Esta es la campaña presidencial más importante de las últimas décadas, pero la más insulsa, la más irresponsable, la menos atractiva de las que hemos vivido los colombianos en décadas. Insulsa porque no se dice nada que entusiasme que permita vislumbrar un país por lo menos distinto al de hoy, lleno de las crisis en que vivimos actualmente. El único que sí plantea posiciones que desesperan a muchos pero que entusiasman a más como lo dicen las encuestas es Petro que puntea. La más irresponsable, porque ningún país serio tiene 40 o 50 candidatos, algunos que no clasifican ni siquiera para algún cargo público de bajo nivel. La menos atractiva porque la desesperanza que reina en el país crece cada día. Ante el fracaso de este gobierno no hay luz de esperanza.
A partir de este panorama político claramente desolador es necesario que empecemos a llamar las cosas por su nombre. El único que se ha tomado la campaña en serio es Petro y al paso que van las cosas se cumplirá lo que claramente señalaba Mauricio Cárdenas en su último artículo. Terminaremos en el 2022 los colombianos, obligados a decidir por los extremos y allí se ve el pánico que les produce Petro a los sectores de la dirigencia colombiana pero también el miedo que todos tenemos de que continúe el desastre Duque.
El balón lo tienen los llamados de Centro, que obviamente no incluye al Democrático. Pero estos innumerables nombres, algunos muy buenos y otros muy malos como el exalcalde de Bucaramanga que sería una vergüenza como presidente. Pero independientemente de la aceptación o cualidades de estos lo que sí hay que decirles claramente es que están perdiendo el tiempo. No se conocen sus intenciones ni sus diferencias. No parecen conscientes de que ese recurso tan valioso se les está acabando por muchos errores que están cometiendo personalmente ellos y las cabezas de esos movimientos o partidos, para llamarlos de alguna manera.
Sus potenciales electores estamos aburridos de declaraciones tontas, inoportunas, pero, sobre todo, de esos egos tan inmensos y desubicados que les impide ver sus reales posibilidades. Nada de planteamientos claros con los que tienen que convencer a los ciudadanos de que tienen las cualidades para el período crítico que vivirá el próximo presidente. Es decir, la sensación que están dejando es que parecen más jugadores de un equipo desordenado sin norte, que individuos que están convencidos de su capacidad de manejar semejante país como el que recibirán en agosto del 2022. No han logrado superar esas declaraciones descalificadoras de sus compañeros en la competencia, tampoco se muestran como grupos entre los cuales se escogería un ganador que todos apoyarían. Siguen en grupo, pero con ambiciones individuales, solitarias. Mejor dicho, un desastre. Desastre porque los colombianos estamos desilusionados y la prueba es la gran cantidad de indecisos que muestran las encuestas. En blanco y negro: hasta ahora no convencen a nadie.
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Así se molesten porque muchos de esos candidatos son amigos, el llamado es para que no sigan perdiendo el tiempo además con encuestas que les hacen más daño que bien
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Así se molesten porque muchos de esos candidatos son amigos, el llamado es para que no sigan perdiendo el tiempo además con encuestas que les hacen más daño que bien. Y a quienes dirigen sus colectividades hay que decirles que se dejaron enredar de tal manera, que si no encuentran un camino más claro no solo pelearán al final solo los extremos, sino que sus colectividades quedarán desdibujadas para siempre. Muy duras estas afirmaciones, de malas. Es el momento de cantarles la tabla a ver si reaccionan individual y colectivamente. Créanlo, el tiempo se les está acabando.
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