Uno de los cantantes más exitosos del momento en Hispanoamérica es Camilo Echeverry. Sus canciones, en donde encarna casi siempre a un hombre pobre, que está enamorado sin remedio de una jovencita mucho más rica de él y la quiere seducir con cosas simples que no valen nada -recuerdan cuando Charly García ofrecía "corona de papel de cigarrillo" a sus amantes, Ah! tiempos aquellos- se convierte en el fenómeno de redes y de la música en estos tiempos atribulados.
Escuchar a Camilo es una inyección de optimismo diario. Para los mayores, que crecieron escuchando a José José, Juan Gabriel, Rocío Durcal y hasta Pedro Infante, no se puede creer que alguien con una voz así de raquítica, que parecería hubiera tomado helio después de inflar una bomba, pueda tener tanto éxito. Avatares de las redes.
La verdad es que la música popular de ahora tiene un juez bastante particular y son los niños. Jueces sinceros, inapelables, sinceros, un video de Camilo Echeverry genera una conexión directa con los más pequeños de la casa quienes terminan enamorados del novio de Evaluna quien no sabrá cantar pero sí que tiene un poder que no se debería despreciar demasiado y es el carisma. En TikTok sus pasos de baile son vistos por millones de personas. Es guapo y no le va a sobrar fanaticada.
Si, mientras uno ve que Balvin puede tener el talento arrollador como para hacer un disco tan consistente como Colores y Maluma, así se mueran de envidia los feos, tiene un chorro de voz, Camilo va por la vida siendo él, vendiendo una imágen de frescura y de amor que nos hace falta en un país que está teniendo ya casi 400 muertos al día por COVID. A veces no necesitamos a Mozart o a Lou Reed, a veces con una sonrisa basta y eso es lo que nos da Camilo, felicidad.