Como investigadoras de la migración árabe a Colombia, como colombianas que queremos aportar en la construcción de un mundo diferente, como ciudadanas del mundo que estamos en contra de la violencia y el abuso de poder para resolver los problemas, le queremos expresar nuestra solidaridad a la comunidad palestina de Colombia por la grave situación que atraviesa la franja de Gaza, convertida en “La más grande prisión al aire libre del mundo”. Ninguna defensa de principios políticos o religiosos tiene licencia de corzo para que niños, mujeres, ancianos y población en general sean asesinados, desplazados, bombardeados a través de la violencia y las prepotencias del poder.
Durante casi siete décadas los palestinos han sido víctimas del despojo de todas y cada una de las garantías con las que cualquier comunidad debe contar. El desgarramiento que han sufrido sus habitantes es inadmisible. Su lucha ha tenido y tiene que ver con la exigencia de los derechos que se le deben garantizar a cualquier población del mundo, como el respeto a sus nacionales, a su territorio, a su identidad, a su historia, a un presente, a un futuro y lo más importante, al reconocimiento de su dignidad como seres humanos.
Entendemos que para la comunidad palestina, es muy doloroso sentir que el árbol del que son ramas, que las tradiciones que los han acompañado a lo largo de su existencia, están siendo cortadas de raíz frente al silencio de los grandes centros de poder que apoyan la barbarie del Estado de Israel contra unas personas que no tienen forma de defenderse de estos abusos.
Cada una de las muertes de personas inocentes, cada hogar destruido, si no lo denunciamos, nos convierte a todos los ciudadanos del mundo en partícipes de una violencia que finalmente se devolverá hasta el mismo Estado sionista de Israel que la impone, porque la violencia, todos los sabemos, se alimenta de ella misma.
Pilar Vargas Arana
Luz Marina Suaza Vargas