Me cansé de odiar, de la cizaña y de las mentiras. Me cansé de que me infundan miedo y odio hacia aquellos que son mis hermanos.
Me cansé de que por culpa de un puñado de personas que solo desean poder, dinero y beneficios propios, yo tenga que enemistarme con mis vecinos, amigos y hasta familia.
Me cansé de las reacciones violentas hacia todos aquellos que no conocemos y con lo que no estamos de acuerdo. Y es que nos comportamos como los animalitos que han sido maltratados toda su vida y que cuando llega alguien a salvarlos lo muerden y le gruñen.
Me cansé de ver cómo mi país se divide entre los que incitan al odio y los que se defienden.
A veces, quiero entender por qué la gente hace lo que hace, quiero entender a aquellas personas con las que no estoy de acuerdo, pero no puedo. No puedo negarme a lo que soy, no puedo no pedir por los derechos de los negros, de las mujeres, de la comunidad LGTBI, ni de la educación. Porque sería negarme a mí misma lo que soy: una mujer negra universitaria, con tendencias a la homosexualidad pero mayormente heterosexual.
Con total honestidad puedo decir que no apoyo al presidente, ni a su gobierno, ni al gobierno anterior, tampoco apoyo a ningún tipo de guerrilla, ni a ninguna iglesia que se meta en política. Esto no quiere decir que tenga que odiar a las personas que sí los apoyan, porque son personas que están acostumbradas como los animales a ser tratadas mal, a que todo sea difícil y a que siempre se les mienta o simplemente para ellos prima más el bien propio que el común.
Claramente tengo una posición política establecida y no me da miedo seguirla y ni debatir sobre ella, eso no quiere decir que irrespete las elecciones diferentes de los demás. Incluso sé que me puedo estar equivocando al elegir, pero si somos sinceros, siempre hemos elegido mal y creo que si este cambio llegara a fracasar, no nos afectaría como muchos dicen, porque total ya estamos acostumbrados a ser pisoteados por aquellos que nosotros elegimos para que nos gobiernen.
Mi propuesta es escuchar, debatir y no dejarnos llevar por las pasiones, bien dicen que Colombia es pasión, pero debe de ser pasión por amar, no por odiar. Desde lo profundo de mi ser quiero poder estar en paz con las personas que me rodean. Deseo ver bien a mis vecinos, a mis amigos, mi familia y hasta la gente que no conozco. Deseo que cada quien tenga su punto de vista y lo haga valer en las urnas, no en las calles agrediendo al otro porque piensa diferente. Deseo que aquellas personas sobre todo de los lugares rurales puedan sanar tanto dolor y odio que han acumulado a través de los años.
Deseo que las personas de la ciudad dejen de pensar solo en lo propio y más bien ayuden a las personas que por tantos años han ignorado. Deseo que si tengo hijos jamás vayan a la guerra, ni los hijos de mis vecinos, ni los hijos de nadie. Deseo que la gente deje de matarse por cosas tan triviales como una mala mirada o un acto descortés. Deseo que se respete a todo el mundo sin importar edad, religión, orientación sexual y lugar de origen.
Deseo poder disfrutar con tranquilidad mi hermoso país y cuidarlo, porque es lo último que nos queda: nuestros recursos naturales. Finalmente solo quiero decir: ¡Qué viva la tolerancia! ¡Qué viva la gente hermosa de mi país que a pesar de tanto dolor se ha levantado con más fuerza que antes y ha salido adelante! Porque ese es el ejemplo que debemos seguir, el de verraquera, el del amor hacia los nuestros y la capacidad que tenemos para lograr lo imposible.
