Hace poco anunciaron que la Feria de las flores ya no sería en el mes de siempre, sino en noviembre; aplazamiento que por un efímero momento, como la vida de las flores, nos hizo creer que iba a realizarse en forma presencial como siempre.
Ya imaginaba a los silleteros de Santa Elena, que se cuelgan las pesadas artesanías en sus espaldas y que orgullosamente encorvados por el peso desfilan y de encime dan vueltas de 360 grados para que todos los asistentes puedan admirar desde todo punto de vista su hermoso y paciente trabajo. También, las obras de arte de los Miguel Ángel antioqueños.
Sin embargo, después nos dijeron que sería virtual, todo por las actuales circunstancias. Así que nos perderemos el esplendor de ese museo de obras de arte multicolor y sorprendente, donde la naturaleza con tierra, semillas, abono y agua ha tallado delicadamente formas de tonalidades armoniosas y pintado bellamente con colores hechiceros y diferentes.
Al conocer lo anterior, pensé de inmediato que las medidas de bioseguridad y de cuarentena probablemente se van a prolongar durante lo que resta de este año y posiblemente más. A pesar de eso, el gobierno, calladito, nos va soltando de 15 en 15 el próximo aplazamiento, graneadito, así como le sueltan los granos de maíz a las gallinas y los pollos en las fincas de Santa Elena.
Al momento de escribir esta columna, la cifra de contagios diarios era espeluznante y, lo peor, con una tendencia al alza cada vez más desconcertante. De hecho, en esa brutal escalada, Colombia ocupa un preocupante puesto en el ranking de contagios del mundo. ¿Será que el tema se les salió de las manos a los burócratas de turno, como afirmó Gabriel Silva Luján en su columna del pasado 20 de julio en El Tiempo?
Allí él señalaba lo siguiente. "Las políticas para enfrentar el coronavirus han fracasado estrepitosamente. Hoy se superará la cifra de los cien mil casos. En la gente solo queda una sensación generalizada de confusión, caos, desespero, desamparo y desgobierno. Y, más peligroso aún, de ira, rabia e impotencia. Un malestar de esa naturaleza en un entorno de recorte de libertades públicas y de silencio e indiferencia de los actores políticos crea inevitablemente severos riesgos para la paz social y la estabilidad institucional". Y eso es grave.
Ese mismo campanazo del anuncio lo escucharon los gremios de Antioquia y Colombia, que de inmediato pusieron el grito en el cielo, previendo que nos están mintiendo en muchos datos, mientras los burócratas tratan de ver cómo consiguen más camas UCI, más respiradores y más personal médico idóneo, porque no han sido capaces de llegar a la fase de contención tan prometida... y cada vez que hablan le añaden con disimulo como pepita de café un mes más al rosario interminable de este sufrimiento.
Ojalá me equivoque y no se produzca el tan temido y cada vez más incontenible estallido social... porque las flores que se le iban a echar al gobierno se van a convertir en piedras, que son la materia prima de las protestas violentas en la calle. Esto está en un punto en el que se puede salir de control, más porque al colombiano se le convirtió en una carga muy pesada... como la que llevan los silleteros en sus espaldas en la Feria de las flores.