Carta a los veteranos colombianos que participaron en la Guerra de Corea

Carta a los veteranos colombianos que participaron en la Guerra de Corea

"Ustedes, los 168 sobrevivientes, son las personas que más deseo ver. Hace 70 años, en su plena juventud fueron convocados por su nación a pisar el extranjero"

Por: Carlos Eduardo Lagos Campos
noviembre 25, 2021
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Carta a los veteranos colombianos que participaron en la Guerra de Corea
Foto: cortesía

Un mensaje para los veteranos colombianos en forma de carta para agradecer su participación en el conflicto bélico donde se logró la libertad de Corea del Sur.

Saludos cordiales a todos ustedes.

Ha pasado demasiado tiempo. Siento una gran pena porque, debido a la situación del Covid-19, no puedo cumplir mi profundo deseo de ir corriendo a donde se encuentran ustedes para tomarles de la mano uno por uno y compartir en persona las historias de guerra con cada uno de ustedes.

Es un honor poder saludarlos aunque sea a través de esta carta. Mi nombre es Kang Seongjin, coreano nacido en 1950, el año en el que se inició la Guerra de Corea.

La historia nos explica que, sin su ayuda y la ayuda de los veteranos de las tropas de la ONU que protegieron la libre República de Corea en ese entonces, mi nación, y yo, no existiríamos el día de hoy en esta tierra de libertades.

Durante la Guerra de Corea del 25 de junio, 16 países que formaron parte de las tropas de la ONU y aproximadamente 1 millón 950 mil jóvenes en total se lanzaron al escenario de la guerra coreana que se dio lugar en la península, en el extremo este del continente asiático.

En esta guerra comenzó con la invasión ilícita de Corea del Norte hacia el sur, en Corea del Sur. Esta última fue rescatada del destino de ser unificada bajo el comunismo gracias a ustedes, quienes no vacilaron en socorrernos y luchar en nuestra defensa de forma oportuna y en el momento más crítico.

Han salvado a la República de Corea que estuvo a punto de desaparecer de la faz de la Tierra. No hay mejores palabras para expresar lo vivido, más que decir que fue una “salvación divina”, ciertamente milagrosa.

En especial, si los dos países de Colombia y Etiopía no se hubiesen sumado a las tropas enviadas al exterior, imagino que hubiese culminado en una situación bastante decepcionante.

Ser los únicos países de Sudamérica y África, respectivamente, que tomaron la decisión de participar en la guerra es un auténtico símbolo de cooperación y vínculo entre los países libres representantes de los continentes del mundo, y expreso mi profundo respeto ante su significado y responsabilidad histórica.

Ustedes, los 168 sobrevivientes, son las personas que más deseo ver en este momento. Hace 70 años, en su plena juventud veinteañera, cada uno de ustedes han sido convocados por su nación y han pisado tierras extranjeras. Me pregunto qué habrán tenido en sus mentes cuando dieron paso adelante sin recelo hacia la zona de combate, cargando su pesado equipo militar. Es unapregunta que me surge al imaginar sus siluetas en avanzada.

Pinto en mi mente, con gran dolor y pena, sus caras jóvenes en el pasado gris. Nadie que ha estado presente en el sitio pudo haber sido libre del miedo ante la muerte y del apego a la vida, en algún momento, pero solo puedo suponer que el pesado sentido del deber de la defensa de la paz y la libertad, los valores de la humanidad que habita esta tierra, es lo que habrá logrado la trascendencia de la vida y la muerte.

El gran sacrificio de 54 mil caídos en la guerra entre las tropas de la ONU fue el precio a pagar para proteger esta libertad.

¡Respetados señores veteranos de la guerra!

Ustedes son los héroes que han salvado a la República de Corea. Ustedes son nuestros héroes, en la vida y en la muerte. Corea y Colombia ya son “países hermanos”.

Deseo que podamos seguir cooperando para un futuro más grandioso y así continuar con nuestra profunda relación.
Los libres dicen que poseen la obligación de proteger la libertad de otros. Las semillas de paz y libertad que ustedes han sembrado han abierto los caminos para el avance de los coreanos.

Las deudas materiales pueden ser retribuidas, pero la luz de la vida que ustedes nos han otorgado no puede ser devuelta con nada, de modo que seguiremos viviendo el día a día con devoción, recordando el noble espíritu de los veteranos de la guerra y esforzándonos para cumplir con la esperanza del mundo entero que anhela la paz de la humanidad.

¡Señores veteranos de la guerra! Con gran dolor, pienso en el sufrimiento con el que ustedes debieron cargar toda su vida como consecuencia del trauma de la guerra. Aunque sea tarde, he juntado una pequeña muestra de mis sentimientos y he preparado un pequeño monto de donación para ser entregado a los héroes que han rescatado nuestro país.

La indemnización por daños que causaron la pérdida de mis familiares en un accidente de autos hace 27 años sirvió de base para preparar el dinero de esta donación, y este doloroso hecho de intercambio de la vida por el dinero me hizo desear que sea destinado como un regalo de gran valor únicamente dirigido hacia ustedes, y así se lo entrego como símbolo de mi agradecimiento. Conservaré este acto como un pequeño gozo de mi vida.

Recordando la libertad que hemos obtenido a cambio del terrible sacrificio en la Guerra de Corea del 25 de junio, aseguro en que ustedes serán una herencia eternamente viviente en la historia de Corea, bajo el nombre de “inmortales”. Además, el afecto y el espíritu de los coreanos los acompañarán por siempre.

Para finalizar, rezo a Dios para que todas las 168 personas, aunque no sepa sus nombres y apellidos, vivan una vida plena y feliz. Espero que la experiencia de la Guerra de Corea sea considerada como un acto de máximo honor en sus vidas y sea un orgullo para los veteranos que aspiraron a una mejor vida.

Los valores que han protegido con sus vidas brillarán en nuestros corazones eternamente. Con infinito respeto y agradecimiento, los saludo con profunda reverencia desde lejos. Les deseo salud y bienestar por siempre.

Desde la Isla de Jeju, en el extremo sur de la República de Corea.

Kang Seongjin

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