Jugadas maestras dignas del mejor “tahúr –político” son las que está desarrollando Cambio Radical. Si la ciudadana está dispuesta a creerles que hacen una fuerte y digna e histórica oposición a alguno de los arreglos o acuerdos con el que orgánica, funcional, jurídica, social y económicamente se pretende “pacificar” un grupo que estaba al margen de la ley, que vivía y existía gracias a la práctica de la política violenta con soporte en el ejercicio armado, estamos equivocados. Trataré de razonar en mínimas líneas las estratégicas acciones de estos ambiciosos interlocutores políticos:
Felizmente ellos (Cambio Radical) analizaron y consolidaron una estrategia demoledora, producto de observar, atizar y explotar a un millonario número de colombianos que milita y militará en las filas de los que no perdonan. Aquellos que creen que todo se arregla con la cárcel, con la fragmentación social, con la exclusión política y con el autoritarismo. Esos con la pasión de baja concepción y de alto octanaje para la manipulación de los presupuestos de la república, que no acepta que el ejercicio político también le pertenece por derecho democrático al que se reintegre. Ellos son quienes resignan y asignan toda la esencia política, la carga jurídica a aquel autoritario, el que controla todo, pues encontraron sin dudas la “mina de oro” que garantizará con su estimulación, exacerbación y el agitar de grupos extremos, masas y votos que garanticen el control del poder llamase presidencia y/o legislativo para las próximas elecciones.
Sumado todo ello al hecho de pretender legitimarse en la recolección de firmas para que sustancialmente aquello que les señale, recrimine y juzgue no les toque y/o afecte; entonces, el encontrarse con la plataforma legitimada por aquellos militantes del extremo duro, obcecado que grita y reclama de sus líderes y de la historia supuesta mano dura para castigar y nada raro para negar todo derecho a participar, a aquellos que se reintegraron, completan el cuadro de este nefasto proceder de un grupo (Cambio Radical) en donde una gran mayoría de sus dirigentes elucubran en los juzgados y en las cárceles para expiar sus penas y vergüenzas de militancias y perversas prácticas en la arena de lo público.
Estas jugadas maestras de tahúr ponen en gravísimo riesgo y peligro la construcción de acuerdo(s) presentes y futuros, consensos constitutivos que identifiquen y definan o al menos nos aproximen a la idea de sociedad que se desea; sería más tonto aspirar a moldear y posicionar constructos, diseños e insumos pertenecientes a la posible nueva arquitectura con la que se persigue edificar esta neo-sociedad. Oscuro se vislumbra el futuro inmediato de esta malhadada nación.
