Carlos Rojas y lo sagrado
Opinión

Carlos Rojas y lo sagrado

No tenía reglas, aunque era un enorme ser humano. Su trabajo mantiene el rigor de su temperamento inquieto porque fue un Intelectual que buscó lo sagrado

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febrero 12, 2022
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Antonio Tabucchi dice en su libro La cabeza perdida de Damanceno Monteiro algo en donde siempre he visto un paralelo con Carlos Rojas y dice: “Yo defiendo a los desgraciados porque soy como ellos, esa es la pura verdad. De mi ilustre estirpe utilizo el patrimonio material que me ha dejado, pero, como los desgraciados a los que he defendido, creo haber conocido las miserias de la vida, haberlas comprendido e incluso asumido, porque para comprender las miserias es necesario meter las manos en la mierda, perdónenme la palabra. Sobre todo, para ser consiéntete de ello”. Carlos Rojas fue un valiente artista que lo conoció todo. Su rebeldía furiosa, no lo ayudaba porque fue tímido. La casa que conocí estaba llena, repleta, de todo tipo de objetos en donde uno podía distinguir una lógica, aunque él sí conocía el orden de su mundo. Como siempre, estuvo despeinado, en su aspecto formal desordenado, parecía que también desafiaba las reglas. Su aspecto físico ni su conducta seguía orden. No tenía reglas, aunque era un enorme ser humano.

Su trabajo mantiene el rigor de su temperamento inquieto porque fue un Intelectual que buscó lo sagrado. Entre las galaxias macroscópicas o en los secretos más cercanos microscópico. Fue astrónomo y jardinero porque le encantaban pintar a su manera el brillo del universo, la oscuridad de las ventanas pequeñas de los campesinos a  quienes el paisaje de su verdad  los abruma todos los días. Igual, e interesa las hojas del jardín o las raíces de los árboles donde controló cuidadosamente el crecimiento hasta volverlos bonsáis.

 - Carlos Rojas y lo sagrado De la serie América Horizontes, 1985, Mixta sobre tela, Cortesía MAMBO

Como todos los grandes de su generación, en 1960 entró a realizar collages pensando en el Cubismo, pero de la época de lo Sintético de Picasso y Braque. Este análisis se reflejó en obras de pequeño formato. Joyas que Carlos Rojas realizó, como interpretación de esta tendencia, obras donde utilizaba telas de diferentes texturas que organizaba a la manera de “collage”. Más tarde pintará verticales y horizontales-. En este tiempo, Carlos Rojas exploró las superficies y los manejos en el tratamiento del color mientras trataba de sacar un lenguaje propio. Extrañamente, Mondrian le mostró desde una otra geometría, la combinación con la cual fue creando su lenguaje propio geométrico-abstracto.

Ya en la mitad de los años sesenta desaparece para siempre de su trabajo la línea curva. Encontró en el formato cuadrado su forma y, la línea recta severa llegó para quedarse y a ser parte de un lenguaje que recreó en fondos sellados, casi monocromáticos.

 

En los setenta se compromete con el hombre americano, busca la geometría ancestral de lo precolombino y asume el complejo sentimiento de pintar sobre series como El Dorado donde busca los orígenes de la otra mística ancestral precolombina. Otra búsqueda donde los comportamientos religiosos tenían otro sentido de la vida y el oro era el material que brillaba para encontrar a su Dios. Ese compromiso con la tierra será su más profundo credo. Pintará para entonces sus series Paralelos y Horizontes. Mundos de una geometría de franjas que, con exactitud, llegó a ser su dinámica de una abstracción poética.

 

 - Carlos Rojas y lo sagradoDe la serie Dorado, 1992

En la década de los ochenta realizó su serie Mater Materia donde abandona la línea mientras busca una abstracción. Importa entonces una pintura más atmosférica donde buscó, con ensayos, resultados en técnicas mixtas. Indagó destellos de luces astrales, mundos insospechados o muros llenos de misterio con texturas profundas. Sin duda, son realidades donde se presiente ese complejo espíritu lleno de preguntas sin respuestas.

 

 - Carlos Rojas y lo sagradoSin título, 1996, Collage sobre madera (fragmento), Cortesía MAMBO

Carlos Rojas buscó la materialización de sus investigaciones y la encontró en los años noventa, cuando deja la tela y pasa al estilo de la rusa-norteamericana Louise Nevelson, a construcciones realizadas con madera que llevan la condición de que han sido rescatadas entre deshechos. A cada pieza le encuentra su orden sublime. De lo superfluo desechable como barras de muebles, retazos de mallas, latas heridas llega a crear otro mundo visual.

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