Confieso que lo que me ha decidido a escribirle esta carta abierta es la que ya le envió Álvaro Uribe Vélez. No podía permitir que usted, el presidente electo los Estados Unidos de América, pueda pensar que con nuestro silencio los colombianos aprobamos las propuestas formuladas por el expresidente de Colombia en su mensaje, todas coherentes con su muy conocida posición política e ideológica. No señor Biden, no todos los colombianos somos así de reaccionarios y no todos apoyamos y aplaudimos al líder de la "seguridad democrática" que al final ha resultado muy poco segura y nada democrática.
Pero como no pienso distraer su precioso tiempo con la crítica de todas y cada una de las propuestas del señor Uribe Vélez, me voy a limitar a rechazar la que atañe a nuestra querida Venezuela, tan acosada y maltratada. El señor Uribe y quién gracias a él ostenta actualmente el cargo de presidente de la república de Colombia- han secundado con un entusiasmo inexplicable la estrategia de cerco y aniquilamiento del país hermano aplicada a rajatabla por Donald Trump. El argumento utilizado por este trío de extremistas para justificar tanta saña ha sido que no hay otra manera de derrocar al dictador Nicolás Maduro y restaurar la democracia que él ha pisoteado. Admito, en gracia de discusión, que Maduro es un dictador, pero le pregunto señor Biden, ¿es el bloqueo económico, el aislamiento diplomático y las incitaciones a un golpe de Estado, los únicos medios disponibles para conseguir la derrota de Maduro? Esta pregunta no podía siquiera hacérsela a Donald Trump, quien ha dado muy abundantes pruebas de lo poco o nada que respeta el derecho internacional y de su debilidad por las imposiciones y la arbitrariedad. Así como su desdén, por decir lo menos, por la democracia, del cual es usted ahora víctima privilegiada. Con cuatro millones de votos ciudadanos y una treintena de electores menos, Trump se niega tercamente a reconocer su derrota en las urnas y entregar pacíficamente el cargo.
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Le sugiero que tome en cuenta la decisión de Henrique Capriles, el líder de la oposición venezolana moderada, que ha decidido participar en las elecciones a la Asamblea Nacional
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Yo en cambio le hago la pregunta a usted porque supongo que está al tanto de cuan catastrófica ha resultado en Libia la política de bloquear al país y de alentar la insurrección armada contra Muamar el Gadafi. Hoy Libia es un país irremediablemente fracturado, con su economía arruinada y sometido al vaivén de bandas armadas que no parecen tener otro interés que repartirse las regalías generadas por sus ingentes recursos petrolíferos. Creo que usted es lo suficientemente realista y razonable como para no desear para Venezuela un futuro semejante, por lo que le sugiero que tome en cuenta en sus futuras medidas sobre ese país, la decisión de Henrique Capriles, el líder de la oposición venezolana moderada, que ha decidido participar en las elecciones a la Asamblea Nacional del próximo 6 de diciembre. Esa es la actitud de un dirigente político responsable que no ve contradicción entre defender su proyecto político y defender simultáneamente a su país. En vez de persistir en la estrategia de acoso y derribo del gobierno de Maduro, lo que habría que hacer es exigir la supervisión internacional de dichas elecciones y obtener plenas garantías para la oposición.
No se entendería bien, señor presidente, que en vez de trabajar por la celebración de unas elecciones libres, usted, señor presidente, optara por dar continuidad al deseo de Donald Trump de darle una solución violenta a la grave crisis venezolana. La guerra civil nunca debe ser una opción.