No me voy a extender una vez más sobre la repulsión que me generan las películas de enmascarados. Hubo una época en que esto no fue así, por supuesto. Soy lo suficientemente viejo como para haber ido al cine a ver la Batman de Tim Burton. Una locura gótica con el más diabólico –con el perdón de Heath Leadger- de los guasones. Todavía te lloramos, Jack amado. Eso fue en 1989 y en toda la década del ochenta, con lo horrible que fue, sólo se hicieron, en cuanto a películas de super héreoes se refiere, las secuelas de Superman -4- un Popeye dirigido por Robert Altman que fue un desastre absoluto y una Super Girl que nadie recuerda. En los noventa esto se empezó a salir de madre con esperpentos inclasificables como la Batman Forever –culpable de la pérdida de respeto que se ganó Val Kilmer- o películas de atmósfera perturbadora como La sombra con Alec Baldwin. En la primera década del siglo joyas como las Batman de Nolan nos hicieron creer por un momento en el que los enmascarados podrían complejizarse y, en dosis bien suministradas, podrían refrescar la decadencia de Hollywood. Pero llegaron Los vengadores y todo se transformó en una fórmula y ahora vamos al cine es a presenciar un round más en la pelea Marvel vs DC.
Por eso ya uno se confunde, ¿Cómo así que Robert Pattison es Batman? ¿No era Michael Keaton, Val Kilmer, George Clooney, Cristian Bale, Ben Aflleck? ¿Podrían ponerse de acuerdo por favor? Si, existen versiones y versiones de Bruce Wayne por la vida que tiene paralelo al cine, en los comics y por eso Matt Reeves adaptó esta que, por lo que decía gente que respeto –y por la caída de Cuevana 3- me fui al cine a someterme a 3 horas de visionada. ¿Qué piensa esta gente? ¿Que uno no tiene nada qué hacer?
Batman es una buena película, tiene atmósfera, es oscura, tiene a un Bruce Wayne atormentadísimo y con cara de vampiro y ya pues superemos esa discusión tan 2010 de decir que Robert Pattison es mal actor. El otrora niño crepúsculo muestra que el hombre murciélago no tiene más poder que un traje poderoso y lucas para gastarla. Es frágil, como cualquiera de nosotros y es un sicópata. Un vengador horrible como un expresidente que tuvimos, como el propio Carlos Castaño y sus hermanos que casi acaban con los campesinos apropiándose de tierras, llenando aún más de rojo el martirizado pasto colombiano, por el asesinato de su papá que, contrario a lo que dicen, no se lo mataron las Farc.
Al papá de Bruce si lo mató El acertijo. Por cierto, que maravilloso debe ser ver la película en su idioma original. Pero en un país en donde no se leen ni subtítulos estamos condenados a sufrir la mutilación de las voces originales, de la ingeniería de sonido con la que montan la película. Porque Paul Dano es un poderoso sicópata, lleno de aristas y complejidades y las tres cuartas partes de la actuación la hace detrás de una máscara –como Tom Hardy con su Bane- así que si no escuchamos no vemos. El cine es sinestesia. Con sus métodos terroríficos y en una ciudad sacudida por la corrupción de unos cuantos hombres blancos, viejos y con billete, la última esperanza de justicia es El acertijo. Batman sólo está ahí para cuidar la propiedad privada, el orden establecido. Los cambios deben ser estructurales, detectar quien, desde el alto gobierno, permite que la mafia permee todo, que se cambien los valores, que prime la ley de la selva. Señores, el único al que le preocupa eso es al Acertijo.
Batman es tan paraco como Carlos Castaño. Ese modelo de vengador anónimo, lanzado en los setenta en la fascista saga de Charles Bronson, pega y mucho en un mundo que cada vez se va tirando más a modelos autoritarios populistas, como Duterte en Filipinas o Bolsonaro en Brasil. Por eso aplauden las muendas que le da Pattison a los malos. La muerte del padre como el detonante para acabar hasta con el nido de la perra.
Entonces, a pesar de sus innegables virtudes cinematográficas –por momentos uno cree que está viendo el Dick Tracy de Warren Beatty- y mostrarnos una Gatúbela alucinante –te amo Zoe- Batman es más de lo mismo. A mí no me cabe una película de súper héroes más. Si quieren espectáculo recurran a la vieja historia que todavía hay cosas que contar sobre los egipcios, los griegos, los romanos, pero basta ya de esta guerra Marvel-DC, que los únicos que estamos perdiendo somos los que teníamos la costumbre, hasta antes de la pandemia, de ir a ver las películas en la pantalla perfecta.