Antes de abrir el libro de la vida de Candelario Obeso, que no era una vida cualquiera, quiero presentar una nota que encontré en El País en la que se presenta al artista plástico Roméo Mivekannin y su serie Las almas del pueblo negro, allí hablan de su obra en la que ha intervenido pinturas famosas como Las Meninas de Diego Velázquez.
Mivekannin trae este apunte: “El propio Velázquez tenía un esclavo llamado Juan de Pareja (1610-1670), un afrodescendiente nacido en Sevilla. No se le permitía pintar, pero practicaba en secreto, sin el conocimiento de su maestro. Se podría pensar que esto es una anécdota, pero son detalles que me interesan y aportan especial interés a un pintor o a una obra”.
Pues bien, la intervención en cuestión consiste en reemplazar la figura de la mujer de talla baja por el retrato de Mivekannin y es un estilo muy propio de protestar por el uso de los cuerpos oprimidos no solo en la pintura, sino en las cortes, es un preámbulo a los espacios que los ven como motivo de diversión.
De forma semejante se han expresado otros artistas, en este caso hablo de los poetas, y hoy concretamente la referencia es a la poesía negra.
Entrando en materia, parece justo decir que el título de este artículo también podría ser Candelario Obeso o “la exaltación de un modo de vivir”. Es considerado como el iniciador de la poesía negra en Colombia.
“La poesía negra nace del grito del dolor de una raza que, arrancada de su medio, su paisaje y su libertad en el África, fue esclavizada en América, con la anuencia de las leyes primero y sin ella más tarde. La poesía negra nace de un dolor con dos caras: la nostalgia de la tierra perdida, la rebeldía contra la condición impuesta. Nace en cada cual con el mismo grito": (1)
En el ojo profundo nacen palmeras exorbitantes,
Y el grito se nos sale como una gota de oro virgen (2).
Son muchos los aspectos de la vida de este hombre que hay que contar, empiezo con el tema de la Guerra Civil Colombiana de 1876 en la que participó y se ganó el título de sargento mayor cuando tenía 27 años, y en 1881 fue cónsul en Tours (Francia), hecho relevante pues según sus biógrafos era hijo extramatrimonial, de Eugenio María Obeso, abogado liberal, y de María de la Cruz Hernández, lavandera, con ella pasó Candelario una vida llena de limitaciones económicas.
Este poeta nacido en Mompox, ingresó a la Facultad de Ingeniería y a la de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Bogotá, allí estudió durante dos años, también fue profesor, traductor de poetas ingleses, alemanes y franceses, entre otros. A su llegada a Bogotá después de la travesía por el río Magdalena, escribió el poema Sotto Voce, veamos un fragmento:
Intacto el corazón, el alma pura
henchida de ternura
y de ilusiones cándidas repleta,
abandoné el hogar me lancé al mundo,
y niño pudibundo,
luché con sus injurias como atleta(…)
El turbio Magdalena y majestuoso
al impulso impetuoso
de rápido vapor subí afligido
viva la imagen del hogar ausente.
¡Ay! Cuán indiferente
lo he subido después y lo he bajado!(…)
Lo mismo sucedióme cuando ufano,
Mi bordón en la mano,
veloz la planta a Bogotá moviendo
crucé descalzo el desigual camino
que… me trazó el destino,
y ya por siempre repasar pretendo.
En su obra poética se leen los títulos Cantos populares de mi tierra, que contienen: Los palomos, La oberiencia filiá, Cancion der boga ausente, Cuento a mi ejposa, Canto der montará, Canción del pejcaró; además de otros poemas publicados en el periódico El Rocío, Secundino el zapatero, fue escrito para teatro, y La familia Pygmalión, es una novela.
De su vida se han dicho muchas cosas y una de ellas era su ingenuidad frente al amor de las mujeres, pues se imaginaba que todas lo querían, y como es de esperarse, ante tal situación eran más los desengaños que otra cosa, y luego llegaba la desazón. Estos son hechos contados por uno de sus compañeros de tertulia, Juan de Dios Uribe, que también anotaba las múltiples anécdotas de duelos de amor del poeta, no sé qué tanto pudo determinar su inspiración, pero sí pienso que mucha parte de su vida pudo estar arropado por la melancolía.
Antonio José Restrepo (Ñito) dijo de él: “Al negro le pesaba su negrura como un fardo aplastante, que él creía en sus horas hondas sería siempre un valladar que le cerraría todas las puertas, pero principalmente la del templo nupcial de Venus”. (3)
A tanto llegaron las cosas que el ocurrente Ñito, viéndolo en uno de esos trances de pena por el desamor recibido de una “dama de alta alcurnia” le escribió:
A Candelario Obeso
No más cantos, no más... Si la hermosura
por otro y no por ti de amor suspira;
si no hay para tu negra desventura
una sola mirada de ternura,
que haga vibrar las cuerdas de tu lira...
(…)
Si náufrago, tu amor no hallará puerto;
si las flores que arrancas a tu mente,
para su guirnalda de sien de diosa,
son holladas con planta diferente.
Si no ha de refrescar tu mustia frente
el rocío de tu alma candorosa:
echa sobre tu cuerpo una mortaja,
toma las vestiduras de un querube,
que del revuelto mundo en la baraja,
Ella es la carne que al sepulcro baja,
Tú eres el genio que a los cielos sube.
Y Candelario escribió estos versos en respuesta a Ñito:
Dices que no me quiere; que la olvide...
¿Y bien sabes lo que es amor?
¿Sabes lo que me pides?
Si el mismo Dios me dice que la olvide,
Le digo a Dios que no...
Y si en castigo a mi blasfemia impía
Me la quita veloz,
Entonces, me suicido: voy al cielo
Y se la quito a Dios.
No sé si será apresurado decir que uno de los tantos desamores lo impulsaron a salir de este mundo en 1884.
Son famosos estos versos:
Qué ejcura que etá la noche;
La noche que ejcura etá;
Asina ejcura é la ausencia…
Bogá bogá...
Los llamó Canción del boga ausente.
(1) La poesía negra en Iberoamérica. Martha L Canfield
(2) Nicolás Guillen. Sóngoro Cosongo
(3) Biblioteca Virtual Banco de la República.