Barguil, Amaya, Robledo, Lizarazo, Peñalosa y otro largo etcétera se mantienen en la liza presidencial sin aparentes aspiraciones reales. ¿Por qué siguen ahí?
Diecinueve precandidatos. Algunos tienen aspiraciones reales, Petro, por supuesto que puntea en la intención de voto, Zuluaga tiene al gobierno y los votos que le quedan a Uribe, Hernández que sorprende en las encuestas, entre los Char que tienen una maquinaria pesada en tres departamentos de la costa y Federico Gutiérrez, seguramente habrá otra ficha del gobierno Duque y entre Fajardo, Gaviria y Galán estará el candidato del centro. ¿A que juegan los demás?
Dos llegan por la inercia del peso de los avales: Ingrid Betancourt y Jorge Robledo. Este último en el atardecer de su carrera como parlamentario y excluido del Polo que ayudó a fundar, no tiene otro camino que terminar su carrera como precandidato presidencial.
Ingrid que resucitó con su partido Verde Oxígeno sabe que no tiene maquinaria ni opinión, pero si tiene la capacidad de dar avales, que mejor que dárselo a ella misma.
Eso la va a mantener en el foco de la prensa aún después de la primera vuelta en donde se presentará como aliada de alguno de los dos finalistas y por esa vía obtener alguna cuota burocrática que la mantenga vigente en la política.
Barguil y Dilian Francisca Toro, aunque esta última cedió su silla Peñalosa, tienen la intención de tomarse sus partidos a la antigua, “el candidato es el jefe natural del partido”, decían los patriarcas del bipartidismo y eso es lo que pretende Barguil, dar un golpe de mano a Omar Yepes en el conservatismo.
Con los votos del conservatismo podría derrotar la maquinaria de los Char si esos votos no estuvieran capturados por el uribismo.
Dillian Toro busca reinar sobre los restos del naufragio en que se convirtió el partido de la U después de la desbandada de sus capitanes en pos del petrismo.
Ella, estaba en una encrucijada por el portazo que le dieron al candidato del gobierno en la coalición de la experiencia, pero esas veleidades no se pueden presumir con ministro a bordo.
La solución fue avalar Peñalosa que había dicho que recibía al candidato del uribismo con los brazos abiertos. Una salida milagrosa para ambos. Peñalosa que ni siquiera había podido conseguir las firmas y La U que mantenía sus cuotas en el gobierno.
El Mira sacó una candidata y entró a regañadientes en la coalición en momentos en que el gobierno necesitaba que se aceptara a Zuluaga allí. Su jefe está muy cómodo paseando por los viceministerios. Para qué ponerse de retrecheros haciéndose los independientes.
Justa Libres manda un candidato para mantener sus bases cohesionadas y mantener su presencia en el congreso.
Amaya y Camilo Romero se ponen en la fila para elecciones venideras y Francia Márquez, que de todos es la candidata más genuina, utiliza la tribuna electoral para elevar su voz contra la pobreza y exclusión de sus territorios.
Todos ellos saben que no tienen opciones reales, pero no están de precandidatos para eso. Como lo dice en refrán, “te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro”