Queridos compañeros y compañeras,
En estos 13 días de Paro Nacional han sido ustedes, la juventud colombiana, la primera fila de esta gran movilización. El pueblo de Barrancabermeja y de Colombia agradecemos su valor para ponerse en pie y poner la cara para cerrar este periodo de la historia e iniciar un nuevo tiempo democrático para nuestro país.
Nuevamente, como ocurrió en 2019, pocos apostaron al éxito del Paro Nacional, creyeron que sería cosa de un día y de pocas personas, pero hemos salido millones en las calles, ustedes obligaron a Duque y a su jefe a negociar y este mayo, que no olvidaremos, la pradera se encendió y ha ocurrido lo impensable: el gobierno ha llamado a negociar, ha retirado la reforma tributaria y echaron al poderoso y corrupto ministro Carrasquilla. Ustedes también han puesto las víctimas y desde aquí exigimos que las personas desaparecidas aparezcan, las personas detenidas sean puestas en libertad y los responsables desde el presidente y el subpresidente que dieron la orden hacia abajo sean juzgados por las muertes y violaciones a los derechos humanos cometidas.
En las marchas me he encontrado con tres grupos de jóvenes. He conversado con ellos. Uno, quizá el más grande, es la juventud popular que no puede estudiar ni trabajar y que reclaman oportunidades de formación universitaria y para el trabajo. Viven en la informalidad o dependen de sus padres. A este grupo alguna vez pertenecí. Solo pude ir a la universidad cuando accedí al mundo del trabajo, por eso estoy convencido (parafraseando a una gran amiga) que el trabajo es el vehículo mediante el cual se materializan otros sueños, otros derechos sociales. Esta juventud reclama trabajo digno, apoyo del Estado para emprender actividades productivas distintas al trabajo subordinado, esta juventud está dispuesta a comerse el mundo, pero en Colombia se le cierran todas las puertas.
Otra gran masa juvenil es la que está en la universidad. Reclaman más y mejores recursos que conduzcan a la gratuidad de la formación e infraestructura para fortalecer la ciencia, la investigación y la tecnología. Una juventud medianamente organizada en sus asociaciones, consejos y con niveles de representación elegidos por votación popular.
Una tercera agrupación es la de jóvenes trabajadores. Con trabajos precarios. Sin estabilidad laboral o amarrados a contratos de prestación de servicios con el Estado a pesar de su buena formación profesional y que la regla constitucional señala que el empleo estatal debe ser público, de carrera, por méritos y con trabajo decente y no estar amarrado a la politiquería de turno. Una juventud que busca y muchas veces no encuentra en los sindicatos posibilidades de organizarse ni de ser representados por ellos.
Los tres grupos de jóvenes han coincidido en el propósito común de salir a las calles de casi 700 municipios de Colombia exigiendo ser reconocidos y marchando para desmontar un régimen oligárquico y violento que les niega no solo oportunidades, sino que además quería que pagaran más impuestos para seguir protegiendo los privilegios y ganancias de bancos, mineras y agroindustrias.
Claro tienen agendas diferentes y formas de representación distintas y deben ir construyendo a través de sus propios colectivos y formas organizativas, una representación común con un liderazgo colectivo. Construir una red o una organización colectiva y masiva
no es fácil y seguro en el camino encontrarán los mismos problemas internos que tenemos los sindicatos, pero, en todo caso, deben hacerlo. Enfrentar debates intensos, múltiples opiniones sobre cualquier tema, tener que decidir por mayoría es un aprendizaje para cualquier organización democrática.
Las juventudes deben ir al Comité Nacional de Paro con sus propios reclamos y sus autenticas vocerías. Quienes hacemos parte del Comité en representación del sindicalismo, de un movimiento que no ha logrado parar y que suele estar ensimismada en sus asuntos gremiales, debemos abrirle espacio a los jóvenes y no podemos aislarnos del momento ni de lo que está sucediendo.
El sindicalismo debe ayudarles, poner a su servicio nuestra experiencia en estructuras organizadas, jerárquicas y colectivas. Nuestros recursos, canales de comunicación, infraestructuras y nuestras sedes para que puedan avanzar en sus discusiones internas, deliberen sobre sus reclamos y también elijan sus propios representantes.
Y una recomendación, por ahora, cualquier agenda y cualquier negociación no puede hacerse sin acción política. Es la política la que transforma realidades, la que puede hacer posible nuestros reclamos. Por eso se equivocan, los que, desde algunos grupos desdicen de la política. Ya bien lo decía nuestro Nobel, “si no te metes en política, la política terminará metiéndose contigo”.
Compañeros y compañeras, yo, a pesar de mis 37 años, también he recorrido los caminos por los que hoy protestan ustedes, no es el momento de dividirnos, es el momento de unirnos en la diversidad y luchar juntos por nuestros sueños, que al final, serán los sueños de la presente y futura generación.
Nos seguiremos viendo en las calles. Protejámonos entre todos, rechacemos la violencia venga de donde venga y con mucho entusiasmo, pensemos que otra sociedad más democrática, igualitaria y con oportunidades, es posible.