Soy uno de aquellos colombianos que cree que la paz que se está negociando en La Habana debe traer frutos visibles para todo el pueblo y no solo para las elites que allí están representadas: gobierno y guerrillas.
En ese contexto, y viendo los grandes problemas que aquejan la vida cotidiana de millares de bolivarenses que padecen hambre, mala calidad de vida y violencia generalizada por ausencia de justicia y múltiples autoritarismos, muy respetuosamente le escribo como ciudadano profundamente preocupado por la destinación de cuantiosos recursos para los juegos Nacionales en el Departamento de Bolívar. Cualquiera que conozca la profunda miseria de la mayoría de la comunidad de este territorio, y usted como gobernador lo sabe, tiene el deber de pensar en las causas y en las terribles consecuencias que generan tal grado de iniquidad. Y si el estado por acción o por omisión ha contribuido, como creo yo, desde hace muchísimos años a este estado de cosas, le corresponde al gobernante desde una posición moral y ética ponerse al lado de los desvalidos, ciudadanos con todos los derechos, y conjugar los intereses jurídicos con los derechos básicos y constitucionales, Recuerde que el Departamento de Bolívar es el segundo en el país con más víctimas del Conflicto Armado, comunidades olvidadas en el campo y los jóvenes sin oportunidades.
Es muy grato mirar que usted luche por conseguir los juegos Nacionales porque realmente Bolívar tiene muy buenos deportistas, que además lo podemos conjugar con toda la historia de los Montes de María de las riveras del Magdalena, en las zonas de la depresión Momposina, lugares que resaltan este territorio de paz y ancestros que no podemos olvidar.
Pero es que son $ 90 MIL MILLONES para unos juegos que serán flor de un día. Es prioritario abordar las raíces históricas de la violencia en nuestro territorio y que se debe a una serie de conflictos económicos, sociales y culturales históricamente no resueltos. Mi propuesta es que el 2 % de esos recursos sean destinados para vincular a los jóvenes a la construcción de la paz territorial, para que ellos sean los que acompañen a las víctimas a superar las huellas de la guerra como son el odio, el rencor y la soledad; para que con su fuerza y creatividad contribuyan a retirar los estigmas de los territorios que hoy generan exclusión y más violencia; para que sean los jóvenes los verdaderos gestores de la paz actuando como nuevos ciudadanos autónomos y aptos para el bien común.
Hoy en todos los municipios del departamento vemos a jóvenes 'cruzados de brazos' --que ni estudian ni trabajan-- deambulando por los parques y los terminales de transporte. En su mayoría, son bachilleres analfabetas a los que el estudio no les ha servido sino para abrigar una nueva frustración a sus vidas. A ellos no les llegan programas oficiales del SENA ni del DPS, porque están llenos de requisitos y de intermediaciones politiqueras para poder acceder a los mismos. Pero con estos jóvenes, si se los convoca adecuadamente, se podrá construir un gran movimiento por la vida y por la paz en la vida cotidiana en Bolívar.
Quizás debería seguir el ejemplo de lo suecos con su renuncia a los Olímpicos y preferir invertir en viviendas, educación y jóvenes del Departamento. Tampoco le quiero quitar las ganas en esa búsqueda pero le deseo éxitos en esa búsqueda de los juegos Nacionales, pero coloque en sus pensamientos estos detalles del sentir social y la búsqueda y la inversión en los héroes del Departamento, que son los jóvenes del “si futuro”.