Con unas reservas de 6.000 millones de barriles, en su mayoría crudo pesado, según un supuesto estudio del Profesor de Geociencias de La Universidad Nacional, Carlos Vargas, publicado por Portafolio y la Universidad EAFIT, la cuenca Caguán-Putumayo está en la mira de las petroleras y mientras tanto, la resistencia civil campesina en los municipios de Valparaíso, Morelia, Belén, El Paujil, Doncello, Puerto Rico, Milán y Solano, con disturbios, toques de queda, heridos y detenidos, nos muestra que la guerra del petróleo y el agua ya comenzó en El Caquetá: la paz era necesaria para poder saquear con más tranquilidad los recursos naturales de los dos departamentos, dicen los líderes campesinos en sus protestas.
Si las anteriores afirmaciones son ciertas, si La Agencia Nacional de Hidrocarburos conoció los resultados de esos estudios en el 2012 como lo afirma la publicación, si están próximos a adjudicarse 68 bloques petroleros en un área de 72.092 kilómetros cuadrados en los departamentos de Putumayo y Caquetá que tienen un área total de 133.850 kilómetros cuadrados, con un potencial de 6.000 millones de barriles de crudo, el doble de las actuales reservas del país, eso explicaría el inusitado afán del gobierno nacional y Ecopetrol de comprobar por medio de la sísmica esos anuncios, sin socializar de antemano con los campesinos de los dos departamentos esas actividades y eso explicaría el por qué los campesinos del Caquetá se declararon en resistencia civil contra las petroleras; la guerra del agua y el petróleo ya comenzó en El Caquetá, como lo afirmamos en una publicación anterior.
En el municipio de Valparaíso los campesinos ya saben qué son los gases lacrimógenos, qué son las bombas de aturdimiento y cómo trabaja la fuerza pública protegiendo los intereses de las multinacionales, y saben también que donde hay explotación petrolera el agua, la fauna y la flora se acaba como ya sucedió en otros departamentos, incluso en otros países; por eso se enfrentaron a la fuerza pública en el que llamaron El Puente de La Resistencia.
Y por eso hubo disturbios en El Doncello y por eso hubo disturbios y toque de queda anoche en El Paujil; los campesinos están decididos a proteger el agua y su territorio y el gobierno está decidido a proteger las multinacionales del petróleo para poder llenar los huecos fiscales que tiene argumentando que donde se explota petróleo hay progreso, cuando los líderes regionales demuestran con hechos que es todo lo contrario: el petróleo acaba con la naturaleza, trae corrupción, obras convertidas en elefantes blancos, degradación de las costumbres regionales y pobreza generalizada, de ahí la oposición a la entrada de las petroleras y sus empresas sísmicas.
Acabamos de publicar una nota en la cual el Director Nacional de Ecopetrol Juan Carlos Echeverry se comprometió con la alcaldesa de El Paujil y los dos parlamentarios caqueteños en retirar a Ecopetrol de El Paujil en 72 horas, noticia que generó muchas dudas, porque la gente se pregunta si Petroseismic ya completó sus trabajos o si se está esperando que pasen las elecciones, que pase el plebiscito para comenzar la arremetida final, para comenzar a licitar y adjudicar bloques a diestra y siniestra en los dos departamentos; las dudas son muchas y las comunidades tienen sus razones para dudar.
Anoche y hoy los vecinos de El Paujil estaban aterrados sin saber para dónde coger con los niños y los ancianos huyendo de los gases lacrimógenos y las bombas de aturdimiento del ESMAD, lo mismo que de las bombas incendiarias de los vándalos que se infiltran en las protestas porque los campesinos ante todo son gente de paz; tal parece que salieron de una guerra para caer en otra, tal parece que al Caquetá, que ha sido explotado inmisericordemente desde tiempos inmemoriales por sus recursos naturales como el caucho y la quina y que ha puesto la mayor parte de los muertos y las víctimas de la guerra con Las Farc, esta vez le tocó otra guerra que tampoco es suya: La guerra del agua y el petróleo.
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