El caos del transporte en Bogotá se ha vuelto tierra fértil para unirse a la tendencia mundial de las plataformas que ofrecen servicios de transporte alternativos. De no ser regulados y atendidos correctamente los carros, patinetas, bicicletas y motos que los ciudadanos pueden alquilar por cortos periodos de tiempo o solicitar para que alguien los lleve del punto A al B contribuirán a aumentar la congestión que sufrimos en las vías, algunas acondicionadas para priorizar las bicicletas, y por lo tanto se incrementarán los tiempos dedicados al transporte de los ciudadanos. Le corresponde a un sector regulador, que propiamente no ha dado muestras de ser el más ágil, integrarlas adecuadamente al transporte urbano y aprovecharlas al ser alternativas más ecológicas, eficientes y de alto alcance.
Los emprendedores han sabido responder al caos aprovechado las posibilidades que ofrece la creciente conectividad a internet y el uso de celulares inteligentes para desarrollar una buena variedad de aplicaciones o Apps dedicadas a satisfacer las necesidades individuales de movilidad, “conectando” a personas que pueden transportar a otras, así como vehículos, bicicletas y patinetas destinados a prestar el servicio: Tappsi para los taxis, y las internacionales Uber, Cabify y Beat para transporte en automóvil con conductor, Emobi para arrendar vehículos eléctricos por minutos, Picup para transportarse en moto con un motociclista, Muvo y Bicico de bicicletas eléctricas compartidas, y Rappi con patinetas eléctricas compartidas que Emobi también operará a partir de enero.
Cada sistema tiene sus caracteristicas particulares, pero todas comparten los principios de la “economía de las plataformas”, la idea que en una sociedad donde la información ya no es un bien escaso – gracias a Internet – podemos conocer quién y qué está libre y conectarlo con alguien que podría usarlo. Gracias a los avances tecnológicos es posible la ubicación de los carros, bicicletas y patinetas, permitiéndole al usuario seleccionar el servicio más cercano, o acorde a su necesidad, así, la patineta si es un viaje corto, moto si se tiene afán, y carro para más seguridad o cargar algo. Adicionalmente, las alternativas emergentes tienden a ser de propulsión eléctricas -en unos casos para evitar el pico y placa- que ayudan a la calidad del aire.
Estos Apps han generado nuevas modalidades de ingresos que pueden ser interesantes y beneficiosas: quienes tienen carros y motocicletas particulares acceden a ingresos extras transportando a un desconocido; personas contratadas para recoger, mantener y recargar las bicicletas y patinetas, así como realizar el aseo y mantenimiento a los vehículos; instalaciones en parqueaderos para recargar los carros eléctricos. Adicionalmente, las diferentes plataformas contratan cada vez más ingenieros de sistemas o personas con conocimientos técnicos - cada vez más escasos y cotizados- para soportar estas plataformas.
Da la impresión de que a las autoridades
todas estas soluciones de transporte se les aparecen por sorpresa
Sin embargo, da la impresión de que a las autoridades todas estas soluciones de transporte se les aparecen por sorpresa. El manejo a la situación legal de Uber, Cabify y Beat es lo más parecido al juego “corre que te alcanzo”, el gobierno emite comunicados en contra de estos sistemas ante las críticas de los taxistas a quienes el gobierno les cobra unos cupos por operar -lo primero que debería revaluarse ante la competencia-, pero luego se ve a varios funcionarios públicos al salir de sus trabajos utilizando estos servicios ante la imposibilidad de moverse en el caótico transporte público de la ciudad. Todos en algún momento hemos tenido que aparentar que somos amigos del chofer del Uber o Cabify que nos recoge para poder transportarnos un viernes lluvioso al final de la tarde. A veces pienso que el incremento de estos Apps, en el fondo benefician al mismo sector público que no sabe como controlarlo, pues le quita presión sobre las dificultades de movilización de sus ciudadanos y lo beneficia económicamente con las altas multas que cobra a las plataformas internaciones como Uber.
Preguntas adicionales que generan estas nuevas aplicaciones –y que deberían ser revisadas por las autoridades- es la protección que se le esta dando a los datos de los usuarios y su potencial uso en un futuro, es importante que estos datos e historiales de viajes no caigan en manos equivocadas; determinar la cantidad de vehículos compartidos que aguantan las vías locales –como hizo recientemente Nueva York-; definir el régimen laboral de quienes dedican el grueso de su tiempo a trabajar a través de estas aplicaciones, promocionadas para unas horas, pero que las realidades sociales distorsionan. Pero en cualquier caso, el gobierno deberían aceptar lo que es ya un hecho: son servicios que se usan cada vez más, que son atractivas, y que lo más probablemente es que estén en el mundo para quedarse.