Como espectador, amante y practicante de este deporte que en lugar de escribirse con “c” debería serlo con “s” de SACRIFICIO, me dirijo a todos aquellos que desde antaño y recientemente han concurrido a emitir sus análisis y opiniones en el deporte de las bielas.
Con tristeza he visto que el país de la tierra del olvido y especialista en hacer de nuestros deportistas ídolos de barro -- para más tarde despedazarlos en la picota pública si no logran el primer puesto de aquello que disputan-- quería hacer maestría hace un par de días contra los rivales de Nairo Quintana en el Tour y hasta hace unas pocas horas, contra el propio cóndor cafetero.
Muchos medios de comunicación nos quisieron vender la costosa boleta para ingresar a un festival del desprestigio a través de apoteósico arsenal de páginas rojas llenas de cizaña y rencor mal sano para los nuevos espectadores de este deporte.
Pretendieron soterradamente bajar de la bicicleta a los rivales del Cóndor Colombiano, como si en el fondo quisieran que éste se hiciera lo más pronto posible al maillot amarillo y pudiera exhibirlo el 24 de julio en la ciudad luz. ¿De dónde proviene ese afán de hacer perder al otro en lugar de disfrutar la competencia?
Vergüenza debería darles a quienes habiendo pasado por facultades de periodismo, están promoviendo indiscriminadamente semejante espectáculo tan bochornoso. Y no me imagino lo que se vendrá si la joven promesa boyacense no gana esta edición de la Grande Boucle.
Hago un llamado a la mesura, a la paciencia, a la cordura, a la ética en todas sus diferentes aristas, todo ello a efectos de unirnos entorno a los deportistas, a esas personas que tienen la disciplina y la constancia de la cual muchas veces adolecemos algunos en un nuestro trasegar diario y que en las nieves de nuestra vida tanto atesoramos.
A los espectadores del ciclismo colombiano les digo: Hombre, Roma no se construyó en dos días, bien lo preciso el Emperador Adriano en su momento: “poco a poco mis ciudadanos, ladrillo a ladrillo”.
Previo a emitir juicios de valor infundados respecto al bueno o malo desempeño de algún ciclista en determinada etapa, primero documéntese, analice y hágase la pregunta ¿realmente vale la pena unirse a ese festival del desprestigio? Dejémosle el afán de protagonismo a quienes adolecen de carisma y humildad para defender una idea. No nos volvamos los Mejía y los Vélez del ciclismo.
Prestemos atención al análisis reposado, congruente y sencillo de periodistas como el doctor Hernán Peláez Restrepo, quien lejos de buscar fama efímera, empezó desde muy joven a edificar un edificio público sobre los robustos cimientos de la mesura, la prudencia y sobretodo el acompañamiento incondicional para con los deportistas.
Somos afortunados de asistir a un momento histórico en el deporte colombiano y desde las huestes del ciclismo de ruta podemos asegurar que nuestra cosecha es la más abundante y apetecida en los mercados europeos en toda nuestra historia: Nairo Quintana, Esteban Chaves, Rigoberto Urán, Sergio Luis Henao, Winner Anacona, Miguel Angel López, Carlos Betancur, Jarlinson Pantano, Darwin Atapuma, Daniel Martinez y las jóvenes promesas que están haciendo el curso para la graduación en el viejo continente. Todos ellos nos han traído y nos seguirán trayendo las mayores alegrías en los escenarios más competidos del mundo. Así pues, lo mínimo que ellos esperan de nosotros no es otra cosa sino que los apoyemos, los arropemos, los defendamos y nos unamos a sus causas.
Por lo pronto les digo que Nairo Quintana no necesita ni de adulación a su nombre, ni tampoco del desprestigio colectivo hacia sus rivales; dejemos que se divierta sobre su caballito de carbono y mejor disfrutemos de un Tour que tiene a los mejores protagonistas de la década. Unámonos todos a su #SueñoAmarillo.
"La vida es como montar en bicicleta, para mantener el equilibrio hay que seguir avanzando" Albert Einstein.