Martín Caparrós ha visto a mamás en Níger llorar con resignación y cansancio por la muerte por hambre de un hijo de tres años. Ha visto en las afueras de Buenos Aires a dos muchachos disputarse entre una montaña de basura una barra de pan mordida por las ratas, ha visto en Biraul un ejército de hombres caminar con el silencio de los zombies, acostumbrado a pasar los días con una bolita de arroz.
Martín Caparros tiene 60 años y en sus pies el recorrido del mundo. Aprendió el oficio de dos maestros absolutos: Juan Gelman y el martirizado y desaparecido Rodolfo Walsh, cronista que con valentía se enfrentó a la barbarie de la dictadura de Videla. De él aprendió mas leyéndolo que trabajando a su lado en la sección policial del diario bonaerense Noticias. A los 16 años le dieron un trabajo como aprendiz de fotógrafo aunque lo ponían más que todo a servir café. Dice, con un poco de vergüenza, que le manchó la camisa a mitad de la redacción Nunca fue a la Facultad a aprender periodismo. El oficio lo aprendió escribiendo, leyendo y, sobre todo, caminando.
Caparrós, más que periodista, es un escritor. Se aterró cuando el año pasado le contaron que un periodista colombiano muy conocido soltó esta frase en una entrevista “¿Usted cree que si me hubiera puesto a leer sería el periodista que soy?”. Caparrós, aunque habla mal de la academia, es un profesor comprometido y preocupado. Le desespera el desprecio que muchos de sus alumnos tienen por la literatura. Las facultades solo van lanzando estudiantes como ladrillos en una pared. Rígidos, cuadriculados y sin gracia.
Sin embargo, el argentino es un investigador riguroso. Tomás Eloy Martinez, el genial creador de Santa Evita y La novela de Perón, le reprochaba el que en sus escritos no inventara más. Caparrós ha cruzado el mundo para hacer sus libros monumentales. Entre todos, El Hambre es el que más trabajo le ha costado. Durante cinco años viajó por Níger, Bangladesh, Sudán, Madagascar, India, Kenia, Estados Unidos, Argentina, intentando entender como los poderosos usan las hambrunas para poner de rodillas a los pobres. El hambre es una enfermedad que se hereda, que merma, que aniquila el futuro de hombres que ni siquiera han nacido. El hambre doblega a los recién nacidos en el África y engorda hasta la obesidad elefantíasica de los pobres en Estados Unidos.
Vive en Barcelona desde hace casi 10 años pero visita permanentemente Buenos Aires. Es hincha del Barca y del futbol, tiene más de 30 libros que están hechos no para agradar –leer El Hambre le quita la fe en la humanidad al más optimista- y el año pasado lanzó Echeverria, una novela que le sirvió para quitarse las heridas que le ha dejado el periodismo.
Martín Caparrós es el invitado estrella del Oiga, Mire, Lea, el festival caleño de literatura que arranca hoy 1 de septiembre y que se presentará en la Biblioteca Departamental el lunes 4 de septiembre con una charla con el cronista Alberto Salcedo Ramos sobre El Hambre, su libro insignia
