Conocidos los resultados de la primera vuelta gracias a los cuales Rodolfo Hernández entró a la segunda vuelta presidencial, los uribistas más connotados anunciaron su adhesión a esta campaña. Empresarios prestantes hicieron los propio, así como excandidatos presidenciales como el exministro Echeverry. Es decir, el uribismo llega a la campaña del ingeniero a la que también se suma el derrotado Federico Gutiérrez y su vicepresidente dándole la señal a sus seguidores de que hicieran lo propio. Apenas va a empezar esta nueva etapa de la carrera por la Presidencia de la República, pero es evidente que el uribismo caerá rápidamente en las huestes de Hernández. El solo tiene que sentarse a esperar. Varios elementos ameritan destacarse.
Lo primero es que el innegable éxito de Hernández obedeció según plantean quienes han analizado a sus votantes, a su claro y simple mensaje de cambio. Un cambio que llegó directamente a esas bases marginadas del país y especialmente a esa juventud que ha visto no solo sus sueños frustrados sino además que fueron atacados con violencia durante este gobierno de Duque cuando salieron a exigir sus derechos. Ellos respondieron a las ideas de un cambio resumido en frases contra la corrupción y la clase política señalada como ese actor de muchos de los males que los han afectado por años. Esa ha sido la motivación según los demuestran los análisis de su ascenso. La verdad es que esa juventud y los mayores que también han apoyado a Hernández votaron en realidad contra el uribismo, Duque y compañía y contra Petro.
Lo segundo es que caben al menos dos preguntas en este momento. Hernández sin este apoyo no gana y con él tiene una altísima posibilidad de coronar. Muy difícil que no acepte estas adhesiones y lo que falta por ver es cómo lo hace sin mancharse de ese sector manteniendo una clara independencia. Pero además, sus seguidores, jóvenes en su mayoría, cómo pueden reacciona al ver la llegada en masa del uribismo grupo político que además rechazan y por eso apoyaron la mencionada campaña. Es una especie de cuadratura del círculo que solo se aclarará en estas tres semanas antes de la contienda final el 19 de junio.
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Muy difícil que no acepte las adhesiones y lo que falta por ver es cómo lo hace sin mancharse de ese sector manteniendo una clara independencia
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Vale la pena plantearse sobre la inmediata reacción de la derecha, de los empresarios, del sector de mayor poder económico del país es que los motiva para salir inmediatamente casi sin pensar a apoyar a Hernández apenas fueron duramente castigados porque se cumplió la premisa de su equivocación al impulsar un mal candidato. No se necesita ser adivino para concluir que no es el cambio que pregona este candidato ni el contenido de lo que plantea. Ellos no necesitan que los lleven a conocer el mar ni los motiva que les quiten los carros a los parlamentarios. ¿Cambio? Nunca, porque precisamente esa es la razón para rechazar de manera virulenta a Petro porque es el continuismo lo que vendía su fracasado candidato.
El cambio y menos el que pregona Hernández, es la razón porque son los menos interesados en que este modelo de país que tanto los ha favorecido abandone su esquema para darle lugar a otro. La motivación es evidente para salir corriendo a apoyar a Hernández, miedo eso sí miedo o mejor pavor a un cambio que saben les quitarán al menos algunos de esos inmensos privilegios que han disfrutado en la historia colombiana pero especialmente en las últimas décadas. Su acelerada movida política es sencillamente miedo a perder lo que han tenido. La pregunta de fondo es cómo se mezclan dos objetivos que son contradictorios para cualquier observador desprevido: el cambio y el miedo. Por consiguiente, esa contradicción es la que tendría que resolverse claramente tanto por parte de Hernández y sobre todo de sus seguidores. La pregunta del millón es si estos están dispuestos a sacrificar el cambio por tener la presidencia o si reaccionan y no aceptan el continuismo que representan los ideales de sus nuevas adhesiones.
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