Carlos Antonio Vélez decía, en pleno Mundial de Brasil, que Colombia había llegado tan lejos solo porque tuvo la suerte de ganarle a equipos menores como Grecia, Costa de Marfil, Japón y un Uruguay sin Suarez. No le gustó el módulo táctico y siempre le atribuyó a los jugadores la espectacular eliminatoria pasada en donde la selección se clasificó en el segundo lugar. En esta ha sido más recalcitrante que nunca. A veces con razón, porque el equipo no ha jugado nada bien, en la mayoría de veces solo movido por el odio, por la nostalgia, por el anhelo de que vuelva al equipo un tipo como Hernán Darío Gómez quien la única virtud que tenía para él era que le abría el vestuario.
A mi me desespera Carlos Antonio Vélez no sólo por su ego desmesurado, porque es tan terriblemente creído que en la fecha pasada de la eliminatoria el canal Win contrató al gran Fernando Niembro, mítico comentarista argentino, y apenas lo dejó hablar. Lo que me desespera no es su mala leche, está claro que le está haciendo campaña a la salida de Pekerman de la selección, sino su militancia política. Antes del referendo del 2 de octubre del año pasado el señor Velez no hizo sino expresar el desprecio que le generaba el acuerdo de paz con las Farc. Todo el tiempo eran puyas contra Santos. Ojalá el señor Vélez tuviera el progresismo de su colega Iván Mejía Alvarez.
Ahora regresa a su nicho, RCN, en donde sus ideas políticas tendrán siempre aplausos. En el mundial Vélez le hará hincha a los rivales de Colombia aunque claro, para él lo más importante será que el equipo no clasifique y que si lo haga Panamá, dirigido por su amigo íntimo Hernán Darío Gómez. En esta fecha eliminatoria Carlos Antonio le hará fuerza a Paraguay y a Perú. Será un triunfo personal que el equipo quede por fuera del Mundial. Por eso hoy hay que celebrar a rabiar la clasificación anticipada. No hay nada más satisfactorio que callarle la boca a delirantes megalómanos como el autoproclamado mejor analista de fútbol de Colombia