Nicole Reigner tiene miedo de salir a la calle. Las amenazas de muerte se acumulan en su Facebook, en su Twitter. Lo único malo que hizo fue firmar un contrato con el América en la primera liga femenina de Colombia y borrar de sus redes sociales las fotos que aparecía con la camiseta del Deportivo Cali, su equipo amado. Los hinchas azucareros no le perdonaron lo que ellos consideran una traición. Reigner, nacida hace 21 años en esta ciudad no entiende de donde viene la rabia contra ella. El Deportivo Cali ni siquiera tiene equipo femenino. Las amenazas Reigner se las debe tomar en serio en un país en donde mueren en promedio seis hinchas por semana y en donde ídolos como Elson Becerra, Albeiro Usuriaga, Juan Guillermo Villa, Andrés Escobar, Martín Zapata o Edison Chará murieron acribillados en los últimos 22 años.
En el ascendiente fútbol femenino colombiano Reigner es una estrella. Se empezó a afiebrar por este deporte a los seis años cuando, después del divorcio de sus papás, se fue a vivir con Jimena Palacio a Italia. Allí se volvió hincha del AC Milán y su ídolo era Filippo Inzaghi, el temible delantero italiano. Cuatro años después regresó a Cali y en el Colegio Bolívar no solo destacaba por su cabello rubio y su piel blanca – su abuelo es belga y su abuela italiana- sino porque era un huracán que no detenía nadie. Su hiperactividad era tal que sus profesoras, como castigo, la ponían a dar vueltas a la cancha. Después de trotar media hora la energía de Nicole no había descendido un solo nivel. Como ninguna de sus compañeras se animaba a patear el balón ella tenía que jugar con los niños. Era tan buena que se fijaron en ella para jugar, a los 13 años con la selección mayor del Valle. Allí jugó con Carolina Pineda, la mujer que la convirtió en una gran futbolista y Carmen Rodallega. Empezó una historia que siete años después la ha llevado a jugar un mundial, con el Atlético de Madrid y el Rayo Vallecano y a ser Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef.
El Deportivo Cali es su vida. Lo que le exige a un chico para salir con él no es que baile en una baldosa las canciones de Richie Ray o que le regale rosas sino que se sepa la alineación del equipo del Cheche Hernández que salió subcampeón de la Copa Libertadores en 1999. Cuando le llegó la oferta de Tulio Gómez, nuevo presidente del América, para que comandara, junto a Catalina Usme, la delantera del América en el Torneo Águila de Fútbol Femenino que empezará en el 2017, ella dijo que sí. Regresar a Cali la llenaba de ilusión. Ya se había programado, cada vez que pudiera, ir a ver en Palmaseca al equipo de sus amores. Ahora la ilusión se transformó en zozobra y angustia. La ira de los hinchas se exacerbó no sólo porque Reigner borró una serie de fotos con la camiseta del Deportivo Cali que tenía en su Facebook sino porque un medio local afirmó que, con la contratación del América, ponía fin a su ciclo como hincha del Cali.
Ella, quien ha sido Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef, lo único que quiere es poder jugar tranquila en la cancha, desplegando sus gambetas, la clase que la ha llevado a ser considerada mundialmente como la Beckham del fútbol femenino. Ahora tiene miedo de que le pase algo a su papá Erick, a su mamá Jimena, a sus hermanitas Manuela y Francesca, porque las amenazas e insultos incluso han llegado hasta a ellas.
“El buen hincha no es el que mata, sino el que tiene tolerancia”, es lo único que ha escrito en su Twitter, Nicole después de que los violentos se hubieran fijado en ella. Tiene miedo pero espera que las barras bravas recuerden que el fútbol es tan sólo un juego.
Feliz de ser nueva jugadora de @AmericadeCali Voy a dejarlo todo por esta gran hinchada! ???????????? #VamosAmerica pic.twitter.com/9WDFuluZbp
— Nicole Regnier (@nicoleregnier11) October 14, 2016