Cuando Corporinoquia entró a Los Gansos, uno de los 52 predios que tiene Cargill en el Vichada, los ingenieros y tractoristas estaban cargando las zancudas, las máquinas de riego de los productos químicos.El líquido se distingue por su color azul índigo, medio fluorescente. Las canecas usadas estaban volteadas en el piso, a escasos metros de uno de los caños, y los residuos estaban chorreando al agua. El líquido es tan fuerte, que los tractores rojos después de seis meses de uso terminan completamente azules. Era claro que estaban violando las normas.
Durante varios años los vecinos de la primavera se quejaron de las pésimas prácticas ambientales que había dentro de Colombia Agro S.A, una de las 4 representantes de la multinacional en Colombia. Pero no era fácil documentar las malas prácticas y a pesar de las evidencias, las denuncias eran complicadas de sustentar. Pero además Cargill es un gigante económico difícil de poner en cintura. Pero en noviembre del 2016 finalmente Corporinoquía, la autoridad ambiental, atendió las críticas y comprobaron las irregularidades. Hoy hay menos de la mitad de trabajadores, y la empresa está funcionando, en el mejor de los casos, en un 20%.
Por ejemplo, en el Vichada y Casanare para tener un pozo de aguas profundas se requiere de un permiso especial por parte de la autoridad ambiental, Corporinoquía. Cargill prescindió de éste requisito. Aunque en la visita de la Corporacion no estaba previsto la revisión de infraestructura de agua, se encontraron con esta irregularidad y a cada grifo dentro de la empresa le amarraron un suncho. No se puede sacar agua. Después de la visita, los empleados que quedaron en la empresa tuvieron que salir a dormir en El Viento, Vichada, el caserío más cercano desde donde se tienen que desplazar a diario al trabajo.
Las mismas denuncias fueron enviadas a la Fiscalía y Procuraduría. Por las investigaciones estatales quedó suspendida la siembra sus cultivos, que eran maíz y soya. Les permitieron recoger lo que estaba sembrado, pero se hizo con desgano. Ante los visos de abandono de la empresa, que decidió no pagar las multas, habitantes de la zona se robaron alrededor de unas 200 toneladas de maíz, que sacaron en cerca de diez tracto-camiones. Algunos incluso compraron moledoras de maiz por un valor de $5 millones cada uno, para procesar el producto sacado de la finca.
Cargill es una de las empresas más grandes del mundo en el mercado de los cultivos. En el 2016 reportaron transacciones por $107 mil millones de dólares, y ganancias por $1.64 mil millones de dólares. Según Forbes en el 2015 Cargill fue la empresa privada más grande de Estados Unidos. Tiene presencia en 70 países del mundo y emplea hasta 150,000 personas, en Colombia está desde 1966, y llegó pisando fuerte en la comercialización de café. Cargill Colombia, dirigida por José Octavio Vélez, tiene 4 representantes: Cargill de Colombia Ltda., Black River SAS, Cargill Trading Colombia Ltda. y Colombia Agro S.A.S. Esta última es la dueña de las fincas en el Vichada, y por ese nombre se la conoce en la región. Su gerente es María Isabel García Gómez, quien tuvo un amplio recorrido en Clariant, una empresa de químicos americana. Luego entró a trabajar a Black River Assets, una filial de Cargill que maneja el área de inversiones de la multinacional. Y de ahí pasó a manejar una de las fincas más grandes en Colombia.
Esta empresa no solo produce comida, sino que la procesa, pero hace años dejó de ser solo agrícola. Hoy tiene negocios en la comercialización de energía y metal, y tienen una división de análisis financiero y manejo de riesgos. La empresa nació en 1865. Fue fundada por William Wallace Cargill y hasta hoy la familia del fundador sigue dueña del 90% de la empresa. El resto está en bolsa. Que semejante empresa esté en manos de una familia ha hecho que la familia Cargill sea la que más miembros billonarios tenga en el mundo, pero se han caracterizado por mantener un bajo perfil. Son pocas las fotos que rondan de ellos y la empresa mutó de una comercializadora de granos locales hacia un emporia que incluso genera energía.
Oxfam tiene una lucha contra los imperios alimentarios, y entre ellos Cargill. Uno de los argumentos más fuertes es que la empresa no ve a la comida como comida, sino como un commodity, o sea, un producto con el que se puede especular financieramente. Por ejemplo, entre el 2006 y el 2008 los precios de los granos explotaron. El arroz subió 217%, el trigo 136, el maíz 125 y la soya 107. En el Vichada producían maíz y soya. Al hacerse tan grande, fue aumentando el nivel de controversia. En el 2008 la Unión Europea allanó varias oficinas y silos en una operación que buscaba luchar contra la conformación de carteles y monopolios. Al año siguiente, Hugo Chávez privatizó varias de sus plantas. En Tailandia tiene acusaciones por sobornos. Y así.
Conocer a ciencia cierta lo que pasaba dentro de Colombia Agro es complicado, pues desde su llegada en 2010 han manejado gran hermetismo, protegido incluso por inmensas barreras naturales que no permitían acceder visualmente a las instalaciones y menos a su funcionamiento productivo. En la región habían sembrando un halo de misterio al que se sumaba, sobre todo en los primeros años, la llegada de trabajadores ajenos a la región.
La multinacional apareció mencionada en las denuncias de acumulación ilegal de baldíos elevada a debate de control político legislativo por el Senador Jorge Enrique Robledo que forzó la renuncia del embajador Carlos Urrutia en Washington. Según la organización no gubernamental Oxfam, que le ha hecho seguimiento a las actuaciones de la multinacional en Colombia, Cargill cuenta con 52 mil hectáreas distribuidos en tres municipios: Cumaribo, Santa Rosalía y La Primavera; todas en el Vichada, conformados por 36 fincas distintas, colindantes, con una principal Los Gansos. Los pobladores de la región asi como las organizaciones han denunciado permanentemente los deplorables manejos ambientales. Por ejemplo no tenían un basurero centralizado, por lo que la basura está regada por toda la finca, y por lo general estaban arrumados cerca a los nacimientos de agua.
Por ser cultivos s cíclicos, la cantidad de hectáreas sembradas varia, pero en algún momento alcanzaron a tener 12,500 hectáreas sembradas, pero se han ido reduciendo hasta quedar con unas 8,000 hectáreas.
El equipo de siembra, de noventa personas, fue despedido, y en este momento están terminando de recoger esa última cosecha. Están saliendo poco a poco. Esta situación que se vive y que percibe la gente en el terreno no pudo ser contrastada con el punto de vista del gerente José Vélez quien, como todos en la empresa mantienen hermetismo frente a la opinión pública. Lo único claro es que en la región los trabajadores rasos tienen la convicción de que Carguill no volverá a ser la misma del pasado.