La semana anterior los dejé lavando mis manos en el arroyo de Lavacolla para mantener la tradición...
Aquel último día, habíamos salimos a oscuras creyendo ser las primeras, pero nos precedía una multitud de peregrinos, y como quería atender la misa del peregrino de las 12:00 m debidamente bañada, anduve al compás de la recién aprendida marcha o caminata nórdica, y fue así como con el impulso de mis bastones, llegué mucho antes de lo previsto, maravilloso deporte caminar con bastones de carbono.
Algo les conté sobre lo mítico de caminar, comencé mi camino pensando hacer un ejercicio de introspección, pero poco a poco se me fueron revelando otras dimensiones durante la caminata. Al llegar al Cebreiro, el ya referido castro celta cuyo mesón-hospital de peregrinos, se cree que data del año 836 ( https://www.facebook.com/grialia.cebreiro ), encontré la escencia histórica del Camino de Santiago, fascinanteconocer hórreos y pallozas, las tiendas y viviendas celtas prerromanas, y hasta conocí una por dentro, tal y como era entonces, así comprendí que estaba dentro de la almendra de la cultura celta de la otrora Hispania.
Así como mientras caminaba y me topaba con iglesias románicas, no muy bien conservadas, pero mantienen su esencia, mínimas y tan sencillas, que terminaron alborotando toda mi práctica espiritual de otras épocas, recordando mi exacerbada admiración por el cristianismo primitivo, único válido para mí, sobre el que profundicé durante mi maestría. Nunca he creído que Dios esté en las suntuosas catedrales góticas y mucho menos en el lujoso arte religioso renacentista que tanto admiro, en cambio está siempre presente en el humilde e ingenuo altar de la parroquia de Santa Rita en Cartagena y en los sencillos curas que la manejan.
En la medida que andaba iba encontrando otros peregrinos muy afines a mi forma de ser y pensar, que caminaban por motivos tan distintos, si bien la mayoría por diversión, todos tenían esa otra dimensión que afloraba tan pronto conversaban delatando al menos, cierta profundidad en sus vidas. El Camino es una milenaria red social al que las actuales no le ven ni la sombra.
Pero en mi caminar hacia Santiago de Compostela también encontré algo esotérico, cada vez que me perdí, porque Bibiana y yo nos separamos mucho, por el mero gusto de caminar solas; me asombraba al encontrar flechas inexistentes marcadas por las flores amarillas que abundan en la vegetación, las que confirmaba casi de inmediato, al aparecer otra flecha amarilla, esa si de las oficiales. Al igual que en las leyendas que contaban quienes harían el epílogo hasta Finisterra, quienes se referían con desbordado entusiasmo a la supuesta peregrinación muy anterior al cristianismo, pero al no haberlo investigado con seriedad, las llamo leyendas. Lo que si asombra es la permanencia de esta ruta, al menos dos veces milenaria.
Pero también encontré algo religioso en el Camino, al escuchar la narración del Milagro de O Cebreiro, cuando a un monje celebrante poco creyente se le convirtió la hostia en carne y el caliz en sangre en plena elevación de la misa; relatada con tanto fervor que tuvo que ocurrir. Así como, no en la misa del peregrino, apabullada por la actitud irreverente de muchos asistentes y el excesivo lujo de la catedral de Santiago de Compostela, una verdadera obra maestra del arte religioso en la que abunda el barroco, sino en la ceremonia del botafumeiro, que confieso me emocioné con acordes de música celestial del gigantesco y majestuoso órgano.
Siete podrían ser las dimensiones encontradas, a saber: mi propósito inicial de autoconocimiento, la cultutral, la histórica, la espiritual, la social, la esotérica y también la religiosa; todas encontradas en mi caminar hacia Santiago de Compostela, Camino que planeo hacer completo hasta Finisterra, y no dentro de mucho.
Esta semana comienzo a reunirme con amigos que me están invitando, muchos como yo, albergan este sueño de tiempo atrás desde y seré feliz incidiendo en algo para que lo hagan realidad. Lo recomiendo sin reserva… aunque sugiero entrenar antes para evitar aburridas vejigas y molestos cayos que le resten placer a la experiencia. No es tan fácil, aunque sí posible para todos.
Quedó pendiente sobre la ciudad de Santiago, pero no quiero abusar de mis lectores.