Cantándole la tabla a los colombianos

Cantándole la tabla a los colombianos

Aunque derecha, izquierda y centro creen tener la razón y ser superiores, cada una tiene graves problemas, que al final las hace responsables de lo que sucede ahora

Por: Gustavo U. Fajardo
octubre 12, 2018
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Cantándole la tabla a los colombianos

Este artículo está escrito principalmente con el propósito de sacar de su zona de confort a cada uno de los colombianos que se vanaglorian por catalogarse de derecha, centro o izquierda. Cada uno, en su burbuja de cristal, cree tener la razón, pero en el fondo, la verdad es que, en mayor o menor medida, todos somos culpables de la mala situación que está viviendo el país.

Comencemos con lo más cuestionable de todo, la derecha. El mal llamado Centro Democrático, que podrá ser democrático (gracias a la demagogia con la que han engañado a más de un incauto), pero que de centro no tiene absolutamente nada, es posiblemente el partido político que más daño le ha hecho al país en las últimas dos décadas. Y eso es mucho decir, porque no lleva ni una de fundado. Lo que pasa es que muchos de sus hoy partidarios ya venían haciendo de las suyas desde mucho antes de su fundación; miren por ejemplo al ministro Carrasquilla, a Andrés Felipe Arias o al montón de periodistas que echaron por la borda al Canal RCN.

Las tácticas del Centro Democrático irónicamente son lo más populista que tiene este país, y me refiero a la ironía del hecho, porque en las elecciones pasadas tildaron de populista a Petro, cuando fueron ellos los que más usaron ese método para captar votos. Con el cuento ingenuo del “castrochavismo” o de que nos “vamos a convertir en Venezuela” lograron engañar a muchos colombianos de votar por Duque. Sin embargo, les aseguro que más de uno de esos incautos no diferencia el poder ejecutivo del judicial o del legislativo, y mucho menos entiende las implicaciones internacionales del problema venezolano. Les aseguro que más de uno de ellos no tiene otro medio de recepción de noticias que Caracol o RCN, y que seguramente siguen creyendo que Actualidad Panamericana brinda noticias verdaderas.

Respetados colombianos que avalaron a Duque en las urnas, ustedes están acostumbrando a toda una generación de colombianos (¡otra más!) a pensar y expresarse con violencia, y sobre todo a legitimar el exterminio de todo aquel que piense diferente. Sí, así como hicieron con la Unión Patriótica hace no más de un par de décadas. Ustedes jamás invertirán en educación porque como bien lo dijo Julián de Zubiría, es más fácil controlar a un país que piensa con las emociones, a un país con ciudadanos formados con pensamiento crítico.

Señores de derecha, uno debe ser muy ingenuo para creer que para lograr un país en paz se debe invertir en más guerra. Les creo a los empresarios y medios de comunicación que apoyaron a Iván Duque en su campaña, finalmente ellos viven de la guerra, y necesitan ese tipo de situaciones violentas para poder hacer noticia, y hacer negocio. Pero usted, señor o señora de clase media (o baja, en muchos casos), no entiendo su forma de pensar. ¿Cómo apoyan a los ponentes de la Ley 100 que jodió la educación? ¿Cómo apoyan a candidatos que abiertamente dijeron que había que reducir la acción de tutela, que múltiples fuentes los acusan de apoyar grupos paramilitares? ¿Cómo apoyan a políticos acusados de propiciar los falsos positivos que mataron a cientos de jóvenes pobres, a políticos acusados de robarle dinero a los campesinos con Agro Ingreso Seguro, de enriquecerse con las zonas francas a las afueras de Bogotá?

¿En serio tiene tan metido en su cabeza que Juan Manuel Santos le entregó el país a las Farc? ¿Siquiera se han acercado a un informe estadístico para revisar cómo han bajado, indudablemente, el número de muertos en combate y soldados heridos con el tratado de paz de las Farc? ¿De verdad creen que en un país como Colombia nos vamos a convertir en Venezuela? Bueno, aunque puede que sí. En Venezuela unificaron las cortes, se apoderaron del poder legislativo y del ejecutivo para hacer lo que se les viniera en gana. ¿No les parece sospechosamente parecido a lo que está haciendo el Centro Democrático en nuestro país?

Por lo menos sean decentes y admitan que el problema no es llegar a una dictadura, admitan que lo que quieren es que este país se vuelva una finca y que Uribe sea el patrón. Por respeto a todos aquellos que no pensamos como ustedes, por lo menos dejen la bobada y digan las cosas como son.

Por cierto, Álvaro Uribe es el perfecto ejemplo de lo que Maquiavelo denominaría un líder despiadado. Ojo, ser despiadado no es lo mismo que ser déspota. El líder despiadado es un líder fuerte, que controla sus emociones y que jamás mostrará vulnerabilidad ante la gente. Gracias a estos atributos forja una visión más fría de las situaciones y toma decisiones de manera mucho más fría e inteligente. No obstante, controla tan bien sus emociones que no se olvida de mostrar su lado humano, solo que ser humano no significa mostrarse vulnerable. Por eso es que Uribe es catalogado por muchos el perfecto capataz para esta hacienda llamada Colombia, porque se vende como un ser humano, pero al mismo tiempo es un tipo que inspira fortaleza y seguridad.

No es fortuito que se presente con poncho y sombrero, porque es su forma de venderse como un ciudadano más afectado por las Farc, aunque en el fondo es un político que sabe perfectamente que dice mentiras y que las repite mil veces hasta que sus seguidores las crean y comiencen a difamar a cualquiera que diga lo contrario. A los que se creen el abanico de farsas del "honorable" congresista les cuento algo: este país jamás va a estar en paz mientras personas como ustedes vivan aquí. Sí, la violencia no solo se produce por las guerrillas que matan y desplazan campesinos; cada vez que usted desea asesinar a alguien de izquierda, a alguien que piensa diferente, está contribuyendo a que este país sea más violento; cada vez que se alegra por la muerte de un líder social (mal llamado "comunista" por ustedes) este país se jode más.

¿En serio creen que con más guerra vamos a solucionar el conflicto armado de Colombia? Por lo menos sean decentes y admítanlo públicamente: su fetiche es ver sangre y asesinatos en los noticieros. Sean francos, prefieren la guerra a vivir en un país en paz. La guerra es su entretenimiento. No sean cafres, muchos de los que aclaman una guerra con Venezuela no permitirán que sus hijos presten servicio militar. Qué fácil es armar la guerra cuando los muertos no los pone usted, como decía un tuit por ahí, y es verdad.

Pasemos ahora al otro extremo. A los que se denominan de izquierda y que viven vanagloriando al señor Gustavo Petro, ¿creen en serio que ese candidato logrará una mayoría en unas elecciones presidenciales? Por favor, dejen de ser ingenuos. ¿No notaron acaso como en las últimas elecciones todos los medios de comunicación comenzaron a atacarlo de manera sutil, generando una cortina de humo para nublar el pensamiento de los votantes indecisos? ¿En serio creen que un país que le dijo no al plebiscito, donde no prosperó la consulta anticorrupción, va a permitir que un político con pasado guerrillero llegue a la presidencia? Mientras ustedes se están agarrando con cuanto ser humano no comparte la visión de la Colombia Humana (los que votaron en blanco, por Fajardo o por De La Calle), los de la derecha están reunidos, sentados juiciosamente viendo cómo ganar las elecciones de 2019 y 2022.

¿Y saben por qué? Porque ellos son estrategas políticos y se adaptan a lo que el panorama electoral demanda siempre y cuando logren la victoria (sí, como el colombiano promedio). Ustedes ni son estrategas, ni son del todo coherentes, porque piden igualdad y respeto, pero en su delirio de grandeza y superioridad moral, irrespetan a cuanta persona piense distinto. Les daré un consejo que no me han pedido: si alguna vez quieren ganar unas elecciones presidenciales, deben aprender a jugar cómo juega la derecha: sí, capturando las emociones de los votantes, confundiendo y venciendo.

Por favor, no seamos ilusos, Gustavo Petro es un hombre brillante, quizá tan brillante como Álvaro Uribe, pero a diferencia del segundo no sabe capturar las emociones de los colombianos. Dejen la arrogancia, ni los ocho millones de votos de la segunda vuelta son de Petro, ni mucho menos los once millones de la consulta lo son. Votar en contra de Duque es diferente a apoyar a su caudillo, estar aburrido de la corrupción no es ni remotamente parecido a querer que su candidato sea presidente. Comencemos siendo honestos y admitamos que su político favorito no tiene tanto peso como creen.

Sí, todos queremos educación superior gratuita y de calidad, existe consenso en que es la mejor herramienta para promover movilidad social y vencer las trampas de la pobreza, ¿pero saben qué pasa? Que ese mensaje, tan bonito para ustedes, puede ser fácilmente vendido como demagogia, como un discurso político engañoso, y seamos francos, en el fondo lo es. Así como cuando el candidato dijo que cerraría el Icetex, pero se le olvidó tener en cuenta que el país tiene una deuda con el Banco Mundial con la que funciona el instituto y que cuando lo cerrara no iba a tener con qué pagar la deuda.

Es decir, muchas promesas pueden ser bonitas y realizables en el mediano plazo, pero la mayoría de los colombianos, con miedo, engañados, o por la razón que sea, no le come cuento a eso. Y es sencillo, han vivido en un país que les ha enseñado a perder la confianza en el Estado, y eso no se quita de un día para otro. Personalmente creo que Petro jamás logrará mayoría de votos, no en un país con medios de comunicación amañados, con colombianos que no leen y con una derecha cada día más fortalecida.

Por otro lado, ya dejen de llamar tibios a la gente del centro que votó por Fajardo. Si fueran lo suficientemente estratégicos, en lugar de ofender a los que no votaron por su candidato, deberían preguntarse qué hacer para capturar esos votos (y créanme, la respuesta no es tildarlos de tibios). Las elecciones son un juego de popularidad, si creen otra cosa están muy equivocados. La política colombiana no es, ni será, la excluyente política ateniense. Aprendan a jugar en este escenario o mejor resígnense a que la derecha nunca permitirá el ascenso de la izquierda al poder.

¿Saben qué vaticinó? Que en 2022 Petro será el que haga que el Centro Democrático repita presidencia porque le va a quitar fuerza a un candidato que genere mayor empatía en el electorado y reúna personas de centro derecha, de centro y de izquierda. Y no me refiero al señor que se fue a ver ballenas cuando el país más lo necesitaba. Ese señor ni siquiera debería ser nombrado, su arrogancia demostró con total claridad lo que decía Desmond Tutu: “si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. Y lo peor no es que se fuera a ver ballenas en momentos de crisis, es que logró que un importante número de votantes pensaran con la misma arrogancia e indiferencia que él.

Dicho esto, terminamos con el centro. No le quiero dar tantas vueltas a este último grupo. La anterior frase resume muy bien lo que pienso de ellos.

Muy ingenuos resultaron los que creyeron que Petro y Duque eran la misma vaina y que ambos representaban un cáncer para el país. Abiertamente creo que ambos eran una enfermedad para los colombianos, pero es diferente una gripa de un cáncer. Por lo menos con la izquierda en la presidencia le hubiéramos dado la oportunidad al país de conocer qué es un gobierno progresista. País que, dicho sea de paso, es el único en la región que nunca ha tenido un presidente de izquierda. Por lo menos así en cuatro años, cuando vuelva a ganar la derecha, los colombianos tendrían razones de paso para haber votado por el nuevo candidato de Uribe. Somos una vergüenza para el mundo. Solo hemos demostrado que este país es godo y obtuso.

¿Saben? Votar en blanco cuando sabíamos que existía una enorme posibilidad de que el Congreso y la Presidencia de la República quedaran en manos del mismo partido (y el más sucio de todos) es una canallada. Al igual que los petristas, esa supuesta superioridad moral que los caracterizó en la segunda vuelta pasada, no es más que una forma arrogante y muy poco eficaz de solucionar los problemas. Pues les tengo una noticia, Duque no solo ganó por los votos que logró el Centro Democrático y ese montón de partidos derechosos oportunistas, también ganó por los votos que prefirieron dar un paso al costado cuando el país más los necesitaba.

Si llegaron hasta el final de este artículo, gracias. Sí, soy un votante de centro, pero no del centro al que estigmatizan diciéndole tibio, soy de un centro que cree que para que este país supere la derecha debe dar pasos lentos, soy un ciudadano que definitivamente no cree posible que un candidato de izquierda gane la presidencia. Soy un colombiano que cree que este país requiere avanzar con paso lento pero firme y que, por sobre todas las cosas, no puede seguir sumergido en la derecha.

Necesitamos superar las diferencias entre el centro y la izquierda, necesitamos superar esa ingenuidad que nos mueve. Si seguimos divididos o apoyando a candidatos que no lograrán una aceptación amplia entre los votantes no vamos a lograr eliminar ese cáncer que nos corroe. Necesitamos ser estratégicos y políticos, necesitamos aprender a jugar para poder ganar.

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