El tan esperado espacio para que existiera en nuestro país un tercer canal privado, después de muchos ires y venires de orden político, se dio y, después de tan larga espera, hace unas semanas vimos sus primeras emisiones al aire.
El canal ha tenido un muy bajo impacto, el rating no ha variado significativamente desde que sus nuevos dueños pusieron al aire la nueva programación. Surge la pregunta, ¿por qué su impacto ha sido tan bajo? Puede que haya múltiples razones para ello y cada quien tendrá un cúmulo de ellas, así que expondré las mías:
- Creo (no conozco si había alguna limitación de tipo jurídico, pero lo dudo) que un error garrafal desde el punto de vista de marketing fue dejarle el mismo nombre que tenía. El Canal Uno lleva muchos años perdido de los afectos de la audiencia como un canal de entretenimiento. Quienes siguen fiel a él, lo hacen porque ligaron la marca a los noticieros y lo ven exclusivamente en esos espacios.
- La idea de llevarse talento de los canales privados tiene fundamento en utilizar la imagen que tienen y así llamar al público, pero armar un canal a punto de los talentos de los otros, claramente, es desperdiciar la oportunidad de marcar un diferencial.
- Al armar su imagen con los talentos de los canales privados, terminó pareciendo un Frankenstein de Caracol y RCN. Mejor dicho, parece el hijo feo y mal armado de los otros dos y no la idea refrescante de alternativa de programación que todos esperábamos.
- Utilizar para su imagen en los noticieros talento que históricamente estaba ligado a los programas de concursos y entretenimiento es un riesgo muy alto, y no lo digo por Iván Lalinde que es un gran profesional, pero quienes hemos hecho televisión sabemos que implícita y explícitamente los presentadores de noticias construyen una credibilidad alrededor de su imagen, así que ligar las noticias del día a día, en un país tan poco noticioso como el nuestro, es arriesgarse a que el público de alguna manera perciba las noticias en un contexto muy diferente.
- El programa líder del entretenimiento lo tienen en el horario prime: Guerreros. Al comienzo lo intentaron promocionar como un reality que claramente no lo es (las razones por las que no lo es, las explico en el libro El reality en Colombia: un género de telenovela), para luego pasar a mostrarlo como un concurso, formato que por demás es una mezcla de varios y muy viejos programas de concursos. Se trata de una mezcla de Adán y Eva (de los 80) con retos al estilo Fear Factor y Singing Bee. Al final, la mezcla termina siendo tremendamente aburridora por un elemento que aún no logro entender… ¿por qué siempre son los mismos participantes? ¡Qué de emocionante tiene ver noche tras noche, durante dos horas, a los mismos con las mismas acumulando puntos en un sin ton ni son!
Pudiera exponer muchos elementos más, pero el artículo sería demasiado extenso y aburrido de leer. Lo que si vale la pena puntualizar es que, hasta ahora, el Canal Uno se suma a los dos canales privados como “Uno más del montón”, porque no propone nada nuevo.
Incluso sus noticieros que marcan el diferencial, ahora se parecen más a los de la competencia tanto en el set como en la imagen y en los presentadores, con el agravante de tener menos impacto que antes.
Por último, desde mi percepción personal, siento que el Canal Uno no es orgánico, se siente como la sumatoria de las programadoras que pasaron a ser sus dueños y no como una unidad estructurada que tiene un objetivo claro.
Si el Canal Uno no toma el riesgo de proponer y marcar una diferencia con sus competidores, tendrá un camino muy difícil por recorrer para entrar en la pelea, ¡por no decir que su suerte seguirá echada!