Capriles: el líder de la gorra tricolor a quien Maduro quiere callar

Capriles: el líder de la gorra tricolor a quien Maduro quiere callar

La decisión de sacarlo de la política creció a este joven jefe de la oposición que anunció, con este discurso, una gran marcha por todo Venezuela

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abril 08, 2017
Capriles: el líder de la gorra tricolor a quien Maduro quiere callar

La última imagen de Henrique Capriles Radonski lo muestra llevando su infaltable gorra con los colores de la bandera venezolana y a punto de la asfixia por los gases lacrimógenos de la Guardia Bolivariana, al lado de miles de manifestantes que se dirigían de la caraqueña autopista Francisco Fajardo hacia la Defensoría del Pueblo para protestar por la “ruptura del orden constitucional” por parte del Tribunal Supremo. “En Venezuela no hay leche, no hay alimentos, no hay medicinas, pero hay bombas, hay perdigones", dijo Capriles minutos antes de verse afectado por los gases, mientras se ponía en evidencia el aumento de la represión a la protesta por parte del gobierno y Nicolás Maduro pedía las medidas para capturarlo. Veinticuatro horas después recibía una notificación con la inhabilitación para acceder a cargos de elección popular por 15 años. La muerte política, ni más ni menos.

Un golpe para el líder de la oposición que a sus 44 años no es un recién llegado a la política. Porque estas alturas, Henrique Capriles Radonski lo ha hecho todo: alcalde, gobernador, presidente del Congreso e incluso 119 días en la cárcel por el caso de los ataques a la Embajada de Cuba en Caracas, tras el golpe de Estado fallido contra Chávez en 2002, acusado de negligencia en la actuación frente a los destrozos de la sede diplomática.

 

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El gas lacrimògeno de la Guardia Nacional estuvo a punto de asfixiar a Capriles

 

El Flaco, como le llaman cariñosamente sus simpatizantes, es de muchos gestos y pocas palabras, sus mítines no duran más de media hora. Con su estilo informal de camisas sueltas, tenis y bluyines, representa para muchos la esperanza del cambio en Venezuela y, para todos, la cara que se enfrenta a Maduro.

Católico practicante, abogado y soltero. Nació en Caracas el 11 de julio de 1972 de padre y madre judíos, la familia de ella sobrevivió al Holocausto. Pertenece a la clase alta caraqueña. Por el lado paterno, dueños de medios de comunicación y empresas inmobiliarias, por el ala materna, dueños de un importante complejo de salas de cine. Pero, aunque sus apellidos están asociados al poder empresarial, Capriles siempre ha tratado de desvincularse de una imagen elitista o poderosa para acercase a los más desprotegidos.

Porque el abogado que se graduó en la Universidad Católica Andrés Bello, que se especializó en derecho económico y tributario, que trabajó en varias empresas incluidas las de su familia, tenía muy claro que su vocación era la política. Bien distante de los partidos tradicionales, aunque se hubiera iniciado en Copei, por el cual fue elegido como diputado de Zulia. Fue, entonces, presidente de la Cámara y vicepresidente del Congreso cuando Venezuela tenía un legislativo bicameral. Hasta 1999.

Para entonces tenía claro que no quería ser ni adeco ni copeyano. Por eso en el 2000 fundó Primero Justicia, y de inmediato entró a formar parte de la dirección nacional. Desde su nueva trinchera política llegó en dos oportunidades a la alcaldía de Baruta, un municipio situado al sureste de Caracas. Y a la gobernación del estado de Mirando, tras derrotar en las urnas a Diosdado Cabello, el hombre fuerte de Hugo Chávez, quien fuera presidente de la Asamblea Nacional.

Nunca se ha casado, no tiene hijos. Pero tiene éxito con las mujeres. Su figura atlética y su enorme sonrisa le hacen objeto de los piropos de seguidoras en pancartas, en las redes sociales y hasta en declaraciones públicas de amor. Durante seis años tuvo un reconocido romance con la locutora y animadora Erika de la Vega, a quien nombró “el gran amor de mi vida”. Pero todo se acabó. Con una marcada preferencia por las periodistas, en la lista de noviazgos no confirmados figuran Caterina Valentino, la presentadora del cierre de su campaña como candidato, Carla Angola, una comunicadora de Globovisión, y la modelo Shannon de Lima. Los rumores se extienden a las ex Miss Venezuela, Gabriela Ferrari y a una desconocida profesora llamada Maribel Petrola. Maduro volvió la soltería de Capriles un tema de campaña cuando soltó un “a mí sí me gustan las mujeres”. Quizá el ejemplo más vivo de la virulencia de la contienda.

Tan agresiva como esta fue la campaña presidencial que enfrentó a Capriles con Hugo Chávez como candidato de la Mesa de Unidad Democrática en el 2012. El fundador del Socialismo siglo XXI lo derrotó. Tras la muerte de este se realizaron nuevas elecciones el 14 de abril de 2013 donde Capriles volvió a ser el candidato de la oposición, perdiendo por un mínimo 1,49 % ante el heredero político de Chávez, Nicolás Maduro. Capriles desconoció los resultados argumentando que se habían presentado fuertes irregularidades durante el proceso electoral. Solicitó la revisión del escrutinio y la votación, pero el Consejo Nacional Electoral se negó a realizarlo.

Aún se recuerda la convocatoria que hizo en una rueda de prensa para defender la elección y pedir el reconteo de los votos con un “cacerolazo” en la noche del 15 de abril del 2013. En respuesta, Nicolás Maduro convocó a sus seguidores a realizar un «cohetazo», refiriéndose a fuegos artificiales. Así pasó.  Mientras los de Capriles hacían sonar las cacerolas, los chavistas lanzaban los voladores. Y con ello creció la violencia que dejó nueve muertos. Fiel a su talante pacifista, en los días siguientes Capriles llamó a sus seguidores a protestar de forma pacífica, sin caer en las provocaciones del Gobierno.

Con Maduro en la silla de Miraflores, Capriles siguió consolidándose como el líder de la oposición. Un triunfo resonante se lograría en las elecciones de diciembre del 2015, cuando la Mesa de Unidad Democrática -que agrupa una veintena de partidos, de una amplia gama de tendencias políticas entre socialcristianos, demócratas cristianos. socialdemócratas, progresistas como Voluntad Popular de Leopoldo López, preso político  en la cárcel Ramo Verde- logró 112 diputados y con ellos la mayoría simple. A presidir la Asamblea Nacional llegó Henry Ramos Allup, y empezó una decidida batalla por la revocatoria del mandato de Maduro usando las herramientas constitucionales, entre ellas el referéndum que ha llevado a paso de tortuga el Poder Electoral.

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Henrique Capriles muestra la Constituciòn en la rueda de prensa sobe su inhabilidad

El duro panorama se completa con las recientes sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que generaron un fuerte rechazo internacional, y que abrieron una fisura en el oficialismo cuando la fiscal general, Luisa Ortega, chavita confesa, las denunció como una “ruptura del orden constitucional”. “Golpe de Estado”, las llamó la oposición. El “reversazo” posterior no fue suficiente para aplacar la oposición que anunció mantenerse en las calles hasta que se respete a la Asamblea, cuyas decisiones son consideradas nulas por el TSJ, que la declaró en desacato en enero de 2016.

Por eso Capriles sigue insistiendo en cuatro peticiones: respeto a las competencias de la Asamblea Nacional (AN); la habilitación de un canal humanitario; la liberación de los presos políticos y la realización de elecciones. Y no obstante su discurso conciliador y moderado, está dando muestras de ser un líder arrojado.  Venezuela está sumida en una crisis institucional, política y económica sin precedentes, que se debe resolver contrarreloj. Mientras Maduro responde con la amenaza de llevar a la cárcel a los opositores y les declara la muerte política, Capriles le increpa: “Si es un gobierno con tanta popularidad cuál es el miedo de ir a elecciones. Para nosotros es inaceptable que Nicolás Maduro diga que las elecciones son en 2018, porque eso no lo dice la Constitución (…) No lo queremos resolver con fusiles, lo queremos resolver con votos. Sin elecciones no hay democracia”.

 

 

 

 

 

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