Acá hubo fachos elegantes, decadentes, inteligentes. Era una manera de provocar a una intelectualidad secuestrada por la izquierda. Ya no. Desde que le hicieron la lobotomía a Plinio Puleyo ya no existe un gran columnista de derecha. Ahora son un poco de gritones beligerantes que lo único que piden es guerra. Hace falta un gran escritor de derecha. Alguien que provoque, que enerve. Un Limónov adicto a las anfetaminas. Entre los columnistas solo hay bien pensantes. Nadie tira la primera piedra. La revista Semana decidió quitarle la columna a León Valencia porque le pareció a Felipe López que hacía falta equilibrio: todos lapidaban a Uribe los sábados en la noche. Entonces llamó a gente de derecha. La lista es más que lamentable: Pacho Santos, Vicky Dávila y no sé quién más. El pensamiento de este país no puede ser propiedad de la izquierda. Si los de derecha pensaran, leyeran, podrían ayudar a construir un mejor modelo de país. Pero nada, no se les cae una idea.
El problema además es que la izquierda tampoco tiene filósofos. Ni siquiera tiene opinadores de calidad. Daniel Samper Ospina, por ejemplo, escribe con plantillas. Todos sus escritos son una copia de los otros. Y la gente lo disfruta. Sobre todo la gente de izquierda. Los jovencitos aspirantes a tirapiedras lo leen con el fervor que sus abuelos leyeron el libro rojo de Mao. Se sienten muy cool compartiendo las bobadas de este youtuber cuarentón.
Los jovencitos pupis necesitan reafirmar que son socialistas bienpensantes. Miren sus perfiles de Facebook no más. Dan asco. Los peores son los que están convencidos que hacen una labor social más que notable recogiendo perritos chandosos en la calle. Cada vez es más difícil visitar sus casas. Hay mierdas por todas partes y pelitos que a un asmático como yo le causa un ataque inmediato. Pero los más despreciables son los que adoptan gaticos. Los gaticos de la calle son los animales más asquerosos que hay. Los gatos tienen costumbres horrorosas, como por ejemplo cazar raticas y llevárselas a la cama del dueño despedazadas como si fueran una ofrenda. Además los gatos son ariscos, mal agradecidos. Uno en una mascota lo mínimo que espera es devoción por el amo, sumisión.
A mí me parece una forma de esquizofrenia recoger perritos de la calle.
Si tuvieran plata harían lo de Angelina Jolie o Mia Farrow:
recorrerían el tercer mundo en busca de huérfanos exóticos
A mí me parece una forma de esquizofrenia recoger perritos de la calle. Si tuvieran plata harían lo de Angelina Jolie o Mia Farrow: recorrerían el tercer mundo en busca de huérfanos exóticos. Nunca le haría daño a un animal. Es más, prefiero ver atropellar a una persona que a un perro. Pero a mí, por mi mala energía, por mi ansiedad constante, por mi egoísmo, se me mueren hasta los cactus. Lo único que tengo es mi libertad y un perrito es una cárcel. Ahora considero a todos los amigos que se largan de este infierno pensando en donde dejar al perrito. Qué pereza.
Yo creo que para parecer inteligente no basta con adoptar un chandoso. Para ser inteligente hay que leer y, sobre todo, tener una vida interior. Pero después del trabajo, del maldito trabajo, yo no quiero para mi vida tener que recoger mierda en una bolsita y tener como única recompensa una lambida húmeda. Yo quiero seguir teniendo curiosidad, seguir sorprendiéndome con cosas y ser joven para siempre.