Regresó La tele y esta vez los martes. Más sucios que nunca. Más aberrantes. Si escandalizan ahora, ¿Cómo sería hace 30 años? Y toda la culpa de esto la tiene Carlos Vives. Acababa de sacar su obra cumbre, Clásicos de la provincia. Pocas veces un álbum ha sido tan importante como para hacer explotar una cultura, un sonido. Porque si el sonido colombiano existe es gracias a Vives. Poca veces un disco se ha vendido tan bien y, además, ha cautivado a la crítica. Porque los arreglos de la Provincia refundaron el vallenato. Vives es al vallenato lo que es Piazzola al tango. Validó estéticamente una música tan popular, tan colombiana. Entonces Vives era el puto rey, y como la vaina era lo que Su majestad desee pues se le ocurrió que Martín tenía gracia siendo él mismo y estaba el parche con Santiago Moure y Velilla y se levantaron La Tele. La disruptiva Tele. Y Vives se reía cuando se enteraba de las demandas de más de un presentador todo ofendido porque le decían a la cara lo que él era, ridículo, engreído.
Vives era el rock y Martin su pupilo, su hijo. Y los dos siguen acá, poniendo tendencia. La importancia de Vives es capital para nuestra cultura. Todo lo que hace es noticia. Lo sentimos tan cercano, tan colombiano, que tendemos a subestimarlo, a ponernos bravos porque no piensa como nosotros, como si él tuviera algo que ver con nosotros. Pobre Vives, tan famoso desde los veinte años, tan talentoso siendo actor, cantante, productor, show man. Cada vez que hay elecciones presidenciales lo odiamos dizque por tibio. Mucha mierda le echamos encima y no creo que Petro hubiera valido la pena.
Y Martín con su gripa eterna, sus calambres en vivo al lado de Peláez quien acaba de cumplir 80 años cautivando a viejos y millenials. El espacio en la W lo único malo que tiene es el nombre, Futbol y algo más, cuando debería llamarse La conjura de los necios. No hay nada más efímero que la popularidad y si este par siguen teniendo la importancia capital que tienen es porque son buenos, son dos clásicos.
Ojalá algún día, cuando sus compromisos lo permitan, a Vives le dé por resucitar fantasmas y haga una temporada de La Tele con el elenco original. Después de los sesenta no hay miedo a nada. La muerte hace que todo pierda importancia. Así que mataríamos por volver a ver esto. Hemos sufrido demasiado aguantándonos la mediocridad de nuestra televisión, ¿Por qué no darnos este lujo antes de deshacernos?