Campañas políticas: ¡algo huele mal!

Campañas políticas: ¡algo huele mal!

¿De qué ríen en sus avisos? ¿Acaso de la ignorancia y pobreza de los pueblos, del hambre de los niños, de la miseria del obrero, de la ignorancia del campesino?

Por: Pablo Emilio Obando A.
febrero 15, 2022
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Campañas políticas: ¡algo huele mal!
Foto: Pixabay

Por estos días de campaña electoral miramos en sitios y lugares estratégicos de nuestra ciudad, o de cualquier ciudad de Colombia, infinidad de vallas publicitarias con la imagen y el slogan de los diferentes candidatos a las corporaciones públicas.

En ellas se puede apreciar la mejor pose, el perfil y la sonrisa de quienes pretenden llegar o repetir escaño en la cámara de representantes o senado de la república.

Eso está bien, indica la gran preocupación de los aspirantes por hacer conocer del electorado sus principales propuestas políticas, económicas, sociales o ideológicas de los grupos o movimientos que representan.  Todo su esfuerzo se ve reflejado en la creatividad e innovación de los equipos publicitarios y de sus asesores de imagen.

Ayer, no más, tuve la oportunidad de visitar un municipio cercano y me encontré con la sorpresa de contar en menos de dos cuadras más de veinte avisos y vallas publicitarias.

Un maremágnum de afiches, pasacalles, pancartas y todo tipo de imágenes y colores.  Todo un derroche de recursos que nos permite cuestionarnos, con el debido respeto, la efectividad de esta estrategia electoral y, sobre todo, los onerosos recursos económicos invertidos.

De acuerdo a informes presentados por entidades serias y competentes una campaña electoral al senado de la republica fácilmente supera una suma superior a los diez mil millones de pesos. Para la cámara de representantes imposible hablar de menos de siete mil millones de pesos.

En solo los aditamentos mencionados fácilmente un candidato gasta más de mil millones de pesos.

La pregunta que se nos viene a la mente es lógica, ¿por qué se invierten tantos recursos?, ¿de dónde salen estos dineros? Acaso esta manera de hacer publicidad denota un estancamiento con la verdadera dinámica comunicacional de nuestros días.

En la era de la internet, las redes sociales, la web y toda una gama de posibilidades virtuales lo que se requiere es un verdadero equipo de asesores que manejen y conozcan las bondades de una nueva presencia que no implique contaminación visual ni auditiva y que facilite el contacto con los electores.

Tanta valla y afiche cansa y denota la gran falta de originalidad de los candidatos.

Muchos de estos avisos lo único que arrancan es una sonrisa de quien se detiene a detallar la imagen, el slogan y la propuesta. Aparece en uno de ellos, por ejemplo, una nonagenaria dama, lo expreso con respeto, acompañada de la frase ¡Llegó la hora de la renovación! O un candidato que lleva más de veinte años ocupando la curul que ofrece ¡Cambio y trasformación! Qué decir de esa valla en la cual una empresaria de la salud ofrece ¡!No más corrupción!! ¡Y aquella otra en la que un hombre maduro y canoso ofrece “Juventud y liderazgo!!

Pero lo que nos ocupa esta columna es la procedencia de los millonarios recursos que se gastan en una publicidad obsoleta y caduca. Miles de millones de pesos que no se sabe de su procedencia y que indican que algo está mal en nuestra forma de hacer y concebir la política.

En la ciudad, como en el sector rural, se impone esa vieja estrategia de convencer a punta de vallas y afiches, de pegar en las ventanas la imagen perversa de un candidato sonriente pero que representa lo más bajo y grande la corrupción.

Los vehículos se cubren de publicidad costosa y ofensiva. Caros sticker’s gigantes que se constituyen en una verdadera afrenta para un pueblo que se encuentra en estado de hambre y necesidad.

Si un senador o representante gana en promedio treinta millones de pesos, cómo es posible que gaste en una campaña más de siete mil millones de pesos.

Algo huele mal, a corrupción, a podredumbre, a chanchullo y robo. Imposible para un pobre parroquiano con algunas ideas e inventiva el enfrentarse electoralmente con estos pulpos que no tienen recato alguno para demostrar poderío económico y un clientelismo avezado y desafiante.

Hoy el requisito o el factor primordial para ser candidato es tener grandes sumas de dinero. No importa su procedencia o si son producto de empresarios inescrupulosos que luego cobrarán con actos de saqueo y corrupción.

La invitación cordial a nuestros candidatos para que sean sensatos, sensibles y humanos. Que su actuar sea consecuente con la gran crisis que atraviesa el pueblo colombiano y que no lo sigan tratando con la misma displicencia de siempre.

Que se innove y se renueve verdaderamente la forma de hacer y de concebir la política. El pueblo en su hambre y su angustia le pega el afiche donde quiera a sabiendas de que sus condiciones no cambiarán favorablemente. En su hambre únicamente piensan en la comida del día, en el contrato teñido de injusticia y en la urgencia de asirse a una posibilidad de mejorar su desgracia.

Verdes, rojos, amarillos, colorados, azules, despintados y teñidos de todos los colores se unen en su afán de perturbar y confundir al pueblo para todos sus trágicos electorales más bajos.  Mas humildad y calidez señores candidatos, el papel no está para tanto papirote…

Pensemos más en la gente, en políticas de empleo, en combatir la carestía y en superar hambre y miseria. Todo lo demás es una majadería que nada nos dice, únicamente que su único interés es apoderarse de los recursos públicos, de la hacienda común, de los dineros sagrados de un pueblo que se entrega embriagado a los excesos de unos políticos que en actitud de éxtasis contemplan al mundo desde sus vallas postizas y sus afiches colgados en las casas de los vecinos más necesitados que encuentran en esta la oportunidad de hacerse a algunos recursos para llevarle el pan y la leche a los suyos.

¿De qué ríen en sus afiches y avisos? Acaso de la ignorancia y pobreza de los pueblos, del hambre de los niños, de la miseria del obrero, de la ignorancia del campesino, de la angustia del desempleado, del dolor y pobreza de media Colombia…

Mas sensatez, señores candidatos, más compasión con el pueblo colombiano.

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