Durante algún tiempo pudo haberse defendido que la sociobiología tenía algo que decirle a la política. Incluso hubo algo que se llamó sociobiología política, que otros todavía podrían insistir en llamar darwinismo o neodarwinismo social, etc. Después aparentemente se demostró que eso era insostenible. Con su sesgo tal vez debiera leerse esta noticia sorprendente recogida en Bohemia, la ancestral revista cubana.
“¿Por qué el pelaje blanco está ‘mutando’ a marrón? Estos cambios afectaron en mayor medida a liebres, comadrejas y zorros polares”. ¿Ya? ¿Así de rápido corren estos cambios?
Lo que entiendo es que está pasando en el reino animal al revés de cómo ocurrió hace miles de miles de años al migrar los humanos ¿de la raza del África? hacia las zonas frías y polares del mundo. Así los negros habrían devenido blancos: perdido sus grandes belfos y sus prominentes nalgas, grandes reservorios de agua para soportar las penurias nómades del incendio africano. Hoy el genoma podría descifrarlo todo íntimamente aunque parece que muchas élites no están muy interesados en develar su antiguo origen cromosómico. ¿Habría que aceptar un hijo de Dios negro? No hay que olvidar que Santo Tomás de Aquino no aceptó que tuvieran alma los antropófagos, por entonces solo africanos, pues luego han aparecidos algunos en Alemania, Rusia, Colombia.
Bertrand Russell, el gran filósofo y gnóstico británico, se burló de Aquino: en efecto, si un antropófago solo hubiera comido carne humana, hasta el alma molécula a molécula le sustraerían quienes ingirió, lo cual plantearía un déficit terrible y difícil de explicar el día del Juicio Final. Russell en su versión de matemático también obligaría a retroceder al mismísimo Gottlob Frege que se vio obligado a recoger sus insurgentes claves sobre la lógica matemática de la que fue pionero.
Lo cierto es que algo de sociobiología ¿religiosa o política? se ventila en la Biblia por cuyas veneradas páginas cualquier ciencia hace mutis. En alguna parte se regodea un lío terrible con unas ovejas blancas y unos derechos de primogenitura. Según parece solo Dios puede separar las ovejas blancas de las negras o jaspeadas según hayan sido sus pecados. Hoy es un asunto de alta tecnología. O del cambio climático a juzgar por cómo sigue comentándose la noticia:
“A medida que se manifiestan los efectos del calentamiento global, este color se vuelve cada vez menos eficaz en aquellas especias que se sirven del blanco como medio de enmascaramiento, lo que significa que podrán mantener su población en un contexto de cambio climático en curso, sugiere un artículo publicado en Science”.
Si se aplicara la sociobiología a la política, ir contra el cambio climático, que con este calor volverá a todos los continentes africanos, significará muy rápidamente que los supremacistas blancos escasearán a no ser que regresen a refugiarse en cavernas protectoras, si es que han salido alguna vez de allí, para evitar cambiar de color. Estarían en buena compañía: liebres, comadrejas y zorros polares, según arriba la noticia. Si merman, entonces quién votará en mitaca por Trump. Ojo, según la más simple prospectiva genética en el largo plazo no todos estaremos muertos, más bien seremos negros timbos. Habrá mucha salsa, quien la toque y quien la baile. El cambio político geoestratégico es inminente. Ahora, si los blancos no quieren desaparecer que combatan el cambio climático. ¡Manes del capitalismo a ultranza anclado hasta su muerte en las energías fósiles!
Pero hay algo que la sociobiología nos está diciendo que ha permanecido oculto durante tanto tiempo y que solo ahora podría dilucidarse para anunciarnos algo acerca de las habilidades ignotas de los supremacistas blancos. Y es esta perla: ojo: ¿cómo así que “este color se vuelve cada vez menos eficaz en aquellas especies que se sirven del blanco como medio de enmascaramiento”
Será que es esta rara propiedad la que está afectando la cada vez menor credibilidad del campeón supremacista Donald Trump cuya continuidad de enmascaramiento es casi nula. Y, quién hubiera creído que el blanco era una sofisticada forma de solaparse.
Uno podría pensar entonces que subsisten en el mundo dos clases de cambios climáticos. Uno que opera al nivel de la meteorología que ya casi nos asfixia y acaba con el planeta; y el otro que opera en las cercanías de la política de Washington donde las temperaturas que está trayendo la estación de mitaca muestran un hervor particular que está haciendo salir lobos de sus madrigueras. Por todas partes están apareciendo liebres, comadrejas y osos polares de color marrón que, para colmos, quieren votar por sus colores.
Qué clase de estampida ocurriría en la derecha continental buscando escondedero a peso, no vaya y sea que la intemperie de la caída prematura de su anclaje imperial desmoronado les mude a marrón la piel en sus respectivos países.
Se ha estado viendo, y comentado aquí que la eventual insurgencia del Socialismo Democrático en gringolandia ya ha producido triunfos de color marrón tan sonados como los de Alexandría Ocasio-Cortéz y Ayanna Pressley, en los distritos de New York y Massachusetts respectivamente. Esto se debe a uno de los cambios climáticos que persiguen ahora a Trump. El otro cambio Climático, acabará con los supremacistas blancos que trocarán a marrones si Trump persiste en el poder.
Entonces la noticia sigue así:
“Tras recapitular datos de observaciones en el hemisferio norte, los investigadores llegaron a la conclusión de que animales de determinadas regiones que eran tradicionalmente blancos en invierno han adquirido cambios genéticos que les permiten permanecer menos días al año con pelaje de ese color. En algunos casos, incluso se frenó completamente su ‘blanqueamiento’ invernal, como ha ocurrido en algunas especies en Irlanda”.
¿Están leyendo lo que yo leo? Léase así: “animales políticos de determinadas regiones ¿de la costa atlántica colombiana? han adquirido cambios genéticos ¿cambiándose de partido? que les permiten permanecer ¿enmermelados?... (…) En algunos casos se frenó completamente ¿disidentes santistas de la U? su “blanqueamiento” invernal ¿sepulcros blanqueados?, como ha ocurrido en algunas especies en Irlanda.
Como se observa, los pliegues que armaría la sociobiología aplicada a la política son tan encumbra-dos como los más selectos origamis.
Entonces si el cambio climático ya está afectando la genética de las especies es urgente una investigación acerca de qué está pasando con nosotros, inclusive políticamente. Se ha demostrado también que “(…) los bosques con alturas de dosel de alrededor de 18 metros son más resistentes a los efectos de la sequía severa que aquellos con árboles más bajos y más altos, de acuerdo con los investigadores en China y los Estados Unidos”. Lo que está diciendo es que los árboles bajos y los muy altos tienen problema con el aprovisionamiento de agua con ocasión del cambio climático.
"Los árboles altos tienen un camino de transporte de agua más largo desde las raíces a las hojas y [es] más difícil de superar la resistencia del tejido y ... la gravedad, especialmente bajo condiciones secas. Las raíces de los árboles pequeños son cortas, y sus habilidades para acceder a suministros de agua y nutrientes que no están disponibles en la capa superficial del suelo son extremadamente limitadas".
En ambos reinos, el animal y el vegetal, se están registrando variaciones abruptas y contestarías de acomodación de los comportamientos, menos en la especie humana. Y todavía nos atrevemos olímpicamente a mostrarnos como la especie más evolucionada, escogida por Dios. ¡Pamplinas! No es cierto, todavía no podemos demostrar siquiera que llegaremos al tercer milenio. Pero es que con esos energúmenos engreídos y fatuos que nos gobiernan, armados hasta los dientes, supremacistas del poder y la fuerza quién osa enfrentarse inerme.
Todos somos vapuleados.