En octubre del 2010 Carlos Huertas, entonces jefe de investigación de la Revista Semana, viajó a Londres. Pocos sabían que el motivo de su viaje era encontrarse con Julian Assange, el hombre que había hecho temblar al mundo con las revelaciones de Wikileaks. Llegó al hotel y fue a una dirección convenida con Assange. Esperó un buen rato, el cielo era una sábana gris que convertía al sol en un destello mortecino, se metió las manos en el gabán y un carro se detuvo enfrente de él. Viajaron alrededor de 15 cuadras, los guardaespaldas de Assange permanecían inescrutables, siempre en silencio. Se apearon frente a un edificio, caminaron con él por un pasillo largo, subieron escaleras, era uno de esos típicos laberintos londinenses. Assange estaba en una habitación sencilla. Un bombillo que colgaba del techo convertía todo en claroscuro. Conversaron y, después de un apretón de manos, el periodista australiano pactó con él la entregarle una USB con los cables diplomáticos –secretos– que remitió la embajada de Estados Unidos en Bogotá a Washington.
Carlos Huertas puede ser el periodista colombiano que más sepa de datos. Ese conocimiento milimétrico de archivo le ha significado crear reportajes sobre corrupción, contratación, medio ambiente y fenómenos como la pirámide de DMG. La vocación por denunciar y por el trabajo en equipo le valió ganar el Premio Rey de España en el 2008. Sabe que en el periodismo de investigación son los equipos los que importan y no los individuos. Por eso hace cinco años Huertas creó Consejo de Redacción, una red de periodistas que busca mejorar su capacitación y lograr una coordinación para hacer investigaciones multidisciplinarias. Luego de echar a andar esa red decidió crear otra organización, más ambiciosa: Connectas.org
Esta organización –con fuertes vínculos en Estados Unidos– tiene como blanco investigaciones de alcance internacional. Por eso el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación con sede en Washington, se fijó en esta plataforma que Huertas preside desde el 2003, desde una vieja casona de Chapinero, para desentrañar la lista de los colombianos involucrados en Panamá Papers. Les tomó menos de dos meses identificarlos, mucho menos de lo que les costó desentrañar la red nazi en Argentina.
Con sólo 42 años Carlos Huertas ya tiene sobre sus espaldas dos de los escándalos informativos más importantes de esta década: Wikileaks y Panamá Papers. Los miles de implicados en esto no lo deben querer mucho.