Padres de familia de estudiantes campesinos del corregimiento de San Luis en el municipio de Páez, Cauca, exigen que las Instituciones Educativas a las que asisten sus hijos reconozcan la identidad cultural del campesinado y que implementen los estándares y contenidos del Ministerio de Educación Nacional.
Así mismo, que la administración de los recursos educativos sea asumida por las instituciones públicas competentes, y no por la Asociación de Cabildos Indígenas de Páez Nasa Chxa Chxa, pues esto desconoce a las comunidades campesinas que habitan el territorio y que forman parte activa de las Instituciones Educativas.
En la actualidad, la Institución Educativa Técnico Agropecuaria Félix María Pena en el corregimiento de San Luis, y la Institución Educativa Agroambiental La Ceja en la vereda La Ceja, son administradas por la Asociación de Cabildos Indígenas de Páez Nasa Chxa Chxa. Sin embargo, no todos los estudiantes son indígenas; cerca del 50% de ellos son niños, niñas y jóvenes campesinos.
Hace doce años la administración del colegio fue entregada temporalmente al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y posteriormente a la mencionada asociación.
En esa oportunidad no se consultó con las comunidades campesinas del territorio y se les desconoció su participación en la administración del servicio escolar, así como su identidad cultural. Desde esa fecha hasta la actualidad, el campesinado se ha mostrado en desacuerdo con la decisión de la Secretaría de Educación y Cultura del Cauca, por lo que solicitan que se respeten sus derechos y los de sus hijos.
Antes de que las Instituciones fueran entregadas al CRIC, no existían tensiones en los colegios entre estudiantes indígenas y estudiantes campesinos; pero en los últimos años el conflicto territorial entre los habitantes de Páez, se ha visto reflejado en las aulas escolares.
Desde 2017 los problemas por delimitación y uso de tierras (conflictos territoriales), se empezaron a replicar en los colegios generando problemas de convivencia entre los estudiantes.
Ese año los indígenas nasa en el marco de sus rituales tradicionales, fueron a la vereda La Capilla a realizar lo que denominan el refrescamiento de varas. Este territorio es habitado y titulado en su totalidad a campesinos desde hace décadas, lo que generó alerta por la presencia de los indígenas en la laguna, provocando enfrentamiento entre unos y otros.
Previo a la confrontación, el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda y la comunidad, expresaron su desacuerdo e indicaron a los indígenas que no contaban con autorización para hacer el ritual en su territorio.
Los indígenas hicieron caso omiso, prepararon comida en la casa de una abuela campesina de casi 90 años, en contra de su voluntad, y tumbaron las cercas para acceder a la laguna. Esta situación generó malestar entre los campesinos y se produjo una confrontación física.
Los hombres campesinos fueron sacados de sus casas por lo indígenas, e incluso se obligó a una persona de la tercera edad y a una persona en situación de discapacidad a movilizarse hasta un potrero, donde junto a los demás fueron amarrados a un poste de energía a la intemperie toda la noche.
Por su parte, las mujeres fueron violentadas física y psicológicamente; algunas fueron víctimas de tocamientos y otras, denunciaron que las obligaron a orinar en frente de los indígenas, recibiendo comentarios inapropiados de carácter sexual.
Al otro día las personas retenidas por los indígenas fueron llevadas a la sala múltiple de la Institución Educativa Félix María Pena en el centro poblado. Los indígenas les aplicaron el fuete públicamente como castigo de acuerdo a sus usos y costumbres a los campesinos, aduciendo que habían desarmonizado el territorio.
Adicionalmente, los amenazaron para evitar que hicieran las respectivas denuncias. Hay que decir que al momento de la aplicación del castigo había estudiantes menores de edad de la Institución Educativa, muchos de ellos campesinos.
Este hecho recrudeció la convivencia entre estudiantes en las aulas y volvió a despertar la discusión sobre el modelo educativo que se aplica en las dos instituciones mencionadas y que hoy responde únicamente a lo que los indígenas nasa han denominado educación propia.
Los campesinos y campesinas que tienen a sus hijos estudiando en estas instituciones porque no existen otras, recuerdan que la infraestructura inicial de los dos colegios fue construida con recursos propios del pueblo campesino y con el tiempo fue apropiado por el movimiento indígena.
Los padres de familia aseguran que a pesar de que las directivas del colegio dicen que no es obligatoria, en la clase de nasayuwe, lengua del pueblo nasa, no se les ofrecen oportunidades distintas a los hijos de los campesinos. Los docentes les piden estar en el aula sentados o los envían a la huerta a hacer trabajos físicos, por lo que los niños, niñas y jóvenes prefieren estar dentro de las aulas tomando la clase de la lengua.
Así mismo en la clase de sociales se privilegia la información correspondiente a las tradiciones culturales del pueblo nasa. Se ven a profundidad sus rituales, personajes históricos y lo que denominan gobierno propio; pero se obvian los usos y costumbres del campesinado del suroccidente colombiano, lo que coloca en desventaja a los hijos de campesinos que no fortalecen su identidad en la escuela.
