Carlos Ghosn, el rey de Davos, en la lona

Carlos Ghosn, el rey de Davos, en la lona

La detención de uno de los hombres más importantes de la industria automotriz dejó atónito a más de uno. Hasta que le dicten sentencia seguirá en prisión, lejos de su vida de lujos

Por: Francisco Henao
enero 16, 2019
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Carlos Ghosn, el rey de Davos, en la lona
Foto: Bertel Schmitt - CC BY-SA 3.0

Davos era como su trono. Desde allí, en el foro económico de Davos, Suiza, la meca del capitalismo, le hablaba al mundo. Explicaba cómo eran los vehículos autónomos. Detallaba las ventajas de la economía multilateral, como defensa contra el ‘proteccionismo’. A jefes de Estado anunciaba nuevas construcciones de plantas de autos en sus países. Soltaba cifras optimistas que apagaban las voces recesionistas. Pionero en los beneficios del auto eléctrico. Sus palabras eran verdaderas. Respaldadas por el auge de Renault-Nissan, en ventas de autos que casi igualaban las de Toyota, Volkswagen, en amortizaciones exprés de deudas corporativas amenazantes, en el diseño de nuevos modelos. Mago legítimo para revertir la oscuridad en luz.

Por ello, su sorpresiva detención en Tokio dejó atónito a más de uno.

Ahora se le trata como reo, sin consideración alguna. Su esposa, Carole Ghosn, denuncia las condiciones de detención de su marido. Dirigió una carta a Human Rights Watch, donde deplora la celda iluminada día y noche y sin acceso a su tratamiento médico diario. Aislado, incomunicado, olvidado.

Dos meses después de su detención, en su primera audiencia pública, los bocetos judiciales dejaron ver un rostro macilento, apagado. Quizás ni sus hijas lo reconocieron. Para sentarse a oír, en la pequeña sala 425 del tribunal de Tokio, la formulación de cargos, el guardia le quitó los grilletes que lo ataban a él.

Yuichida Tada, juez presidente del tribunal, impasible, leyó los cargos. Ocultar presuntamente ingresos millonarios pactados con Nissan a partir de 2011. Uso personal de activos de Nissan. Transferir a la cuenta de Nissan pérdidas financieras personales.

Llegó a ser considerado héroe en Japón. Su mayor hazaña cambiar los paradigmas empresariales de Nissan, a fuerza de empeño. Suspendió los pagos a los sokaiya, gángsters que extorsionan a empresas o ejecutivos para no revelar información perjudicial. Desmanteló el keiretsu, red regularizada de proveedores para favorecer la producción. Eliminó, ay, la promoción basada en la edad y la antigüedad. Cambió el idioma japonés por el inglés empresarial. Era pisar trochas vírgenes en la cultura japonesa.

En su declaración leída en inglés, frente al juez Tada, quiso tocar las fibras del corazón de la justicia japonesa, que es una máquina feroz ya que su sistema judicial tiene una tasa de condena que supera el 95%. Habló de cómo dirigió la recuperación excepcional de Nissan. “En 1999 tenía una deuda de 2.000 millones de yenes y pasó a provisiones de 1.800 millones de yenes en 2006, de 2,5 millones de vehículos vendidos a pérdida a 5,8 millones autos vendidos con beneficio en 2016”.

Algo formidable… pero sin ningún peso frente al juez Tada que con rostro hierático escuchó inalterable.

El triunfador de siempre, veía cómo en apariencia perdía este primer round. Al menos, luego de terminar la audiencia, la opinión pública japonesa lo considera culpable. No así la opinión pública francesa. ¿Cómo llegó a esta encrucijada?

“El equipo de Ghosn pensó que la mejor manera de garantizar la gobernabilidad era concentrar el gobierno”, así cree Satoshi Egi, experto en corporaciones en Tokio. Además, las propias reglas del poder corporativo de Nissan otorgaron poderes inusuales a su expresidente. Nombró sus equipos de trabajo a los que premiaba por su lealtad sin fisuras. En todos los cuadros directivos echó raíces el incondicional ‘culto a Ghosn’. Tan infalible como el papa. Quien dudaba de un memorándum, perdía su puesto. En 2013, el segundo al mando de la alianza R-N, Carlos Tavares, le disputó el poder, en vano. Salió. Hoy Tavares es CEO de Peugeot Citröen.

Atrás quedan sus fiestas en Versalles, los desfiles en Cannes, las pasarelas de Karl Lagerfeld. Donde presentaba, radiante, a su nueva esposa, Carole, ansiosa de joyas, de honores, de lujo. Él, el rey de la globalización, el rey de Davos, el rey de la industria automotriz, seguirá en prisión, ¿6 meses o más?, hasta que tres jueces dicten la sentencia.

Una sentencia que depende de las “interpretaciones técnicas que se hagan acerca de las intenciones del Sr. Ghosn y Nissan”, dice el experto abogado Stephen Givens. Increíble que este juicio penda de cargos improbables, dada la ambigüedad, la sutileza de los dos contendientes.

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