La antigua vía al mar está destinada al olvido. El Invías no responde, la Gobernación de Antioquia parece no importarle tampoco su mantenimiento o recuperación y mucho menos ha dado una solución oportuna el concesionario a cargo de la construcción del segundo túnel de occidente.
Si bien el proyecto autopista Mar 1 fortalecerá la conexión entre Medellín y Santa Fe de Antioquia con el resto de la región de Urabá, la maraña de contratos, licitaciones y jurisdicciones entre las entidades a cargo, hacen que los efectos colaterales del “progreso” en la infraestructura vial del país, sean simplemente ignorados de facto.
He ahí una ambigüedad particular. Mientras la construcción del túnel traerá beneficios para la región, justo a un costado de su entrada los habitantes y campesinos de la vereda El Naranjal, del corregimiento San Cristóbal, son quienes deben cargar con las consecuencias de la modernización vial y la prosperidad económica que se llevan consigo otros.
Por ejemplo, a doña Marta no le preocupa el considerable frío de la finca que habita, ni las madrugadas, tampoco las lluvias torrenciales, el inclemente sol, ni las crecidas de la quebrada la Iguaná, con las cuales dicen en ese sector, han aprendido a convivir. Ella desea que por lo menos los caminos anexos a la antigua vía al mar, que muchos campesinos como ella siguen empleando para comunicarse entre las diversas veredas, estén en buen estado para poder sacar la cosecha de hortalizas que con esfuerzo han cultivado.
Ama su tierra, hace parte de ella, y no desea irse. Sus ojos han vivenciado los notorios cambios de las últimas décadas. Pero desde la construcción del túnel ya le es lamentablemente común tener noticia sobre la caída o agrietamientos de viviendas, el deterioro de las vías, el exceso de contaminación emanada por la boca del túnel y la pérdida de afluentes de agua. Eso quizás nunca lo esperó, y con preocupación desea una pronta solución de las anteriores problemáticas.
En vez de dejar al margen a los campesinos, su inclusión real a los grandes proyectos de infraestructura, ayudaría a reafirmar la tradición campesina que aún conservamos y al fortalecimiento del comercio de los corregimientos aledaños con Medellín. Eso sí sería un buen instrumento político para impulsar el crecimiento económico, reducir la pobreza y generar equidad.