A poquísimos meses de iniciar la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático en Paris, se percibe un ambiente tenso y poco optimista, por lo menos en los países de América Latina. Es una percepción mediática, generada por organizaciones ambientalistas de la sociedad civil, medios alternativos de comunicación y algunas instituciones públicas que actúan con responsabilidad.
Desde la conferencia en Lima el año pasado 2014, los compromisos entre otros, hacer acuerdos políticos y económicos para lograr llegar a Paris con una agenda Unificada bajo la premisa de la Responsabilidad Compartida pero Diferenciada, para exigir más recursos financieros a los mayores responsables del agotamiento de los recursos, para trabajar en programas a largo alcance de mitigación y adaptación. Sin embargo, pasados más de seis meses, algunos países (sino todos) latinoamericanos no han logrado ni hacer acuerdos regionales y mucho menos organizar una política nacional seria de cara a las negociaciones.
Europa, Japón, China y Estados Unidos, como parte de sus políticas de Estado, incorporaron dentro de la agenda ambiental de sus países, el cambio climático. Por lo menos así lo dio a entender el Plan de Acción entregado por Obama en junio de 2013, el acuerdo China- EEUU 12 de noviembre de 2012 para reducir al 2050 el 30% de los GEI –Gases Efecto Invernadero- emitidos por estas potencias; y el Marco 2030, cambio climático y política energética de la Unión Europea, que se propone reducir la emisión de gases a 24% para el 2020 e incrementar el uso de energía alternativas en un 20%; los grandes se prepararan en dos frentes; uno, internamente, creando políticas públicas nacionales medianamente coherentes, con base en los modelos climáticos que entregan los científicos- IPCC- y de dos, preparándose para las negociones en los foros internacionales, obviamente defendiendo sus intereses.
Lastimosamente por el Sur no pasa igual; ni políticas internas coherentes ni agendas de negociación sólidas. Desde el año 2008, cuando el PNUD presentó el Informe de Desarrollo Humano La lucha contra el cambio climático: solidaridad frente a un mundo dividido, se esperaba de los países del sur, agilizar esfuerzos para crear metodologías rápidas, asociando problemas y proponiendo soluciones; por supuesto, con apoyo financiero del norte; pero eso poco o nada ha pasado. Así como desde el Sur responsabilizamos al norte por contaminar el planeta por el modelo de desarrollo elegido (el capitalismo, léase Naomi Klein), es necesario que el Sur, asuma su responsabilidad: que mantenga su discurso de victimización, pero que actué prontamente exigiendo planes más eficientes y actuando endógenamente para reducir las consecuencias de lo que está pasando. Es aquí en dónde se presentan la mayor cantidad de eventos como sequías, inundaciones, epidemias y migraciones. Es por el sur por dónde están quienes pierden sus cosechas o quienes no tienen agua y nadie les responde.
Los gobiernos del sur han estado enfrascados discusiones que acusan al norte (cosa que es verdad), pero tampoco han avanzado en la elaboración de propuestas serias que los haga diferentes a ellos; mientras se realizan foros y seminarios, el agua se sigue acabando, los bosques se siguen talando y los alimentos siguen escaseando.
Pareciera que lo importante es estar en la COP; no importa que no hayan objetivos claros, ni acuerdos como región ALC o agendas contundentes: lo importante es salir en la foto de Paris y seguir echándole la culpa a los del norte.