Para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, los humanos debemos
dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmosfera
Bill Gates
El informe publicado el 9 de agosto por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC), señaló que la humanidad llegaría al punto crítico en 2030 y a finales del siglo la temperatura podría aumentar 2,7 °C, frente a los niveles preindustriales (mediados siglo XVIII), cuando el ciclo de carbono de la tierra estaba en equilibrio, es decir, las plantas y otros organismos absorbían tanto CO2 como el que se emitía. El documento elaborado por 234 científicos ve con preocupación la falta de consciencia ambiental quizás porque hay quienes ganan con el modelo extractivista sin prever la catástrofe que se avecina.
El efecto invernadero proyecta un mundo extremadamente caliente, comparable al máximo del holoceno ocurrido hace 6.500 años, el período más cálido de los últimos 100.000 años. El escenario actual sería +2,7°C para 2100 si se mantiene el ritmo de emisiones; el más catastrófico +4°C para 2100 si se duplica el ritmo de las mismas; y el más optimista +1,4°C si se alcanzan emisiones “netas cero” a mitad de siglo. Sus efectos son devastadores: Los glaciares de montañas y los polos se derretirán más rápido, los mares aumentarán sus niveles entre 28 y 55 centímetros, las olas de calor doblarían la era preindustrial, en síntesis “desastres sin precedentes para la humanidad, ya sacudida por la ola de calor record e inundaciones”. Ciertas islas en el Pacífico desaparecerían, pero estos eventos climáticos apuntan también a centros como Florida, ciudades del Río Amarillo en China, Seattle y Nueva Delhi víctimas de inundaciones o de incendios provocados por altas temperaturas. Surgirán nuevos “refugiados climáticos” que según ONU alcanzan 79,5 millones a fines del 2019, superando las enormes migraciones de la Segunda Guerra.
La actual coyuntura, agravada por el covid-19, está acompañada de lluvias cada vez más intensas y frecuentes, nevadas cambiantes dentro de las estaciones y más incendios (Turquía, Grecia, EE. UU.). Los autores están seguros que las inundaciones serán más frecuentes e intensas en parte de Asia y África si el mundo se calienta 1,5 ° C, y que los mismos cambios ocurrirán en Norteamérica y Europa. El derretimiento temprano de las capas de nieve de las montañas aumentará el riesgo de inundaciones en algunas áreas; en otros, el aumento del nivel del mar aumentará el riesgo, así como la mayor frecuencia de los ciclones tropicales.
Este escenario plantea un reto para la humanidad: Si solo se reduce el calentamiento en un 50 % para mantenernos por debajo del 1,5°C, como planteó el Acuerdo de París (2015), se emitirían 500.000.000 millones de toneladas adicionales, es decir 15 años de emisiones industriales al ritmo actual. Para lograr estos objetivos se requiere “que todo el mundo, no solo los países ricos, redujeran las emisiones netas de dióxido de carbono a cero antes de 2050.” (The Economist - 14/08/2021).
Ya había advertido Bill Gates la gran contradicción de cómo generar más energía para que los desfavorecidos prosperen, pero sin emitir más gases de efecto invernadero y concluye de manera contundente: “Primero, para evitar un desastre climático, tenemos que alcanzar las cero emisiones. Segundo, debemos aplicar las herramientas de las que ya disponemos, la energía solar y eólica, de manera más rápida e inteligente y por último debemos crear y comercializar tecnologías de vanguardia que nos ayuden a lograr nuestro objetivo”. (Cómo Evitar un Desastre Climático, Bill Gates,2021).
________________________________________________________________________________
La pandemia priorizó la necesidad de actuar contra el calentamiento global, al descubrir los pocos espacios verdes en las ciudades y la necesidad de integrar la vida humana con la naturaleza
________________________________________________________________________________
La pandemia priorizó la necesidad de actuar contra el calentamiento global, al descubrir los pocos espacios verdes en las ciudades y la necesidad de integrar la vida humana con la naturaleza protegiendo la fauna y la flora, pues si la naturaleza se enferma los efectos en la salud son evidentes. Cómo entender la importancia de la selva y en particular la selva amazónica por su conexión con el cambio climático lo sostiene la bióloga alemana Juliane Koepcke: Brasil es el país número uno en destruir los bosques amazónicos y no veo que esto cambie rápidamente. La protección de la selva amazónica debe ser resuelta a nivel internacional, y la humanidad sobre todo los países ricos necesitan cambiar urgentemente su comportamiento de consumo”. Agrega la importancia de bajar el consumo de carne, soya, aceite de palma, madera y combatir los cultivos ilícitos que destruyen la selva tropical, pues al ritmo actual, quedara inevitablemente destruida.
El informe sugiere acciones más intensas sobre el metano, que ocupa el segundo lugar después del dióxido de carbono. El ganado rumiante y los arrozales inundados son fuentes de estas emisiones con la ventaja de que el metano atmosférico es transitorio: tiene una vida media atmosférica de menos de una década.
Cambiar el modelo implica cambios en la política estatal, tecnología actual, nuevos inventos y la capacidad de los mercados para distribuir sus productos obteniendo ganancias a corto plazo, mientras la inversión en proyectos medio ambientales trae beneficios a largo plazo. Pero, ¿a qué costo? B.Gates responde que no existe un modelo para definir el precio de lo que hay que hacer para adaptarse al cambio climático, pero una comisión de la que fue participe estableció cinco claves : “Desarrollo de sistemas de alerta temprana, construcción de infraestructuras resistentes al clima, aumento del rendimiento agrícola, gestión del agua y la protección a los manglares” (Pág. 223), y concluye que una inversión de 1,8 billones entre 2020 y 2030 tendría un retorno de más de 7 billones.
Hay motivos de esperanza para la humanidad: en 2020 tras la elección de Biden, EE. UU. recuperó el liderazgo respecto al cambio climático, China ha fijado una meta ambiciosa de alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2060, ambas potencias principales contaminantes del mundo; y la UE casi por unanimidad comparte las metas del acuerdo de París, sin ignorar que casi el 40% de las emisiones globales las produce el 16 % más rico de la población.
También lo es que miles de millones están invirtiendo en la descarbonización, pues los gigantes de Wall Street y los titanes corporativos apuestan por la innovación climática, como lo señala The Economist: “los nerds inventarán el futuro” refiriéndose a “la burbuja de inversión en tecnología limpia” en lo que parecía una opción poco atractiva. BloombergNEF, una firma investigadora calculó que en 2020 se invirtieron más de $500.000 millones en “transición energética” (incluye des carbonizar desde la energía, el transporte, la industria y la agricultura), el doble que en el 2010. La inversión de capital de riesgo en tecnología climática creció 5 veces entre 2013-2020 según la consultora PwC. Contrasta con lo ocurrido entre 2006-2011 cuando "si entraba en una sala de juntas de capital de riesgo y decía que estaba trabajando en tecnología limpia, los socios principales abandonaban la sala". (Abe Yokell, 14-08-21).
Ante este desastre anunciado, Colombia que tiene un modelo extractivista basado en combustibles fósiles, baja cultura ambiental y con una clase dirigente preocupada por las próximas elecciones y no en las futuras generaciones, ¿cómo lograr que el país tome consciencia de los nuevos retos que impone el cambio climático? Amanecerá y veremos.
Con la colaboración de Ricardo J. Mosquera González, estudiante U. Andes