Las pasadas elecciones dejaron varios hechos notables, entre ellos que Guillermo Torres, el llamado cantante de las Farc, avalado por Colombia Humana-UP, lograra la alcaldía del municipio de Turbaco, derrotando la maquinaria política tradicional, y la moñona con la que Carlos Caicedo ganó en gobernación del Magdalena y alcaldía en Santa Marta. Revisemos lo segundo.
Tradicionalmente la izquierda colombiana ha padecido de los personalismos de sus dirigentes. De tanto en tanto aparecen algunas figuras que, como individuos, cautivan parte del electorado, pero no logran crear un flujo de votantes estable hacia sus proyectos políticos, de manera que ratifiquen el proyecto político una vez que determinada persona termina su periodo en determinada alcaldía o gobernación, espacios principales del poder local. Tal fue el caso de Gustavo Petro después de su paso por la alcaldía de Bogotá. Con millones de votantes que lo avalan cuando se mide personalmente en las urnas, ha fracasado en dos elecciones intentando hacer elegir a un alcalde afín a su proyecto de la Bogotá Humana. Igual sucede con otras figuras de la izquierda como Robledo o Navarro Wolff, muy posicionados a nivel nacional, capaces de obtener buenas votaciones en torno a sus nombres, pero incapaces de consolidar estructuras de poder político en el ámbito local que puedan apuntalar un proyecto nacional.
A diferencia de lo anterior, desde hace años en Santa Marta se ha venido consolidando el movimiento Fuerza Ciudadana, encabezado por Carlos Caicedo. Movimiento que trasciende más allá de su principal dirigente, en el sentido de que una vez alcanzada la alcaldía de la ciudad, ha logrado conservarla en dos elecciones posteriores, de manera que su proyecto político ha gobernado la ciudad durante doce años, y ahora, conservando la alcaldía, alcanza la gobernación del departamento del Magdalena tras darle tremenda paliza a las roscas políticas tradicionales.
En la carrera por la gobernación Caicedo obtuvo el 58% de la votación, la más alta alcanzada por un gobernador en el Magdalena, eso contra un 33% del tradicional clan Cotes, su contendor. En la competencia por la alcaldía de Santa Marta, Virna Johnson, candidata de Fuerza Ciudadana, también barrió, con el 63% de la votación. Fuerza Ciudadana no solo ganó en las elecciones, sino que ganó con ventaja abrumadora sobre los tradicionales clanes políticos asociados a la corrupción y a la criminalidad.
Esto es resultado de una carrera política ascendente que comenzó cuando Caicedo obtuvo la alcaldía de Santa Marta en el año 2012. En el año 2016 logró mantener la alcaldía en manos de su movimiento político a través de Rafael Martínez. En el 2018 se midió en una consulta interna como precandidato presidencial en donde fue vencido por Gustavo Petro, pero logró más de 450.000 votos, cifra formidable para un político poco conocido en el ámbito nacional. Hoy ha consolidado su fuerza política en Santa Marta y la ha extendido en el Magdalena al convertirse en gobernador.
Caicedo es sin duda un sobreviviente político que se ha enfrentado a las maquinarias tradicionales que han usado todo tipo de argucias para sacarlo del camino. Se han valido de montajes judiciales que consiguieron enviar a Caicedo y a sus colaboradores a la cárcel. Este año mediante burdos montajes judiciales, capturaron a Caicedo y al alcalde de Santa Marta en pleno proceso electoral, sin duda buscando favorecer a sus adversarios. Lo tosco del montaje judicial permitió desmontarlo rápidamente, recuperar la libertad de ambos, que el alcalde Martínez regresara al cargo, y, finalmente, ganar las elecciones de manera abrumadora.
Entre las virtudes de Caicedo está su probada capacidad para hacer alianzas con fuerzas políticas afines. En la pasada campaña presidencial estuvo junto a Petro, en esta ocasión iba en unión con la Colombia Humana y el Partido Verde.
Sin duda, Carlos Caicedo se posicionó como un político regional con gran proyección nacional, que en el futuro jugará un papel destacado en la consolidación de un proyecto alternativo que se enfrente al tradicional poder político corrupto que durante décadas ha dominado a Colombia.
Adenda: entretanto, analistas y formadores de opinión, con su típica lagartería, hoy elogian a los vencedores de las pasadas elecciones, siempre resulta redituable elogiar al poder, y ya sepultan anticipadamente a Petro, al que señalan de cadáver político, el tiempo dirá.