A raíz de las fotos y videos que están circulando por las Redes, mostrando la belleza y la majestuosidad de las carrosas del Carnaval de Negros y Blancos de la ciudad de Pasto, en Barranquilla se ha desatado la “Pica Pica en Carnaval”, como la canción de Ángel Velázquez.
No, no es que el Carnaval de Pasto sea mejor que el de “Curramba”; cómo tampoco a la inversa. Nuestra amada Colombia es un país de regiones y cada una tiene sus costumbres, sus tradiciones, su cultura y su idiosincrasia.
¿Cuál es el mejor? No, ese no debe ser el debate. Como colombianos, sentimos orgullo del “El Festival de las Flores” de Medellín, “La Feria de la Caña” de Cali, la “Fiesta del Zapateo” en los Llanos, la “Fiesta del Mar” de Santa Marta, Las Fiestas de San Juan” en Ibagué, del Festival de la Leyenda Vallenata” en Valledupar y tantos y tantos que se dan en éste “El país del Sagrado Corazón” y todos, todos son buenos.
Como insumo, La Ley No. 706 del 22 de noviembre, artículo 1º, declara como Patrimonio Cultural de la Nación, al Carnaval de Barranquilla y a Los Carnavales de Pasto. Por su parte la UNESCO, declara al Carnaval de Barranquilla como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”, el 7 de noviembre de 2003 y al Carnaval de Negros y Blancos de la ciudad de Pasto como “Obra Maestra del Patrimonio Cultural de la Humanidad” en el año 2009.
Ambos eventos, son dirigidos por entes privados y de pronto ahí, si encontremos algunas diferencias en donde creo, debe centrarse la polémica. Ambas fiestas, para mantener esos créditos, deben cuidar, proteger y estimular el acervo que se presentó para soportar dicha propuesta y para ello hay un Plan Especial de Salvaguardas, que todo parece indicar, es el punto en que estamos fallando con el Carnaval de Barranquilla.
La razón del Carnaval “Quillero” se debe a la creatividad popular, a los gestores y hacedores del mismo y en ese perfil, debe ponerse en práctica el mencionado Plan Especial de Salvaguardas y digo esto, porque no obstante que existen ciertas Comparsas y Cumbiambas que por su trayectoria se pelean sus derechos para mantenerse como manifestaciones del Patrimonio, otros con menos influencia les toca mendigar algo de los recursos del Carnaval, como le ocurre a los Disfraces y comparsas pequeñas, por ejemplo. En vez de incrementar espectáculos y muestras de los artistas populares, se han venido recortando y hasta cancelando algunos desfiles ya tradicionales y como si fuera poco, se ha mercantilizado tanto el Carnaval, que incluso, un familiar de un hacedor del Carnaval que desfile por el tradicional Cumbiodromo de La Vía 40, le toca pagar cuantiosos precios para poder verlo actuar. Los mercachifles en esta ciudad, han hecho del carnaval y la cultura, un egoísta y jugoso negocio. Este es un secreto a voces.
De igual manera, al final de los últimos Carnavales de “La Arenosa”, en la tienda, en la esquina, en el bordillo y ahora por las Redes, el tema de discusión es el contenido de los Desfiles, porque ya la cumbiamba, el disfraz, las Letanías o el Grupo “e Millo, perdieron estima (para la Empresa Carnavalera) y se convirtió en un desfile de carrosas con sonidos estridentes y de mal gusto, mostrándonos a “personajes de la Televisión”, a los mal llamados “influencers” y a Reguetoneros y otros demonios, que con jugosos pagos han desplazado de tajo, toda la tradición que le mereció al Carnaval de Barranquilla haber sido declarado: Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
