Luz Ayala, una mujer de estatura promedio, avanza con pasos firmes atenta a su alrededor, risa ronca que suelta en tonos altos cuando cuenta momentos anecdóticos. Su desenvoltura para tocar temas de manera simultánea la hace una persona perspicaz. Te habla mientras chequea su celular para corroborar que se cumplió la meta diaria de su equipo comercial, mientras ordena al mesero una copa de tinto de verano para brindar por la vida. Brazos de guerrera, esculpidos por el ejercicio físico, denotan que ya han vencido una batalla implacable, la del cáncer. Al tocar este tema, respira profundo y sus ojos verdes vivaces se desvían como rememorando cada suceso que conjugó un periodo en donde la emoción y la espiritualidad jugaron un papel muy importante. Su corazón late fuerte, apretando los puños de las manos te dice con desparpajo y total naturalidad “pregúntame lo que quieras”.
Cara a cara con el enemigo
Como una gran heroína le hizo frente a este enemigo oculto, progresivo y maligno que la tomó por sorpresa, confirmando su sospecha cuando en una rutina de ejercicios notó a través de un espejo, una anomalía en el borde de su seno izquierdo. Después de realizarse una biopsia de cinco fibroadenomas, el mastólogo confirmó su sospecha. Un Carcinoma de mama triple negativo (TNBC) etapa tres arrojaban los resultados, un tipo de cáncer agresivo y difícil de tratar. Su nombre se debe a que las células de este tipo de cáncer no poseen receptores de estrógeno, progesterona ni suficiente proteína HER2 para poder ser eliminado por medio de terapia hormonal o medicamentos. se diferencia de otros porque crece, se propaga más rápido y tiene pocas opciones alentadoras por parte del cuerpo médico.
El cáncer de mama es el primero que encabeza la lista de la tasa de mortalidad en la población femenina en Colombia. Según datos estadísticos alrededor de 2.120 mujeres fallecen al año por esta enfermedad silenciosa. Las mujeres como luz, con cáncer localizado, la medicina les ofrece un índice de supervivencia de 5 años después de recibir el diagnóstico, rogando que un tratamiento adecuado y a tiempo cubra la angustia e incertidumbre que se torna en medio de esta nube gris que no estaba dentro del proyecto de vida que tiene planteado cualquier ser humano.
La intervención
“Te quitamos las dos mamas y listo”, dictamen certero y cruel que le dio el médico a Luz un 10 de enero de 2019, sin presentar ningún asomo de sensibilidad ni tacto al referirse al tema.
Cambiando todos sus planes en medio de la perplejidad, acompañada solo de sus lágrimas en ese instante turbio cuando recibió la brutal y sanguinaria noticia, nunca sintió que se iba a morir solo se sintió abrazada por el miedo.
Como buena mujer sin tapujos, le confesó a Juan Felipe Arias, un mastólogo oncólogo que la vio en otra cita médica, lo siguiente. “Si usted me dice 'inventa una estrategia de venta', mi mente empieza a navegar automáticamente, porque me siento capacitada, pero no estoy preparada para lo que me va a decir, no estoy capacitada”, recuerda que sus lágrimas escurrían en su rostro compungido. La respuesta de su interlocutor fue: “Tienes un cáncer agresivo y hay que atacarlo ya”.
Arrancó entonces con sesiones de quimioterapia divididas en cuatro rojas (carboplatino) y 12 blancas (placlitaxel) como son conocidas popularmente en el mundo de la medicina y por aquellos que han tenido la enorme voluntad de dejar que corra por sus venas con tal que ataque al monstruo que llevan dentro. Fatiga, pérdida de cabello, uñas debilitadas y fraccionadas, inapetencia, sabor aluminio en su paladar, entre otros síntomas que acompañan esta nefasta batalla que día a día se combina con cambios drásticos a nivel emocional, donde verte de cara al espejo con una yo diferente, decaída, con mirada honda, esperando a que la palabra resiliencia tome un significado en su vida y se muestre la luz divina en su amanecer, donde ruega que nada duela y que el cruel enfrentamiento consigo misma acabe pronto.
El despertar
Calva, sin cejas ni pestañas y con el sudor corriendo hacía sus ojos directamente porque no tenía una barrera que lo impidiera, como ella misma dice: “Dios hace cada parte de tí tan perfecta”. Después de una mastectomía radical con reconstrucción y radioterapias que se practicó con resultados positivos, piensa que tuvo un excelente equipo humano que siempre estuvo con ella: su familia, amigos y todo el cuerpo médico.
Con alegría en el corazón recuerda a su médico radiólogo Garvin González Tschampel, quien precisamente fue uno de los actores involucrados dentro de este proceso, quien le explicaba detalladamente con paciencia como avanzaba su proceso y quien sin duda hizo parte de ese gran equipo. Después de escuchar el dictamen de la junta médica, en donde la declaran libre de cáncer, dice que sintió renacer.
“El manejo de las emociones en tu vida tiene que ser bien administrado, eso es esencial para que tu sistema inmunológico no colapse en algún momento”, aconseja Luz, sobreviviente del cáncer de mama que hoy en día dicta su conferencia denominada El despertar a mujeres interesadas en la prevención y concientización de esta enfermedad.
Viviendo el aquí y el ahora, piensa que todos vivimos sumidos en el futuro sin disfrutar plenamente el presente. “El cáncer es algo que te puede tocar la puerta de repente, nadie está preparado, pero podemos hacerle frente”, concluye.