Carlos Mario Gallego, del chucuchucu a la salsa, entre ‘El ratón’ y ‘La maestranza’

Carlos Mario Gallego, del chucuchucu a la salsa, entre ‘El ratón’ y ‘La maestranza’

Gallego se la juega en las tablas bogotanas con "La salsa de mi vida. Cómo superé el chucuchucu', monólogo sobre sus primeros bailoteos

Por: Ricardo Rondón Chamorro
mayo 03, 2024
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Carlos Mario Gallego, del chucuchucu a la salsa, entre ‘El ratón’ y ‘La maestranza’

Foto: Cortesía Carlos Mario Gallego

Al pobre y al feo no todo se le va en deseo, siempre y cuando sea un buen bailarín, y más en pueblos de la Antioquia montañera como Yolombó, cuna de don Tomás Carrasquilla, con su clásico de la literatura colombiana, y Carlos Mario Gallego, curtido humorista de tinta, telón y tablas, creador de 'Tola y Maruja', parlanchinas comadres de aguda y desabrochada crítica social y política en este país del sagrado chicharrón.

Gallego confiesa sin tapujos su carácter introspectivo y su timidez congénita, con la salvedad de la trinchera en la que se acomodó desde muy joven (19 años), la del humor, primero como columnista satírico en el recién inaugurado periódico El Mundo, de Medellín, y después como caricaturista con el seudónimo de 'Mico', en varias publicaciones como El Espectador, su casa periodística de largo aliento a la fecha.

Por estos días, Gallego se la juega en los tablados bogotanos con el monólogo "La Salsa de mi Vida, cómo superé el chucuchucu', movida y jocosa reminiscencia inspirada en sus primeros bailoteos pueblerinos en Yolombó, y después en la Universidad de Antioquia, a donde se fue a cursar periodismo. Lo entrevistamos.

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-Uno de pelado aprendía a dar los primeros pasos del chucuchucu con las tias, en la sala de la casa, aprovechando la brillada, después de la biruteada y la encerada. ¿A usted le tocó lo mismo?

Todo pelado paisa nace con la arepa debajo del brazo y con el chucuchucu incrustado en el ADN. Aprender a cogerle el paso a las tías era el entrenamiento para debutar en forma en las heladerías del pueblo, donde pintosos y escamosos se disputaban a las muchachas bonitas.

-Qué sonaba por esa época.

-Pues es que nos tocó la época dorada del chucuchucu, empezando por los Teen Agers, de donde se disparó Gustavo el 'Loko' Quintero con Los Hispanos, y por esa misma ruta 'Los Graduados', con Rodolfo Aicardi, y el mismo Guillermo Buitrago. Eran los que más sonaban en la radio.

-¿Cuáles eran las emisoras antioqueñas que más botaban corriente con el chucuchucu.

Ondas de la Montaña, Radio Visión, Radio Claridad, Radio Tricolor, que era la emisora cultural y parroquial de Yolombó. Recuerdo que había una locutora que, cuando anunciaba la hora, se demoraba un poquito mientras salía a verla en el reloj de la iglesia.

-¿Y usted con qué melodías empezó a mover la osamenta?

El repertorio es largo, pero de las que más resuenan y algunas hoy hacen parte del monólogo que estoy presentando: 'Caminito serrano', 'La maestranza', 'Ese muerto no lo cargo yo', 'La saporrita', 'El revolíatico', y los porros de Lucho Bermúdez; toda esa música que nunca pasará de moda.

-¿En Yolombó también se organizaban las recordadas "coca~colas bailables?

Sí, claro, pero como esas "coca~colas" se hacían a la vista de padres, tíos y abuelos fisgones, los ya piernipeludos tirábamos para las heladerías, entre las penumbras de la intimidad y el amacice. La más frecuentada era 'Claro de luna'. Allí los feítos teníamos que demostrar la habilidad en la pista, porque ese era el pasaporte para la conquista. El enganche. No había otro chance.

-¿Cuál puede ser el origen etimológico del chucuchucu?

Que deriva de la rasca o la carrasca, conocidas en Cuba y en Puerto Rico como güiro, instrumento artesanal de madera o de metal, al que se le saca sonido con un trinche. Yo estudié carrasca clásica.

-Cómo fue ese salto suyo del chucuchucu a la salsa?

¡Pum!, fue un bombazo. Llegaron Fruko y sus Tesos con 'El Preso' a Yolombó. Entrada triunfal, la locura. Y eso también quedó en el ADN. Porque para mí 'El Preso' es un chucuchucu en su salsa: uno bregaba a bailarlo como salsa y terminaba bailándolo como chucuchucu. Además, a diferencia de la salsa, que tiene su propia, pinta, su vestimenta particular, el chucuchucu se baila con la misma ropa con la que cualquier persona se baja de transmilenio.

-¿Cómo lo marcó ese cambio radical del chucuchucu a la salsa?

-Como ya había terminado bachillerato y me gané un cupo para estudiar periodismo en la Universidad de Antioquia, me fui para Medellín, territorio de la salsa, con Fruko, su rey indestronable. Yo llevaba enterito el capote del montañero.

En los bares del centro de ‘Medallo’, como el 'Bahía' y 'El Oro de Munich', descubrí una pieza que me voló la cabeza: el 'Sonido bestial' me escupió a la pista. Los compañeros de la facultad empezaron a burlarse porque se me notaba el chucuchucu del "agrodescendiente". Por más que lo intentara, una y otra vez, el matoneo persistía, a tal punto que me obligó a pedir cita con el psicólogo.

-Cómo le fue con el psicoanalista.

No pasó nada. Pero ahí no paré. Empecé a consultar curanderos, fisioterapeutas, acupunturistas, teguas, sobanderos, espritistas, hipnoterapeutas, mejor dicho, llegué hasta el templo del Indio Amazónico, y a donde un cura para suplicarle que me practicara un exorcismo. Imagínese. Todo eso lo cuento en el monólogo.

-¿Pero al fin da con el chiste para sacarse el chucuchucu del cuerpo?

Eso no se lo puedo responder porque hace parte del desenlace, y si no qué gracia, quién me va a ir a ver. Lo que sí le puedo contar es que el monólogo ha gustado mucho, porque matizo con música: chucuchucu y salsa vieja guardia, y bailo. Me pongo el escenario de ruana. No faltan las damas que se avientan a bailar conmigo, como una caleña, que casi me deja sin aire.

-¿Salsero que se respete, "mamertoide" seguro?

Si es de universidad pública y del proletariado, póngale la firma, porque lleva a Rubén Blades en el ADN. Pero que va, si hay algo democrático es la salsa, que reúne a viejos y jóvenes en la misma pista, estilo la taberna "Carruseles", de Medellín; "La Topa Tolondra", de Cali; "La Troja", de Barranquilla, o "El Goce Pagano", de Bogotá.

-Cuál es la salsa de su vida.

Por el oficio ‘El periódico de ayer’, pero hay muchas: desde ‘El negro bembón’, pasando por ‘El ratón’, ‘Mi Caela’, el ‘Jalajala’, y todo lo de Fruko.        

-Cuánto tiempo lleva con el monólogo.

Hasta ahora estoy despegando. Me he presentado en Café y Libro, de la 93, y este sábado 4 de mayo voy a estar en el Cafetín de Buenos Aires, en Chapinero (calle 64#13-29, segundo piso), a partir de las 8 de la noche. Parejita: $30.000. individual: $20.000. Al final le vamos a hacer un homenaje al maestro de la caricatura Arles Herrera 'Calarcá', que el próximo mes de junio cumplirá 90 años. Será una velada entretenida, con chucuchucu, salsa y tango. Vengan pa'que aceiten coyunturas.

-Usted que ha sido tan botador de corriente toda la vida, que proyecto tiene parado.

Siempre he tenido en la cabeza hacer un periódico como Le Monde, de Francia, pero popular, a la colombiana, que lleve sexo, crónica roja y humor. Del humor, me encargo yo; del sexo, Chócolo; y de la crónica roja, usted Rondón, que ha vivido de la sangre.

-¿Y ya tiene el nombre del pasquín?

Sí: Le Mondá.

Hágale, pues, Carlos Mario, en primera y sin mirar pa'tras.

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