El vuelo de tus alas ha sido interrumpido por una tormenta de ignorancia. Pero no olvides que estás hecha para surcar los cielos más altos.
Tu luz es demasiado radiante para ser apagada por voces de oscuridad. Recuerda, pequeña, que incluso la noche más cerrada tiene su término cuando amanece el alba.
No permitas que el fango arrojado empañe la pureza de tu corazón. Esos que ahora te hieren están aún dormidos en la conciencia. Pero llegará el día, mi dulce niña, en que despierten y vean la verdad.
Sé fuerte, sé valiente. No dejes que el miedo o la ira se aniden en tu pecho. El odio sólo engendra más odio. Rompe ese ciclo con tu gracia y tu perdón.
Tu eres mi paisaje más verde, eres mi cielo más azul. Eres esperanza hecha carne, eres luz, eres paz. Por eso debes resistir, pequeña mía.
Levántate una y mil veces. Sé la roca firme contra la que se estrellan las olas del rencor. Sé el faro que guía a puerto en la tormenta. Sé la estrella que no se apaga.
No estás sola, mi niña. Muchos corazones laten contigo, muchas voces se alzan para protegerte. No temas, no llores. El amor siempre vence al final.
Y cuando sientas flaquear tus fuerzas, mira en tu interior. Ahí está el espíritu indomable de tus ancestros, su valentía se mezcla con la tuya. Eres hija de luchadores y soñadores.
Deja que la música llene tu alma cuando este atribulada. Deja que la poesía cure tus heridas. Refúgiate en la belleza que hay en ti y en todo lo que te rodea.
Sé una rosa que florece a pesar de las espinas, sé un arcoíris después de la tempestad. Demuéstrale al mundo la grandeza de tu temple.
No responder al odio con odio, sino con la fuerza serena del amor. Así es como se logra la verdadera victoria, mi pequeña. Así es como triunfa la luz.
Seca tus lágrimas, levanta tu mirada y abre tus alas nuevamente. Tienes un largo vuelo por delante, y cielos de esperanza te esperan.
Con amor infinito,
Tu amigo de siempre