Desde que se inició en la política, hace menos de una década, el bogotano Carlos Carrillo siempre ha hecho oposición. Recién desempacado de la China en 2015, donde en vivió en Shangai más de seis años concluyendo un posgrado en diseño industrial –estudios que le han resultado útiles para su control de obras en la Unidad de Gestión del Riesgo- se interesó por Bogotá, su ciudad y pensó en ser Alcalde pero terminó de concejal. Su espíritu crítico lo cultivó desde el colegio donde, logrando graduarse después de pasar por unas cuantas instituciones como la Escuela Pedagógica y el Alberto Merani hasta terminar en Barranquilla en el colegio Villa del norte, lo llevó a buscar una alternativa de izquierda.
Su voz de hizo oir confrontando al ex alcalde Enrique Peñalosa y fue invitado a aspirar a la Cámara de representantes por el grupo de los Decentes promovido por el hoy director de Prosperidad Social Gustavo Bolívar pero terminó en el Polo Democrático, grupo con el que fue elegido concejal de Bogotá con 31.000 votos, junto Celio Nieves, Álvaro Argote y Manuel Sarmiento miembros de bancada. Fue uno duro crítico y veedor del uso de los recursos y la contratación pública de la Alcaldía de Claudia López, liderando debates como la primera línea del metro, expropiación y gestión predial, que le dieron visibilidad y pusieron al descubierto su talante implacable a la hora de vigilar los dineros públicos que llevó al Presidente Petro a considerar a la hora de buscar el reemplazo de Olmedo López quien paga cárcel en el Batallón Caldas del Ejercito Nacional por corrupción.
Carrrillo quiso repetir Consejo de Bogotá pero las peleas internas dentro de su partido, el Polo Democrático que lo llevó a enfrentar las directivas como Alexander López, cabeza de Planeación Nacional y Jaime Dussan de Colpensiones, le cerraron las puertas. No dudo en alzar la voz por el majeo que le dieron a las listas de Bogotá de las que terminó en la práctica excluido, una situación que denunció desde su cuenta X.
Con amargura debió dar un paso al costado sin saber que no haber entrado al Concejo le abriría las puertas para llegar a limpiar y redireccionar la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres UNGRD, convertida en el escándalo de corrupción más grande del gobierno de Gustavo Petro, un cargo que ha llevado a Carlos Carrillo a tener los ojos del país encima; una institución donde todos los días enfrenta una nueva batalla como cuenta en esta entrevista.