Es inquietante leer la historia de Colombia y darse cuenta de lo indolentes que han sido sus ciudadanos: desde la fundación del país nuestras arcas han sido saqueadas y nuestros derechos (por desconocimiento de los mismos), vulnerados. Aun así, seguimos igual de apáticos.
Y si bien hace dos años la oposición se mostró favorable hacia el cambio en las elecciones del 2018, no bastó. Hoy en día los de siempre siguen haciendo lo suyo a través de políticas nefastas e infames. Hasta nos escupen en la cara con promesas de canchas de fútbol y reconstrucción de CAI de policías cuando se pierden vidas humanas.
De verdad, no entiendo cómo podemos aceptar estas justificaciones maquilladas a lo maquiavélico. No obstante, debido a estas cosas que han acontecido en este 2020, tan dramático y poco beneficioso para el pueblo colombiano, ha crecido un alto índice de resistencia, a pesar de tanto asesinato hacia los líderes sociales.
Con eso dicho, en lo que respecta a Hegel, quiero hacer una descripción de la realidad colombiana a través de la triada dialéctica; definida como técnica y método lógico para analizar o descubrir la realidad, y cuyo proceso es dividido en tres por el filósofo: tesis, antítesis y síntesis.
Ahora bien, en Colombia existe una tesis que promulga que nuestra realidad actual vive un momento de paz y alegría, donde se experimentan las mejores condiciones: la educación y la salud en los departamentos de Colombia son una maravilla.
De hecho, los seguidores del Centro Democrático defienden la idea de que no es necesario cambiar de forma de gobierno porque podemos caer en el abismo del socialismo (muerto hace muchos años): esta es la política de campaña que durante años han empleado para desprestigiar a su oponente y, lo más ridículo, es que muchas personas se toman esto como el tinto en las mañanas (pensando que es colombiano).
Por otro lado, existe hoy una antítesis que se ha levantado durante estos últimos años: los precursores de este movimiento progresista son los jóvenes, cuyas ideas están sustentadas en la constitución política de 1991, que están recibiendo el país en las peores condiciones. Por ende, defienden la salud, la educación y la vida como derechos fundamentales de los colombianos.
Este movimiento se ve representado por la Colombia Humana, que también respalda estos principios; por el contrario al partido que defiende el país de Alicia en las maravillas (Centro Democrático).
Con eso claro, la síntesis de la política en Colombia atraviesa por un debate para las elecciones del 2022: esto con la disputa por el poder por parte del pensamiento de derecha (Centro Democrático) y el pensamiento de izquierda (Colombia humana).
Si hablamos con la historia, esta nos contará que cuando este duelo se dilata y hay un porcentaje alto de la oposición que iguala a la otra parte surge una nueva idea o se cae en lo mismo por la falta de sensatez. Sin embargo, acá cabe recordar que Colombia, después de la presidencia de Rafael Núñez (hace más de 120 años), no había tenido una oposición tan resistente como la actual.
Sea como sea, el panorama en Colombia cada día evoluciona: los ciudadanos, especialmente los jóvenes, están viendo con ojos críticos las cosas y, lo más importante, saben que participar es indispensable para cualquier democracia.
Para cerrar, de esta incertidumbre surgen las siguientes preguntas: ¿cuál de estos dos polos ganará el poder?, ¿surgirá una tercera idea que sintetizará todo el pensamiento?
Estos interrogantes solo serán resueltos en el 2022. Sin embargo, me inquieta saber si cambiaremos las cosas o seguiremos alienados por la oligarquía colombiana.
