Caminando la vida de la minería artesanal del oro

Caminando la vida de la minería artesanal del oro

Frederman se fue a trabajar durante un fin de semana con dos mineros. Esta fue su experiencia

Por: Frederman Carrero Ruiz
marzo 17, 2021
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Caminando la vida de la minería artesanal del oro
Foto: Janothird - CC BY-SA 3.0

Antes de iniciar con la crónica de mi fin de semana como minero artesanal de oro, un contexto de dicha minería en el país. Primero que todo, la minería artesanal es aquella ejercida por personas que con instrumentos manuales realizan la extracción de oro y otros minerales. A ello la Agencia Nacional Minera lo denomina minería de subsistencia y se requiere de un permiso para ejercer la actividad, aunque un importante porcentaje de los mineros artesanales no cuentan con ello, por eso su actividad es perseguida por las autoridades. 

Teniendo esto claro, les cuento que dicho fin de semana fue planeado con dos mineros, uno del municipio de Belén de Umbría y otro de Mistrató, los cuales no tienen como actividad principal la minería, sino que se dedican a la agricultura, ya que manifiestan que vivir de una minería artesanal es muy difícil.

La planeación consistió en elegir un destino para el montaje del “cambuche” en el cual nos alojamos durante las jornadas de expedición minera, y que fue la finca más cercana de uno de ellos a la zona minera a explorar, que es un río de Risaralda. Así que se procedió a cargar una pipa, comprar una estufa y alimentación para internarse en la montaña. De igual manera, se reunieron los implementos necesarios para la acción minera, que son, dos palas, dos barras, un azadón, un “cajón”, que es un dispositivo construido por una caja de madera, una reja metálica y un costal, además de ello se llevó dos tubos para captar material de arrastre (sedimentos del río) y las bateas.

La primera jornada fue el alistamiento del “cambuche” que inició con la primera caminata que fue de media hora y se tuvo ayuda inicial de motos para el transporte de los implementos más pesados; ya en el lugar de pernoctación, se armó el “cambuche” con plástico, cuerdas y tablas, así como una cocina improvisada. El segundo día fue la llevada de los instrumentos para la minería a la zona de exploración minera, y esta caminata cargando dichos instrumentos fue bastante dura y nos tomó alrededor de unas 3 horas debido al peso, a las condiciones climáticas calurosas que en cualquier momento se podrían transformar en lluvia, y las complicaciones propias de caminar por trochas. También ese día se visitó los posibles puntos a explorar en las siguientes jornadas y se realizó cateos a través de bateadas en cada sitio, en las cuales se encontró algunas chispas de oro.

El tercer día se realizó exploración en uno de los puntos a través del uso de “cajón”, que consiste en echar los sedimentos del río a través de él, para ser lavado y por gravedad el oro cae al fondo del cajón quedando enredado en una malla compuesta por una costal y una parrilla, el resto del sedimento pasa y sigue su curso normal en el río, esta actividad nos tomó un poco más de 3 horas, y en la cual sucede uno de las cosas que puede pasar en la minería de barequeo, que es pasar “blanqueado”, es decir no obtener nada en la jornada.

Teniendo este resumen grosso modo de las jornadas de expedición minero, les cuento que lo más interesante se da en medio de las conversaciones y situaciones que suceden. Un aspecto central son las distintas historias alrededor de la minería que existen, los casos de éxito y de infortunio, es usual escuchar esos grandes hallazgos pasados en donde una pepa de oro apareció o en donde el barequeo genera constante producción de chispas de oro, y poco a poco a través de las jornadas se observa el querer volver a vivir esos momentos, la esperanza de que en cualquier momento una “blanqueada” se convierta en 150.000 pesos, o 300.000 pesos, o porque no, el millón de pesos. Este anhelo es alimentado por la diversas historias propias y de conocidos, que de un momento a otro encontraron la suerte y se pudieron ganar un buen dinero en una jornada y que se convierte en la aspiración de muchos mineros y mineras de poder disfrutar de una fortuna económica así sea por algunos días. 

También están las historias extraordinarias que más que un anhelo, es el sueño de la persona minera que es “enguacarse”, es decir encontrar una veta de oro y ganar una fortuna con ella, volverse rico. Estas historias alientan la imaginación cuando el escenario es adverso y se buscan señales de ella en las piedras, las decoloraciones de los sedimentos, el cambio del color de la tierra, los distintos tipos de piedra que se hallan, que puedan insinuar que ahí está la “piedra filosofal” que hará que su vida cambie completamente.

En contraparte también están las historias adversas, de aquella vez que llega alguien nuevo a un sitio explorado que está produciendo oro y desde su arribo deja de producir; de las malas energías que una persona pueda tener e influya en el poder o no encontrar el oro, de las historias de apariciones sobrenaturales de duendes y demonios que custodian las guacas y vetas, y que sin el permiso de ellos es imposible explotarlas. Y esto me lleva a otro escenario, que es el misticismo de la minería, en él confluyen un sincretismo religioso, de rezo a santos, de santería, de cruces, de ritos a las bateas, de cantos, de comunicación con espíritus, de persignarse y santiguarse, de rezar los instrumentos mineros, de santificarlos, de conversar con ellos, de hablar con las montañas, de poner en marcha la malicia indígena.

Otro aspecto es el secretismo de los lugares para minar, ya que el tener un buen punto y ser conocido por lo demás puede implicar la pérdida de la oportunidad para “enguacarse”, en esa medida se toman precauciones y se llegan a acuerdos orales para la no divulgación, así como para tener compromisos de no explotar el sitio con otras personas o no adelantarse en el proceso y hacerlo por su cuenta, de igual manera se tiene conversaciones para división del trabajo y acordar porcentajes de repartición en caso de encontrar algo.

Por lo pronto será descansar, volver a la normalidad entre semana y prepararse mejor para una nueva exploración el fin de semana, con el ánimo de tener algún golpe de suerte en el mejor de los casos y en el peor, poder conseguir algún dinero adicional que me permita suplir gastos cotidianos.

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