Al paso que marcan las campañas políticas en los barrios y pueblos, parece que la carrera no fuera por servir a la comunidad desde un cargo público para hacer más hacendosa, sino por la compra del palacio del respectivo gobierno municipal o departamental.
Reuniones cargadas de dádivas y regalos, favores de todo tipo y tamaño, oferta de puestos, Sisben, ARS, becas, cupos, con todos los juguetes para todas las edades y géneros, sin el menor reato por los controles y las normas vigentes. La Navidad y el Día de las Madres, hasta ahora, han sido los mas holgados en premios y compraventas. Un desprecio total por proponer planes o realidades nuevas que solucionen esta crisis y erradiquen la pobreza crítica en que vive y languidecen 6 de cada 10 personas en esta frontera del alma.
Candidatos de medio pelo que andan hasta con portátiles debajo del brazo para presentar su respectivo jefe y sus pronósticos de derroches con el erario publico, hasta cínicos que olvidan el pasado inocuo que dejaron como estela tenebrosa a sus espaldas en detrimento de expectativas y buena de los votantes que en su momentos les creyeron. ¿Será que repiten y tendremos que decir el pueblo tiene los gobernantes que se merecen? ¿Será que el futuro de la familia, el trabajo, los hijos, los nietos no preocupan o interesan a ninguno?
Hasta el papa Francisco decidió abandonar las posturas ortodoxas e indolentes expresas de sus antecesores y de la iglesia que representa para establecer su tribunal para juzgar corruptos, y lanza y una encíclica vigorosa donde se duele igual del caos del ambiente y el planeta que de los pobres y abandonados que suman mas del 35 % de la población mundial. Fracasaron los objetivos del milenio o quedan décadas para verlos festejar logros.
A nadie le interesa de dónde viene el financiamiento y los líderes de barrios se pliegan a candidatos según los pagos a reuniones, convites y obsequios mientras la situación de unas 40.000 familias es pasar el día con menos de $4.000, y el departamento aislado, aun por falta de infraestructura, de movilidad actualizada, sin transporte masivo adecuado, con las más altas tazas de desempleo (15 %), identificado como zona roja de violencia, tráficos, micro tráficos, desorden, altos índice de VIH, prostitución; primero en chicunguña, en víctimas de minas antipersonas (800) y también en comerciantes quebrados.
La preocupación es por los contratos de semáforos, acueducto metropolitano, parcheo y pavimento de vías, aires acondicionados de escuelas, ración infantil escolar mediocre, y no por solucionar este panorama socioeconómico, del que no nos va sacar Venezuela y al que Bogotá no le preocupa porque casi nadie reclama, le interesa la frontera; solo ahora por el escándalo dramático de las expulsiones masivas de humildes, aunque nadie habla de acabar con las bandas al margen de la ley o de combatir las raíces del problema. A esto debemos sumarle que con 100 mil nuevos pasajeros el incremento de vagos que harán que aumente el desempleo, la violencia y la inseguridad.