Ayer, con la detención de cuatro campesinos por parte del ejército en la vereda La Bocana de la quebrada Aguas Calientes, entre los municipios de Belén de los Andaquíes y Morelia, al sur del Caquetá, se generaliza la resistencia civil campesina que se presenta en todo el departamento contra la sísmica, la exploración y la explotación petrolera.
La férrea oposición campesina a la entrada de la empresa Petroseismic, que está realizando trabajos de sísmica en el Caquetá, se inició el año pasado en El “Puente de La Resistencia”, en Valparaíso, donde cientos de campesinos se habían estacionado para impedir la entrada de los trabajadores y equipos de esa empresa, y quienes posteriormente fueron desalojados a la fuerza por el ESMAD, tal como lo publicaron los medios regionales, e incluso nacionales.
Campesinos del municipio de El Doncello, al norte del departamento, que se oponen a la entrada de las petroleras, ya han tenido enfrentamientos con El ESMAD, e incluso la alcaldesa Sandra Milena Lozada Floriano ha tenido que intervenir en algunas veredas, para evitar que las situaciones generen graves problemas de orden público.
Precisamente la alcaldesa radicó a nivel nacional una solicitud para hacer una consulta popular en su municipio y así determinar claramente qué quiere la opinión pública local. Esa solicitud se presentó a la par de la que presentó el alcalde de Ibagué en el Tolima y que hace muy poco presentó el alcalde de Cumaral en el Meta.
En el municipio de Solano, Caquetá, en la zona de los ríos Caquetá y Orteguaza, los campesinos acaban de publicar un documento producto de un foro, en el cual se oponen rotundamente a la sísmica, la exploración y la expotación petrolera.
Hoy, ante los medios de comunicación regional, José Antonio Saldarriaga, campesino que hace pocos días realizó una huelga de hambre en el municipio de Valparaíso, denunció la detención por parte del ejército, de los campesinos Genaro Poveda, David Henao, Jairo Camacho y Juan Carlos Aprae, datos que corroboró en su face el Diputado Arturo Mayorga, y lo que es peor, Saldarriaga dijo al aire en una emisora local, que los campesinos habían sido rodeados por el ejército y que la mayoría habían escapado al cerco, que quienes escaparon le habían dicho que “nos tienen que matar, pero no nos cogerán vivos”, expresión muy delicada que habla a las claras de la peligrosa situación que se viven en el Caquetá por la entrada de las petroleras.
Todo lo anterior hizo que la Asamblea del Caquetá creara la Mesa por la Protección del Agua y el Territorio, que la Universidad de La Amazonía hiciera un juicioso estudio sobre los daños que ya está haciendo la intervención petrolera en la región y que las comunidades campesinas en general tomaran conciencia de que el agua y en general el ecosistema, son más importantes que el petróleo y la codicia de las multinacionales. El agua es vida, el petróleo es muerte, dicen los labriegos en su enconada resistencia civil.
* Medio regional, aliado a Las2Orillas
