dispuesto a cambiar de postura frente a la ya cristalizada y sólida conceptualización del muy inteligente Gustavo.
En el lado de Petro no solo vas a acompañar un ideario condenado al fracaso. Con estatismo en un país de cultura corrupta y sin suficiente capitalización para ejercer una distribución que no sea petrificante de la dinámica virtuosa de la generación de riqueza. Sino que además solo serás un peón de poner y quitar con poco para aportar.
Las tendencias hablan de que Rodolfo será el presidente. Hay muchas cosas que pueden salir mal ahí por lo que es una apuesta que involucra riesgo de desprestigio. Pero su equipo es el más capaz y honesto. Llegó la hora de mojarse y aportarle al país con su experiencia, pulcritud y proyecto de país. Ustedes son quienes más pueden aportar y de mejor forma. Ayúdele al ingeniero, que es una persona que sospecho de buenas intenciones. El país le sabrá agradecer.