Por cuenta de una periodista que se autoproclamó candidata, ya se empezó a hablar oficialmente de las elecciones presidenciales del 2026. Nuestro papel ciudadano será alejarnos de esos candidatos que parecen haciendo campaña para personero de colegio.
Como sociedad, tenemos una formación política muy pobre. En casa nos dicen que es mejor no hablar ni de religión ni de política, y así, crecemos sin poder desarrollar una postura crítica frente al ejercicio de los políticos y cómo desarrollan sus campañas.
Quizá, la única formación en términos políticos y democráticos durante nuestra niñez y adolescencia, es la que recibimos en los colegios, y nos quedamos pensando que así es como se debe hacer en la vida real. Vea le cuento cómo se escoge a un personero de colegio, y cuénteme si tiene parecido o no, al proceso para escoger a un alcalde, a un gobernador, o a un presidente.
Para elegir al Personero y al Representante Estudiantil, se hace la pantomima de unas elecciones como las de alcalde o gobernador porque van sin segunda vuelta, pero mientras lea esto, piense en las de presidente que son las próximas. Las “campañas” para escoger al personero escolar se toman como un concurso de popularidad, en el que el estudiantado se va inclinando por la más bonita o el más gracioso, en el que los profesores van metiendo mano por el más juicioso y le van haciendo campaña a escondidas. Una campaña en la que los directivos proclaman que son imparciales y no tienen favoritos, pero que bajo la mesa van moviendo lo que pueden para que no gane el alumno “problemático”, y un proceso en el que al final del año escolar, la consigna común de todos los estudiantes es que “ese personero no sirvió para nada”.
El muchacho en campaña es de undécimo grado, lo conocen solamente sus compañeros de curso, pero tiene que ir saltando de salón en salón, igual que un presidenciable de gira por los departamentos, para persuadir a su electorado de una de dos, a que voten por él o a que voten en contra del otro candidato. Tiene que demostrar “que tiene al colegio en la cabeza” aunque apenas lleve uno o dos años en la institución, y que sabe qué es lo que todos necesitan para hacer menos miserable su vida escolar.
Las propuestas importan poco, lo que importa es decirle a cada salón lo que quiera escuchar. No puede faltar la promesa de la piscina para los más chiquitines, el jean day para los que están en sexto o séptimo, y la fiesta y el paseo de final de curso para los más grandes, como si se tratara de un tren volador. Y si de casualidad hay un debate y se le pregunta que qué piensa hacer por los estudiantes suspendidos sin justa causa, no es sino que conteste que si los suspendieron fue por algo, que demás que no estaban recogiendo café.
El día de las votaciones el colegio se paraliza y todo gira en torno a la fiesta democrática. Aunque todos los estudiantes debían ir ese día a clase, no falta el que tomó la jornada como si fuera un día festivo y se fue a pasear. Los equipos de campaña de los diferentes candidatos tratan hasta último segundo de ganarse el voto de los alumnos indecisos, se entregan fotocopias con la cara del candidato por el que hay que votar, y los equipos que tienen papás que los patrocinan, reparten papitas y gaseosas. Al final del día se abren las urnas, se cuentan los votos, y se proclama a un ganador, aunque el total de votos haya sido de 103, y ese día al colegio hayan ido 102 estudiantes.
Y salimos del colegio, y seguimos repitiendo la misma pantomima, pero con un mayor presupuesto.
Yo fui personero en mi colegio y quisiera creer que hice una campaña diferente, pero han pasado casi veinte años y tal vez la nostalgia me nubla el juicio, tocará preguntarle a mis compañeros.
Sería muy diferente si desde pequeñitos en el colegio nos enseñaran qué hace el personero o para qué está el representante estudiantil y no se centraran sólo en escogerlo, y que por ahí derecho nos contaran cuál es el papel del Presidente y qué hace el Congreso. Ayudaría mucho si en nuestra casa, creciéramos escuchando a nuestros papás qué opinan de lo que está haciendo tal o cual político.
Si queremos que algún día las cosas cambien, nos tocará fijarnos en lo importante, buscar los programas, revisar qué propuestas hay, qué tan viables son y si comulgamos con ellas, y si apuntan hacia ese país que nos soñamos, para que cuando sea la hora de votar dentro de año y medio, podamos elegir a un Presidente y no a un personero de colegio.