Si las elecciones fueran mañana, Envigado ya tendría alcalde. Sí o sí el candidato del liberalismo y “bendecido” por el gamonal regional, Héctor Londoño, sería electo como mandatario. Algo que se explica por la hegemonía política (una de las más antiguas del país) que ha cooptado el poder local y que data, para los que tienen memoria, de mediados de los años 70.
En Envigado pasa lo mismo que en otros municipios del Valle de Aburrá, donde el control político de los partidos tradicionales se ha concentrado en familias o tendencias que se denominan en la jerga popular como “casas” y que tienen la “virtud” de poner alcaldes, mayorías en los concejos, diputados, representantes y senadores de bolsillo. Así, en Bello, el clan Suárez Mira, iniciado por Óscar Suárez Mira (condenado por parapolítica), se encuentra enquistado en este municipio desde hace 20 años (tres hermanos se han repartido la alcaldía creando una suerte de linaje criollo); en Itagüí, el cacique emergente Carlos Andrés Trujillo, el segundo senador más votado en Antioquia (después de Uribe) y que sueña con ser gobernador, orienta una nueva hegemonía conservadora.
No exagero si afirmo que en Envigado no hay oposición política, ya que el control del cacique Héctor Londoño se asume como parte del paisaje por una amplia mayoría de sus habitantes. Han sido 46 años bajo el control de los dirigentes del Partido Liberal, iniciando por Jorge Mesa (su hijo Nacho Mesa es el único representante por Cambio Radical de Antioquia) y heredado por Héctor Londoño, quien ha sido alcalde en cuatro periodos, es decir, si pudiera elegirse como “alcalde eterno” lo haría sin dudarlo. En los intermedios para su eventual reelección (aunque para el próximo año le habría dado su bendición al diputado Braulio Espinosa) siempre pone una ficha de sus entrañas que le garantice la estabilidad de su poder. El recién capturado Raúl Cardona fue su secretario de obras públicas en tres administraciones. Con su captura por supuestos hechos de corrupción, la hegemonía del denominado liberalismo de Envigado, casa matriz del capturado y sector que ha monopolizado el poder político, entra en una crisis que sí es bien aprovechada por los pocos sectores alternativos y de oposición que existen en Envigado, se podría oxigenar ese municipio tras 46 años de control liberal.
¿Qué tan poderoso es el liberalismo de Envigado?
En Antioquia, el Partido liberal se divide en cuatro casas: la más grande en términos electorales es la coordinada por el senador Iván Darío Agudelo y conocida como el liberalismo de la Universidad de Medellín; le sigue el sector de “renovación liberal”, dirigida por el cuestionado senador Julián Bedoya; el liberalismo de Bello, encabezado por el representante John Jairo Roldán (inicialmente ficha del clan Suárez Mira), y el liberalismo de Envigado que en las últimas elecciones creció exponencialmente y actualmente cuenta con el diputado Braulio Espinosa (39.242 votos en 2015) y el representante Julián Peinado, quien logró la votación más alta a la Cámara por el Partido Liberal tras una alianza con el sector de la Universidad de Medellín. Eso es el Partido Liberal en Antioquia, un mosaico de estructuras clientelares que se articulan entre ellas según la conveniencia electoral.
El liberalismo de Envigado goza de una estabilidad relativa y su capital político se ha duplicado en los últimos años. Inclusive, para las locales del próximo año ya cuentan con una ficha propia para aspirar al Concejo de Medellín. Su fortaleza se evidenció con la enorme votación del representante Julián Peinado (ha pasado sin pena ni gloria por la Cámara), que venía del Concejo de Envigado y sin ninguna experiencia en política regional sacó 53.649 votos (14.249 en Envigado), algo que lo convirtió en el representante liberal más votado (por encima de Roldán que venía de dos periodos consecutivos o la ficha de Julián Bedoya, el exalcalde de La Estrella Juan Diego Echavarría). Con esos resultados el liberalismo de Envigado no solo busca seguir teniendo el control que por décadas ha ejercido sobre las finanzas de uno de los municipios más ricos de Antioquia sino extender sus tentáculos a otros lugares. ¿Los afectará la captura de su alcalde y dos de sus secretarios por supuestos hechos de corrupción?
¿Hay posibilidad de construir una alternativa política en Envigado?
En Envigado la reciente consulta anticorrupción sacó 75.167 votos, equivalente al 31% de la población habilitada para votar. Aunque no fue una votación muy masiva sí da a entender que en Envigado hay ciudadanos cansados de la corrupción y las malas prácticas administrativas. Con la captura del alcalde se puede configurar una ventana de oportunidad para que los movimientos sociales, juveniles, alternativos o simplemente ciudadanos a mediano y largo plazo se proyecten y puedan ocupar espacios reales de decisión. Algo que nunca ha pasado ya que la poca oposición ciudadana que existe no tiene capacidad de generar una amplia movilización electoral ya que a veces solo funge como una “oposición de papel” que termina siendo fácilmente cooptada. De no ser así, los más favorecidos con el escándalo que enloda una administración que hasta hace una semana gozada de un 92% de aprobación será el uribismo.
También puede que la “crisis” pronto se eche en saco roto y la ficha de Londoño para darle continuidad a su poder, el diputado Braulio Espinosa, respire tranquilo porque tiene la victoria cantada. Ya es vox pópuli en Envigado que Espinosa, desde que manifestó su deseo de aspirar tras obtener la “bendición”, es alcalde porque nadie le puede hacer “competencia” a Londoño. Ese tipo de estructuras clientelares y permeadas por la corrupción a veces parecen inmunes a esos hechos, solo hay que mirar en Bello, donde el Clan Suárez Mira sigue teniendo un amplio poder a pesar de la condena de Óscar Suárez por parapolítica. Eso sí, se ha agotado y la reciente quemada de Olga Suárez al Senado (hermana de Óscar pero que en campaña prescindió del apellido) da cuenta de ello. Ya dependerá de los envigadeños y los sectores ciudadanos que esa captura no se eche en saco roto y pueda ser el principio del fin de la hegemonía política más longeva que persiste en Antioquia.