La elección de Gustavo Petro como Presidente no sólo permitió abrir las ventanas y puertas que tiene este país, para que entraran los vientos de cambio que soplan últimamente en el continente y el mundo. También nos demostró que el Pueblo no es el mismo de antes, en cuanto a que, ya no se deja embaucar ni meter los dedos en la boca tan fácilmente por políticos que únicamente tienen como argumentos la mentira y el terror.
Nos tenían enclaustrados, sometidos a un sistema único en el que se idolatraba al más poderoso y no al más intelectual. De ahí que gobernaron por mucho tiempo solamente para sus intereses.
Y ahora que se rompieron todos esos mitos con los que siempre nos hicieron creer, sobre que los únicos que podían gobernar al país eran ellos, los más de 11 millones de colombianos que votaron por Petro, demostraron que cualquier colombiano que caiga muy bien y muestre su intelecto, puede hacerlo también.
Solo fue tener fe, que se podía hacer y, a la vez, no creer que los de siempre se mantendrían gobernando por su poder económico. El Pueblo, en esta ocasión, le apostó a su conciencia, alimentada por el cinismo y descaro de los malos gobernantes, tacaños, egoístas y corruptos, del partido político que se había apoderado de una u otra forma, nada dignas y reprochables, de la Presidencia en los últimos 20 años.
Ahora el Pueblo sí puede enterarse y expresarse con mayor libertad. Las redes sociales son su mayor aliado y han sido sus canales o medios de comunicación más influyentes, que lo ayudaron a despertar del letargo del desconocimiento y de una inocencia maldita.
Se le perdió el miedo a los grandes capos, a los poderosos que se creían impolutos e intocables. Podrán seguir manipulando las informaciones en los medios de comunicación tradicionales, pero esa criminal práctica ya no hace tanto efecto como antes, porque en las redes sociales son desvirtuadas casi simultáneamente.
Después de 200 años se logró el primer cambio, que un gobierno que no fuera de la derecha, gobernara al país. Ahora viene el otro cambio, para el bien de las regiones y no se tenga que depender de la capital: Pasar al federalismo, ya que el centralismo ha causado una desigualdad y pobreza absolutas en regiones, paradójicamente, ricas en productos agrícolas, ganadería, petróleo, carbón y otras minerías como ha sucedido con La Guajira, donde existe la mayor explotación de carbón del país; Chocó, Amazonas, Vaupés y la mayoría de los departamentos de la Costa Atlántica, Magdalena, Bolívar, Sucre, Córdoba y Atlántico.
La propuesta de avanzar hacia una organización estatal en la que las regiones puedan progresar y acabar con la desigualdad producto del centralismo, migrando a un estado federalista, la viene haciendo desde hace rato el hoy gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo Omar y quien incluso la ha defendido de los oportunistas de la derecha, que han quedado sin argumentos y buscan reinventarse en su terquedad de seguir engañando al pueblo y a ellos mismos.
El mandatario magdalenense reiteró su propuesta recientemente en la cumbre nacional de diputados que se desarrolló en Santa Marta, a través de una carta que fue leída en el auditorio, donde se realizó el evento. En su misiva se destacó lo siguiente: "Si este país sigue administrándose con las mismas lógicas, los niveles de desigualdad, la pobreza, la falta de oportunidades y las asimetrías en los niveles de productividad y competitividad, no se superarán”.
Y recalcó: "Con esta propuesta no perseguimos votos para ganar la presidencia de un estado centralista como el nuestro. Nos anima, sí, emancipar a las mayorías del abandono y la desesperanza histórica que le han impuesto unas élites centralistas”.
Caicedo ha sido voz líder en la región desde hace varios años sobre esa propuesta de tránsito del centralismo al federalismo, lo cual puede también lograrse, ahora más que nunca y aprovechando la circunstancia histórica y atmosférica de los vientos de cambio con los que el Pueblo colombiano está a gusto y apoya. Ese sería un muy buen cambio para Colombia. Y no nos queda ninguna duda de que se puede conseguir si el Pueblo vuelve a elegir otra vez muy bien, a otro Presidente progresista o de izquierda, como lo quieran llamar, ya que si se elige a otro más de la derecha y para colmo uribista, retrocederíamos o seguiríamos estancados como país.